No sabemos si odiarlas o amarlas. Si fueran nuestras madres seguramente las odiaríamos y tendríamos muchos motivos para requerir los servicios de un psiquiatra. Afortunadamente estas madres sólo existen en la ficción y, por mucho que estos personajes nos enamoren como espectadores, no nos gustaría tener con ellas ningún lazo de sangre.

Una madre es capaz de conseguir lo que se proponga para sus hijos, aunque no cuente con un solo recurso a su disposición. Imagina si la dotas de los medios tecnológicos adecuados…