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Renacionalización de Telefónica: el viaje de ida y vuelta del consejero Fainé

La Junta de Accionistas marca el inicio de una nueva etapa. Fainé, que será reelegido tras 30 años, vivió la privatización y afronta la vuelta del Estado con una posición accionarial de fuerza

Fainé
El presidente de CriteriaCaixa, Isidro Fainé. EP

Pedro Sánchez tenía 22 años cuando Isidro Fainé se sentó por primera vez en el consejo de Telefónica. Echaba a andar el proceso de privatización de la empresa, mientras Sánchez apuntaba ya maneras de político en la universidad (inolvidable su 'debut' televisivo en el ‘Moros y Cristianos’ de Xavier Sardá). El estudiante llegaría a presidente del Gobierno e impulsaría el regreso del Estado a Telefónica. Cosas del destino: tres décadas después, Fainé se sentará al lado de un consejero estatal en la compañía.

Este viernes, la Junta de Accionistas de la multinacional renovará al veterano banquero de Manresa. Ningún otro miembro del consejo lleva tanto tiempo en el máximo órgano ejecutivo (30 años) y nadie ha visto tan de cerca la evolución de un grupo que el Estado controló en su día y que el Estado volverá a controlar.

Fainé entró en el consejo de Telefónica el 26 de enero de 1994, en sustitución de Josep Vilarasau, el gran artífice de la transformación de La Caixa. En esas fechas, la entidad catalana llevaba ya siete años presente en el capital. En 1987, había comprado un 2,5% de las acciones del operador de telecomunicaciones. Fainé tomó el testigo de Vilarasau y vivió en primerísima persona el cambio de piel de Telefónica: de la mastodóntica corporación pública que era a la multinacional puntera que es hoy. Un dato: la plantilla rondaba los 74.000 empleados en 1992 y hoy asciende a 20.000.

El saneamiento de Telefónica fue posible gracias al proceso de privatización. Lo inició Felipe González en el tramo final de su mandato. La Comisión Europea había abierto el camino en 1993, liberalizando el mercado comunitario de las telecomunicaciones. El Gobierno socialista dio los primeros pasos en 1995, pero sería José María Aznar quien daría el empujón decisivo al proceso. En 1997, con Rodrígo Rato como ministro de Economía, lanzó la mayor oferta pública de adquisición (OPV) de acciones realizada hasta el momento en España.

Isidro Fainé participó en el proceso desde el corazón de la compañía. La presidía Cándido Velázquez-Gaztelu cuando ingresó en el consejo. Poco después, tomaría el testigo Juan Villalonga, que presidió Telefónica entre 1996 y 2000. Con él se materializaría la salida total del Estado. Su sucesor, César Alierta, se encargaría del salto internacional del grupo. José María Álvarez-Pallete fue el útimo en llegar a la presidencia (2016) y el primero que tendría que lidiar con la nueva etapa de Telefónica: la del regreso del Estado al accionariado.

Esa vuelta se visibilizará este viernes por primera vez en la Junta de Accionistas. Está previsto que Álvarez-Pallete haga alusión a la entrada de la Sepi, que ha reconocido la toma de un 3% del capital y que podría oficializar hoy mismo el incremento hasta el 5%. En la Junta prorrogará su puesto Fainé, junto a otros seis consejeros que serán renovados o ratificados: José Javier Echenique, Peter Löscher, Verónica María Pascual, Claudia Sender, Solange Sobral y Alejandro Reynal Ample.

Desembarco estatal en Telefónica

Por cuestiones de calendario, la Sepi no podrá solicitar este viernes su acceso al consejo. Lo previsible es que el desembarco estatal se apruebe más adelante, en una junta extraordinaria. El holding público ya cuenta con un cheque de 2.000 millones en el Ministerio de Hacienda, arañados de partidas presupuestarias asignadas inicialmente a comunidades autónomas y ayuntamientos. Ese dinero permitirá llegar, primero, el 6,7% de capital necesario para contar con un consejero; y alcanzar, más tarde, el 10% que el Gobierno se plantea como objetivo.

El consejo está compuesto actualmente por 15 personas y, según los estatutos de Telefónica, puede ampliarse a 20. La entrada de la Sepi, por tanto, sólo puede producirse si cesa un consejero o se amplía el órgano ejecutivo. En el entorno de la compañía hay quien da por hecho la ampliación, ya que la otra alternativa pone el foco directamente sobre el único consejero etiquetado como "externo": Javier de Paz, el hombre de José Luis Rodríguez Zapatero en Telefónica.

Javier de Paz y la 'renacionalización' de Telefónica.
Javier de Paz, consejero de Telefónica.

Por su carácter de "externo", sería, teóricamente, prescindible. Esa posibilidad esta destacartada, obviamente, porque el Gobierno socialista aspira a tener la máxima influencia sobre de Telefónica. Es más, en los altos círculos del poder madrileño hay quien maneja ya una hipótesis: Sánchez y Zapatero podrían promover una presidencia no ejecutiva para De Paz, quien conviviría en el consejo con el representante gubernamental que designe la Sepi. Una maniobra maquiavélica para alcanzar grandes cotas de poder en Telefónica.

Para el puesto de la Sepi suena con fuerza el nombre de la ex secretaria de Estado de Digitalización, Carmen Artigas. Y, desde hace pocos días, uno más: el de Xiana Méndez, secretaria de Estado de Comercio, muy bien considerada dentro y fuera del Ejecutivo, y a quien se le concedió recientemente (lo avanzamos en Vozpópuli) un puesto importante en el FMI.

Se avecinan movimientos intensos en Telefónica e Isidro Fainé volverá a observar los acontecimientos no desde la barrera, sino desde el propio ruedo. Lejos de soltar lastre, el presidente de CriteriaCaixa ha optado por fortalecerse más aún en la compañía. El 'universo Caixa' cuenta ya con un 7,5% de las acciones, sumando las de CriteriaCaixa -que acaba de elevar su participación al 5%- y las de CaixaBank (2,5%).

En el avance de Fainé tiene mucho que ver el empuje del nuevo consejero delegado de CriteriaCaixa, Ángel Simón. Esta decididio a fortalecer el holding y esa apuesta lleva consigo mantenerse como socio decisivo en Telefónica. O incluso principal. No se descarta ya que La Caixa vaya a seguir ganando peso en el capital, para igualarse a los dos nuevos grandes accionistas: STC, propiedad por el fondo soberano saudí; y el Estado español, que regresa a lo grande para sorpresa del consejero Fainé.

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