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España

¿Quién mueve los hilos de la violencia en Cataluña?

Protestas en Barcelona

“¿Quién está detrás de la violencia en Cataluña?”. Esta es la pregunta que se ha hecho mucha gente en los últimos días. Es difícil establecer un perfil único, pero estar en la ciudad durante las algaradas permite aproximarse a la fisionomía de esta escalada. Los periodistas -pese a no ser santo de su devoción- han podido estar mezclados entre ellos, ver de cerca cómo hacen las barricadas o lanzan cócteles molotov, inéditos desde hacía años en España. Entre ellos hay independentistas radicales, pero es mucho más que eso.

Ayuda escrutar los lemas de sus camisetas, casi siempre negras como establece la estrategia black block propia de las protestas antiglobalización. Resulta de utilidad escuchar sus consignas y leer sus pintadas en las que hay más aes anarquistas que lazos amarillos... Si hubiese que hacer un primer diagnóstico para explicar estos comportamientos, se llega antes por los incidentes de Can Vies (2014) o el Banc Expropiat (2016) que por el “apreteu, apreteu” de Torra a los CDR. Así lo creen los servicios de información de la Policía Nacional y los Mossos d'Esquadra. Las organizadas técnicas de guerrilla urbana llevan el sello de los movimientos anarquistas.

Es un mapa ideológico complejo donde, en paralelo al independentismo, confluyen los autodenominados antifascistas, el movimiento okupa, el anarco insurreccionalismo libertario, los antisistema, anticapitalistas. Se trata de un magma radical históricamente arraigado en Barcelona, con influencia y relaciones con otros movimientos similares europeos. Los violentos no son muchos, en torno a unos cientos, pero suficientes como para poner en jaque a las fuerzas de seguridad del Estado. Prueba de ello son las seis horas de intercambio del pasado viernes. Mientras eso pasaba en Vía Laietana y Plaza de Urquinaona, medio millón de personas se manifestaba pacíficamente en otro punto de Barcelona convocados por Òmnium y ANC.

A los violentos de siempre se les ha sumado ahora un número considerable de postadolescentes con brackets en los dientes y 'estelada' al cuello

A los violentos, que siempre han estado ahí, se les ha sumado ahora un número considerable de postadolescentes con brackets en los dientes y estelada al cuello. Les seduce entrar en acción empujados por la coyuntura creada tras la sentencia del Supremo. No dirigen la algarada, pero participan y suman. Son chicos y chicas muy jóvenes, crecidos muchos de ellos al calor de la burguesía y educados políticamente en el frentismo del procés. Introducidos desde muy jóvenes en un discurso en el que apenas hay alternativas a la prometida independencia que nunca llega. ¿Es la Generalitat responsable? No y sí.

No son los suyos. Al menos no los más violentos que sembraron el caos el miércoles, jueves y viernes especialmente. Los disturbios de estos días en Barcelona siempre seguían la misma tónica: tras la convocatoria oficial, la puesta en escena va mutando a medida que avanzan las horas. El lugar se llena de jóvenes embozados que luego encabezan la violencia. Sí, los gritos son de independencia y por encima del humo de la barricada asoman esteladas, pero al mismo nivel aparecen las consignas típicas del antifascismo.

Pintada aparecida en la plaza de Urquinaona

"Ni bandera ni frontera"

Cada vez que arrasan una calle o una plaza, dejan multitud de pintadas con mensajes en fachadas, marquesinas, kioskos y escaparates. Dicen cosas como esta: “Protestamos por la libertad del ser humano, por una educación libertaria, solidaria e igualitaria, por una economía al servicio del pueblo trabajador. Si el Estado lo impide y nos ataca, contraatacaremos”. Estaba escrita sobre el cristal de un Media Markt saqueado en Plaza de Cataluña. Está escrito en español y no hace mención alguna a la independencia.

En el Paseo de Gracia, también en español: “Ni bandera ni frontera. Fuck State”. No parece, desde luego, la consigna de alguien que esté muy preocupado por fundar un nuevo Estado dentro de la Unión Europea. Tras la batalla campal de Urquinaona, la plaza amaneció con multitud de eslóganes. “Bienaventurados sean los niños perdidos, el caos del mundo les pertenece”, decía otra inscripción que parece sacada de la última película de Joker con Barcelona en el papel de Gotham City. A pocos metros, otra pintada advertía que “Aixo ja no va d’independencia” (esto ya no va de independencia).

Esto ya no va de independencia

Ninguno de los que dirigieron los disturbios votaría nunca a los herederos de la derecha burguesa catalana de Pujol. Parece que tampoco a ERC como bien empieza a darse cuenta ahora Gabriel Rufián. Están fuera del control del soberanismo establishment. Sin embargo, el presidente Torra no acaba de romper con ellos. Se parapeta en su violencia para pedir una negociación con el Gobierno. Su condena llega tarde o matizada. Pone el foco más en la actuación de las fuerzas de seguridad –también sus Mossos d’Esquadra- que en los destrozos ocasionados en la ciudad. A los primeros, el Estado de Derecho les otorga el monopolio de la fuerza; a los segundos, no. Pero hasta eso está en cuestión en Cataluña.

Es cierto que los violentos de estos días son una minoría dentro del independentismo y algo insignificante en la sociedad catalana. Pero, ¿qué es Cataluña sino el lugar donde se imponen las minorías? Del 47% que llevó al 1-O hasta aquella asamblea de la CUP en Sabadell que echó a Mas y trajo a Puigdemont. Conviene no olvidar la turba que se concentró en la Plaza de Sant Jaume para empujar a la DUI al grito de botifler (traidor) cuando se filtró el plan de Puigdemont de convocar elecciones. De aquel día fue el tuit de las 155 monedas de plata de Rufián azuzando a la masa que ahora le abuchea.

Los grupos antisistema radicales han sido mimados en Barcelona mientras se ha cuestionado a las fuerzas de seguridad

Para llegar a este momento, han sido necesarios años articulando un discurso en el que la Generalitat y parte de la clase política catalana son responsables. Los grupos antisistema radicales han sido mimados en Barcelona mientras se ha cuestionado a las fuerzas de seguridad. Ahí está el caso de Rodrigo Lanza, condenado a cinco años de cárcel por dejar en estado vegetativo de una pedrada a un agente de la Guardia Urbana de Barcelona en 2006. Fue durante los disturbios ocasionados durante una fiesta ilegal organizada por un grupo okupa. El agresor fue considerado la víctima y no el agente. Su caso fue abordado en profundidad en un documental llamado Cuitat Morta en el que se sostenía que su detención y posterior condena fue un montaje policial

Ciutat Morta, Can Vies, Banc Expropiat

Hubo manifestaciones multitudinarias en solidaridad con él y el resto de acusados. El documental fue usado por Ada Colau en su candidatura a la Alcaldía de Barcelona. Prometió disolver la unidad de antidisturbios de la Guardia Urbana a la que pertenecía el agente herido por Lanza. Pablo Iglesias se reunió con los afectados durante un acto de campaña en apoyo a la lista de Barcelona en Comú. Cuitat Morta recibió el premio Ciutat de Barcelona, fallado por un jurado independiente. El galardón se lo entregó el entonces alcalde, Xavier Trias. Rodrigo Lanza volvió a ser detenido en 2017 y encarcelado por matar a golpes a un hombre en Zaragoza. 

Los disturbios que siguieron al intento de desalojo del centro okupa de Can Vies, en el barrio barcelonés de Sants, también son un ejemplo de la cesión de las instituciones ante los violentos. Hubo varios días de algaradas con decenas de detenidos, barricadas, se atacaron las retroexcavadoras que iban a demoler el edificio, sedes de CiU, una furgoneta de TV3 y sucursales bancarias. Al final, el Ayuntamiento de Barcelona, gobernado por Convergencia, paralizó el desalojo para “facilitar un clima de diálogo”. 

Dos años después, ya con Colau en el Ayuntamiento barcelonés, se repitió un panorama similar. Esta vez fue por la orden de desalojo del autodenominado Banc Expropiat, una sucursal bancaria okupada en el barrio de Gracia. Volvieron las barricadas, los lanzamientos de piedras a los Mossos d’Esquadra, las cargas policiales... Hubo agresiones a periodistas por parte de los violentos y el Sindicato de Periodistas de Cataluña (SPC) emitió un comunicado en el que justificaba en la "manipulación de la información" el "germen de los ataques". Siempre hay alguien dispuesto a ofrecer una justificación.

El conflicto permitió desvelar que el consistorio había estado pagando el alquiler al propietario del local por una cifra total de 65.500 euros para que siguieran ahí los okupas. Luego Colau se planteó comprar el establecimiento con el dinero de los barceloneses, pero finalmente no lo hizo. El debate no era si los okupas tenían derecho a seguir en ese lugar, sino qué alcalde tenía la culpa de su desalojo. 

En la política catalana se han invertido los roles y se ha banalizado la violencia hasta el punto de igualar un cóctel molotov con una respuesta policial

La actuación de los Mossos fue cuestionada por partidos como la CUP, formación cuyo ideario conecta con ese magma antisistema. La aritmética parlamentaria le otorgó en Cataluña más poder del que sus votos decían. Sus mensajes entraron con fuerza en la política catalana donde se han invertido los roles y se ha banalizado la violencia hasta el punto de igualar un cóctel molotov con una respuesta policial. 

Se han derribado tabúes sobre la violencia como muestra la defensa del independentismo a los siete CDR encarcelados por terrorismo. Cataluña es ese lugar en el que el Parlament y algunos medios de comunicación agasajan a Arnaldo Otegi, quien justificaba asesinatos como el de Ernest Lluch.

¿Cuál es el plan del independentismo?

Ahora el independentismo se encuentra en una encrucijada tras la sentencia del procés. La escalada de violencia ha aparecido en un momento en el que el soberanismo, más dividido que nunca, se pregunta por el plan a seguir a partir de ahora, una vez que el Tribunal Supremo ha contestado con largas condenas a la intentona institucional unilateral. En ese sentido, resulta interesante comprobar cómo algunos de los planes que se esbozaban hace semanas o meses se están aplicando en la actualidad. 

Europa Press entrevistó en julio al diputado de la formación antisistema, Carles Riera. Ya entonces planteaba responder a las posibles condenas en el Tribunal Supremo con “la movilización social, institucional, desobediencia civil y también, obviamente, parar el país”. Desobediencia civil es el término que empleó luego Torra en caso de que hubiese condenas a los promotores del procés

El pasado 22 de septiembre, el medio Punt Avui publicó un artículo del historiador Jaume Sobrequés titulado Qué violencia. Instaba a “buscar otras manifestaciones de la violencia 'pacífica', de la reivindicación intransigente, de la defensa cerrada de los derechos nacionales propios”. “Es el gran objetivo no sólo de la política catalana de los partidos independentistas, sino también de las acciones masivas impulsadas por las poderosas organizaciones cívicas, que han arraigado con fuerza en la vida cotidiana de Cataluña”, dijo. 

ANC (2018): "Ya no se trata de sólo hacer las manifestaciones que hacíamos hasta ahora"

El director del Punt Avui, Xabier Xirgu, declaró como testigo en el juicio del procés. Admitió haber emitido gratis publicidad del 1-O porque transmitía “valores sociales”. Su medio de comunicación recibió seis millones de ayudas públicas solo durante la 'era Puigdemont'. Desde su cuenta oficial de Twitter, la Asamblea Nacional Catalana, ahora bajo la dirección de Elisenda Paluzie, proclamaba en marzo de 2018 que “la gente pide acciones diferentes. Ya no se trata de sólo hacer las manifestaciones que hacíamos hasta ahora, tendremos que hacer otro tipo de acciones que tendremos que pensar”. Al mismo tiempo, Paluzie acusaba a los partidos independentistas de alejarse de la hoja de ruta de la independencia.

De todos los hechos acaecidos en Cataluña, quizá el que más recorrido penal tenga fuese el intento de toma del aeropuerto de El Prat. Aquella acción estuvo convocada por Tsunami Democràtic, de origen aun desconocido pero que ya investiga la Audiencia Nacional. 

Gabriela Serra 

Ahora que ya hay episodios de violencia en Cataluña, demasiados mensajes han seguido por la misma senda en lugar de levantar el pie del acelerador. La exdiputada de la CUP, Gabriela Serra, restó gravedad este sábado a los altercados que se habían producido el día anterior. Desde el programa FAQS de TV3, de máxima audiencia en Cataluña, argumentó (hora 2.30) que violencia como la registrada el viernes ha sucedido siempre en otros puntos de España. Instaba a los políticos en Madrid a preguntarse por qué se está produciendo. Lo comparaba con las maniobras militares delante de colegios en Cataluña o la crisis económica. 

“Vilaweb: 'No somos nosotros quienes tenemos que dar explicaciones sobre la violencia de estas noches, sino quienes la han provocado y comenzado'”

“No somos nosotros quienes tenemos que dar explicaciones sobre la violencia de estas noches, sino quienes la han provocado y comenzado”, dejó escrito la semana pasada el director de Vilaweb, Vicent Partal. Bernat Dedéu, columnista de El Nacional con 57.400 seguidores en Twitter, afirmaba este domingo en su medio que “contra lo que dicen los cursis, la violencia funciona y tiene toda la legitimidad del mundo cuando defiende una idea grande, bella y por la cual valga la pena romperse la cara”. El Nacional recibió el año pasado casi medio millón de euros en ayudas públicas.

Son solo algunos ejemplos de los que se pueden leer en medios editados en Cataluña, donde los violentos de esta semana han sido 'absueltos' en el relato oficial independentista como “los chavales de Vía Laietana”. Mientras, se criminaliza a los Mossos d’Esquadra por situarse al lado de la Policía Nacional, piden la dimisión del conseller de Interior, Miquel Buch, y se da un paso más en el discurso de banalización de la violencia.

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