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Sexualidad

Slow sex o sexo tántrico: ¿en qué se diferencian?

Aunque están relacionados, hay que saber diferenciar en qué consisten el sexo tántrico y el slow sex, dos tendencias de las que oirás hablar en los próximos meses

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Slow sex o sexo tántrico: ¿en qué se diferencian? Pixabay

El slow sex no significa mantener relaciones sexuales a cámara lenta. Va mucho más allá y se ha convertido en una de las tendencias sexuales en los últimos años en los que la meditación y el mindfulness se han incorporado a muchas facetas de nuestra vida diaria y en los que la salud mental es más importante que nunca.

Surgen muchas dudas a la hora de diferencias el slow sex del sexo tántrico. A grandes rasgos, el primero pasa por una forma de acercarse al sexo en la que se conoce mejor nuestro propio cuerpo, se cuida al otro y se toma el tiempo que sea necesario para unas relaciones de pareja más satisfactorias y plenas.

No llega a ser lo mismo que el sexo tántrico, pero sí comparte con el Tantra esa manera de vivir el momento sin pensar en nada más que en lo que tenemos delante. Hemos charlado con Luna, experta en filosofía esotérica y colaboradora de JOYclub para resolver todas las dudas sobre este tema.

¿Cuáles son las claves del sexo tántrico? 

“Para contestar a esta pregunta habría que plantearse primeramente si existe. Desde mi punto de vista no existe el sexo tántrico, existe el Tantra y existe el sexo, y lo uno está relacionado con lo otro porque tu forma de entender la existencia está en relación con todo lo que eres y con todo lo que haces. Adoptar el Tantra como filosofía o camino místico va a hacer que cambies tu forma de tener sexo, pero también de comer de descansar o de bailar. 

Cambiar tus creencias sobre el sentido de la existencia y cuestionarte tu identidad te llevan a cambios radicales en todos los sentidos imaginables. Teniendo esto en cuenta si tuviese que hablar de las diferencias que puede experimentar una persona que ha entendido un camino no dual, como es el Tantra, a la hora de tener sexo diría principalmente que son dos.  

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El slow sex comienza por conocer mejor nuestro cuerpo.Pixabay

La primera que pasamos de ser sujetos que hacemos una acción ‘hacer el amor con X’ a entregarnos a una disolución de nuestra subjetividad y que sea el amor quien esté haciendo el amor con nosotras. Si dejas que el amor nos haga no hay inseguridades, no hay prácticas sexuales definidas que llevar a cabo, no hay una búsqueda del orgasmo, solo hay presencia, escucha, entrega, vulnerabilidad y apertura.

Suena abstracto, pero es que lo es. La experiencia sexual es una puerta a estados de conciencia profundos y trascendentales. Los actos de magia sexual que se describen en el tantra estaban destinados para unos pocos estudiantes muy avanzados que ya tenían un alto nivel de desarrollo en meditación y otras técnicas esotéricas. 

La segunda diferencia más notoria que yo resaltaría sería que no hay una búsqueda del placer por el placer, sino que hay una búsqueda de la trascendencia del placer para llegar a una conexión que empieza en lo físico, pero va mucho más allá. Hay una búsqueda de una conexión espiritual que nos muestra nuestra verdadera naturaleza y nos hace comprender conceptos complejos como la vacuidad”.  

¿Cuáles son las claves del slow sex?

“Lo primero es entender que el placer no es algo que debamos esperar solo en nuestra cama en un acto sexual. Si esperamos a que el placer llegue cuando vamos a acostarnos con alguien simplemente no va a ocurrir, o no va a adquirir las dimensiones a las que puede llegar si lo limitamos de esa manera. El placer debe estar presente en nuestra vida dentro y fuera de la cama. Es un estado de disfrute, de no juicio, de relax, de juego, de experimentación, de erotismo. Antes de llegar a la situación puramente sexual estaría bien que dedicásemos tiempo a excitarnos, a sentirnos sensuales, poderosas desde nuestra energía sexual.  

Esa sería la primera clave, que encontrásemos momentos de sensualidad y disfrute solas o con otras personas durante nuestro día a día y no únicamente cuando fuésemos a mantener relaciones sexuales. Por otro lado, no limitar las relaciones sexuales a prácticas sexuales concretas como puede ser la penetración. Atender con todos nuestros sentidos ese espacio de infinitas posibilidades que es el cuerpo. Ralentizar nuestros movimientos, no desde un intento de hacer lo que siempre hacemos más despacio, si no de sumergirnos en lo que está ocurriendo y darnos el tiempo de experimentar con toda nuestra atención y presencia cada sensación”.  

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El slow sex es una forma de disfrutar más y mejor del sexo.Pixabay

¿Cómo nace el slow sex?

“El slow sex al igual que el mindfulness surge desde mi punto de vista de la necesidad que tenemos en occidente de poner más presencia en nuestras vidas. Vivimos bajo un paradigma que nos obliga a tener miles de pensamientos por minuto, con mucho ruido, distracciones y falta de profundidad.  

El sexo, al igual que otras actividades que hacemos en nuestro día a día como comer o ducharnos, es un espacio que ha quedado atropellado por las dinámicas de consumo que atraviesan todas las esferas de nuestra vida. Queremos tenerlo, pero una vez que lo tenemos no sabemos disfrutarlo. Tenemos, acumulamos, pero no vivimos, no nos dejamos atravesar ni transformar por lo que coleccionamos y desechamos. Además, con el uso de las redes sociales en las que la mayoría comparten qué comen, dónde están o con quién, hemos ido limitando cada vez más nuestra esfera privada y nuestra idea de intimidad.  

El sexo es uno de los pocos espacios que quedan que nos enfrentan de una forma directa con nuestra vulnerabilidad, con nosotras mismas, con el silencio y la privacidad. En un mundo en el que viviésemos conectados a nuestro corazón, o dicho de forma menos poética, a nuestras necesidades emocionales, a nuestras sensaciones físicas y practicásemos la escucha activa, no existiría este término.

Al fin y al cabo, todas estaríamos presentes en nuestras vidas y tendríamos slow sex de forma natural. La necesidad de que exista este término y de que alguien tenga que venir a advertirnos lo desconectadas que estamos en este y en todos los momentos de nuestra vida es un síntoma del estilo de vida que tenemos. 

Y ojo, que por mucho que vayamos a nuestra clase de yoga semanal y practiquemos mindfulness antes de ir a dormir, todas de una forma más o menos evidente, vivimos con el piloto automático y reaccionando a lo que nos ocurre más que tomando elecciones conscientes desde la presencia. Es prácticamente imposible sostener un estado de presencia y profundidad en una gran ciudad, y casi imposible que no nos llevemos a nuestra esfera privada y a nuestra vida íntima el estrés crónico con el que vivimos”.  

¿Cómo se definiría el slow sex?

“Podríamos decir que el slow sex es otra forma de decir ‘sexo consciente’, es una invitación a vivir las relaciones sexuales con más presencia, más escucha, más calma y más profundidad. Es dejar a un lado las expectativas de tener un orgasmo, o los intentos de volcar en una experiencia sexual nuestras fantasías o ideas mentales de cómo debe ser el acto, y entregarnos sin juicio y sin mente a la experiencia de encuentro”.  

¿Diferencias entre sexo tántrico y slow sex? 

“Desde mi punto de vista es lo mismo que podríamos preguntarnos entre el mindfulness y la meditación budista o las meditaciones que van más allá de los objetivos mesurables a nivel científico. El Tantra es una vía mística que requiere años y años de estudio e involucrarse con una forma de entender la realidad que no es para todo el mundo. Hay que tener una disciplina diaria. El slow sex es simplemente una propuesta que creo que todas las personas deberíamos tener en cuenta para vincularnos de forma más sana y justa con nuestras propias necesidades físicas y emocionales y las de los demás”.  

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El slow sex ayuda a mejorar las relaciones en pareja.Pixabay

¿Cómo iniciarse en el slow sex?

“Iniciarse en la meditación de una forma sencilla. Adquirir más consciencia de nuestro cuerpo y sus sensaciones. Creo que eso sería de mucha ayuda para tener relaciones sexuales más placenteras y acercarnos a tener un sexo más consciente. Como todo lo que queremos desarrollar o aprender en la vida el camino empieza en uno mismo, antes de intentar tener un encuentro con otras personas más consciente deberíamos preguntarnos: ¿tengo encuentros sexuales conscientes conmigo mismo? ¿Qué espacio de calidad reservo para conocerme sensorialmente a mí mismo?  

Así que la mejor manera de iniciarse en esto sería con el autoconocimiento amoroso, acercarnos a nuestro cuerpo con más presencia, más compasión y más amor es fundamental, empezar por dedicar espacios de calidad a esto. Darnos masajes, gozar de nuestro cuerpo sin prisa y sin el objetivo de llegar a tener un orgasmo, explorar nuestra sensorialidad.  

No existen unos pasos predeterminados, eso iría en contra de la propia propuesta de soltar la planificación, las expectativas y las normas en cuanto a cómo debe ser un encuentro sexual. Yo invitaría a las personas que quieren tener un sexo más consciente a empezar como he dicho por ellas mismas. Después a la hora de abordar un encuentro con otras personas tener en cuenta desgenitalizar lo máximo posible. Atender todo el cuerpo.  

Podría ser buena idea dar un masaje en el que no se toquen directamente los genitales. Jugar a probar el tacto con todas las partes del cuerpo. Abandonar todo intento de parecer sexy, de hacer una performance sexual, cerrar más los ojos y abrir más el corazón. Por supuesto no tener un horario limitado para tener un encuentro, no tener en la cabeza que a X hora nos tenemos que ir.

Poder realmente abandonarnos a la experiencia intentando dejar la mente fuera de la cama lo máximo posible. En mi experiencia mirar a los ojos es un acto muy poderoso que puede ayudarnos a anclarnos al cuerpo y a conectar con la otra persona. En el encuentro sexual me gusta utilizar la mirada como punto de fusión de los pensamientos, inseguridades o cuestiones que pueden aparecer y que me impiden disfrutar plenamente.  

Por último, diría que lo más importante es darnos el permiso de habitar nuestro cuerpo sin juicio. Por lo general la mayoría de las personas no disfrutan del todo de sus experiencias sexuales porque están juzgándose a sí mismas.  Hay que ser conscientes de que es un privilegio y un milagro estar habitando un cuerpo en este momento. Hay que contemplarlo como algo sagrado a honrar y a celebrar. Sea cual sea tu corporalidad mereces ocupar el espacio que ocupas y reivindicarlo desde el placer. Ese quizá es el mayor de los retos, reconocernos merecedoras del placer, reconocer nuestro cuerpo como un fractal de lo divino, como algo perfecto que está ahí para ser festejado”. 

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