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Opinión

La Perestroika y otras redondeces

Hay una generación en España que es carne de cañón de los echadores de cartas y los neocomunistas

La Perestroika y otras redondeces
El antiguo jefe de Gabinete de Pedro Sánchez, Iván Redondo. Efe

Yo dudo que el futuro de España esté en manos de estos echadores de cartas que se anuncian como grandes estrategas. Redondo, en sus redondeces vanguardistas advertía “a los que consideran que [el arte de la cartomancia de sus columnas] se trata de etiquetas vacías y frases hechas de coach sin origen ni contenido”. Y añade: “Les sonreímos (llevamos años haciéndolo)”. Decía Schopenhauer que “la primera condición de un buen estilo es tener algo que decir”, aunque ya sabemos que Redondo aspira a tener un estilo propio en sus columnas, un estilo de proletario de lujo con ínfulas de poeta movido por una nostalgia de su paso por la política.

Redondo no deja de sonreír y de provocar carcajadas. Pero no debemos quedamos en la filosofía del absurdo y en los haikus, porque nos despistamos de lo importante. Ahora está poniendo el ojo avizor en Yolanda Díaz, quien se pasea con sus amigas haciendo alarde de su inteligencia socioemocional. Mujeres que o bien militan en el comunismo, o simpatizan con él, por ignorancia o por maldad. Ahora los echadores de cartas predicen que Yolanda cohesionará el espacio a la izquierda del PSOE. Del socialismo se sale, Ayuso dixit, y parece que algunos antiguos cargos socialistas van saliendo en fila, eso sí, bien ideologizados y escaldados.

Solo los estúpidos no aprenden de los crímenes leninistas, estalinistas y maoístas, así como la experiencia camboyana

Algunos incluso han comparado a Yolanda con el Power Ranger rojo. Una columnista nos aclaraba esta semana que “el rojo es de entre todos los rangers el más poderoso y quien encabeza los ataques al enemigo”. Es difícil calificar de peligroso a un comunismo tan infantiloide, pero ya nos advirtió Arendt sobre la banalidad del mal. Ahora tendríamos que hablar, para explicar este fenómeno, de la estupidez del mal, porque solo los estúpidos no aprenden de los crímenes leninistas, estalinistas y maoístas, así como la experiencia camboyana.

Aunque cueste creerlo, hay una generación en España que es carne de cañón de los echadores de cartas y los neocomunistas. En su charla de esta semana, Redondo defiende una Perestroika, una idea del pitoniso Jaime Miquel que desarrolla en su libro La perestroika de Felipe VI. Según los emisarios de la España que viene, “los ciudadanos nuevos son los protagonistas del siglo XXI. Lo que conocemos como España será como ellos convengan y no nos quepa ninguna duda de que cambiarán profundamente su diseño institucional”.

El comunismo hortera de Yolanda, que es la power ranger de la izquierda a la izquierda del PSOE, eso que Podemos ha desprestigiado desde que llegó al poder y ha convertido en una parodia

Lo dicen los posos del café y las encuestas del CIS. Por lo tanto, el objetivo es llegar a los “ciudadanos nuevos”, que es como denomina Miquel a la generación de españoles a la que Redondo menciona en su primer artículo de LV. “Veinte millones de personas nacidas después del año 1973 (…) esta generación es el futuro y son usuarios plenos de las nuevas tecnologías de la información”. Como miembro de esta generación y carne de cañón de la Perestroika, quiero advertir de que lo que veremos de aquí en adelante será una gran campaña mediática con poesía y haikus, pero también de que hay un proyecto detrás. Un proyecto que, según dicen, la España antigua no alcanza a entrever porque “viven en un despiste sociológico y demoscópico desde el 15M”.

Esta idea enlaza con el comunismo hortera de Yolanda, que es la power ranger de la izquierda a la izquierda del PSOE, eso que Podemos ha desprestigiado desde que llegó al poder y ha convertido en una parodia. Lo que nos espera es un comunismo de power rangers rojos, que es como se denomina ahora a los apparátchik, y la gran campaña se juega en la red y en medios online. Perestroika son reformas de calado, diseñadas desde arriba hacia abajo, y que se venden como ideas en sintonía con la sociedad española. Es el cambio para volver al ideal de una vida comunera, la nostalgia de la vida del buen salvaje, de los comunistas paseando por el Rastro con el puño en alto y la mochila de cuero. La España que resiste, ese enjambre plurinacional que aún utiliza criterios étnico lingüísticos. La que habla de crisis institucional y territorial al tiempo que organiza la crisis.

Los aprendices de brujo

Este espectáculo tiene un lado triste. Personalmente, nunca he tenido fe en las utopías del siglo pasado ni en estos apparatchik aprendices de brujo, pero querer aplicar estas recetas en una democracia moderna es algo anacrónico, va en contra del espíritu de los tiempos. Cuando un asesor político como Redondo sale al ruedo mediático a hablar de Perestroika podría desarrollar un poco mejor qué marca de crecepelo es esa. La idea es tan anacrónica, que quizás ha llegado el momento de relajarse un poco, de mirar alrededor y pedir otra cerveza.

La suerte de los oligarcas que se beneficiarían de esta nueva España es lo que seguramente haya inspirado esta idea de Perestroika a la inversa, pero eso es algo que no perciben los progresistas nostálgicos comuneros con un ideal de criar pollos ecológicos y salir con el puño en alto a pedir la ruptura del sistema. Aun así, no estoy tan segura de que los jóvenes quieran volver a la vida salvaje de los animales peludos, a una democracia ahistórica basada en la demolición del “mito de la Transición”. Quiero cree que hemos aprendido algo tras el paso de Podemos por la política.

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