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Política

El PP evita hablar de la barrera psicológica de los 100 escaños para no espolear a la izquierda

El presidente del PP, Pablo Casado, durante su discurso en la reunión de la Junta Directiva del PP de Cataluña.

El PP teme como a un nublado la 'ola demoscópica' favorable que le pronostica ya 100 escaños o más en la repetición de las elecciones generales del 10 de noviembre. Saben en la dirección nacional de los populares, y así lo reconocen diversas fuentes a Vozpópuli, que sería "un éxito" subir 20 o 25 diputados respecto a los 66 logrados el pasado 28 de abril, el peor resultado de la historia del partido. Y el peligro ahora es reactivar a la izquierda con el 'miedo' a la derecha que ya están agitando el PSOE y La Moncloa, y que el resultado de Pablo Casado acabe sabiendo a poco por las altas expectativas.

Porque el estancamiento del PSOE en estas últimas dos semanas ha generado en la opinión pública e incluso en el propio partido una "falsa sensación" de que sobrepasar esa barrera psicológica de los 100 diputados es muy fácil en las circunstancias que aparentemente atraviesa Pedro Sánchez. "No lo es", advierte una de las fuentes consultadas, convencida de que los socialistas tienen voto 'oculto' que aflorará el 10-N.

Y ahora, cuando los graves disturbios en Cataluña y, sobre todo, la exhumación de Francisco Franco, empiezan a inflar a Vox y pueden poner en riesgo el grado de crecimiento que los sondeos dan al PP, pueden comenzar los problemas para Pablo Casado y su equipo.

La consigna en el equipo de Casado es "frenar la euforia" para no perder el 10-N frente a unas expectativas desmesuradas

De ahí que la consigna sea "frenar la euforia" que causan los sondeos porque, primero, a día de hoy es "muy difícil" por no decir imposible ganar al PSOE, admiten; segundo, Pedro Sánchez todavía tiene margen de crecimiento; y tercero, está por ver el descalabro real de Albert Rivera, dado que Ciudadanos es el que tiene un electorado menos fiel pero también más impredecible.   

No es casualidad, dicen las fuentes consultadas, que para combatir esa sensación de que es posible el 'empate técnico' PSOE/PP -aunque ninguna encuesta lo atestigua- el presidente del Gobierno en funciones haya empezado a rescatar el fantasma del 'miedo' a la derecha, la eventual suma de PP, Ciudadanos y Vox para desalojarle de La Moncloa tras el 10-N. Este ya es el mensaje central de los mítines del PSOE en la extraña precampaña en la que la situación catalana está eclipsándolo todo:

Pablo Casado intenta combatir la estrategia socialista ignorando la exhumación de Franco y, sobre todo, poniendo de relieve que Sánchez, pese a sus exigencias a Quim Torra, no acaba de obligar al PSC a romper con los independentistas de ERC y JxCat ni en la Diputación de Barcelona ni en 48 ayuntamientos repartidos por toda Cataluña.

Eso y, sobre todo, centrar su mensaje en el deterioro de la economía. Porque el PP está convencido de que si el 'partido' del 10-N se juega en ese terreno y en el del deterioro de la seguridad y la unidad de España por el conflicto independentista, puede saltar la sorpresa a última hora:

  

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