Opinión

El órdago de Feijóo: duples y treinta y una

Este mutante Pp, que acuerda y guiña hoy el ojo al de Waterloo, vuelve a los tiempos de Rajoy

  • Rajoy y Feijóo, la derecha indecisa


Faltos como estamos de cualquier acuerdo entre Gobierno y oposición, el que se anuncia para la reforma de las pensiones no debería caer en saco roto. Que Feijóo se sume, aunque critique la manera en que se ha hecho, da una cierta tranquilidad a una materia que sin un acuerdo amplio haría de su incertidumbre una realidad y un peligro seguro. Por fin un acuerdo entre Gobierno, sindicatos, empresarios y Pp, lo que da a las pensiones -hoy y mañana- una pátina de pacto de Estado que, se supone, no será el lugar en el que se diriman votos y poder. Mejor para los pensionistas de hoy y, sobre todo, para los de mañana. Sé que este acercamiento es fruto de una realidad, la sostenibilidad de las pensiones es uno de los grandes problemas de los españoles, pero después del de la vivienda y la inmigración. Voces muy asentadas insisten en que el pacto no servirá para solucionar el problema, que no hay reforma que valga mientras el Estado siga poniendo dinero para cuadrar el círculo. Deuda y más deuda hasta que Bruselas diga hasta aquí. ¿Se acuerdan de Grecia?

 

Está claro que, cuando quieren, pueden caminar juntos en defensa del interés general, siempre huérfano y mal atendido en este país

El movimiento del Pp me ha pillado con el pie cambiado. Acostumbrado a escuchar a Feijóo que no hay nada que hablar con un señor que nos lleva al desastre, las inexplicadas razones del acuerdo dan que pensar. Y por eso, conviene preguntarnos por qué es posible acordar en materia de pensiones y no en vivienda. Vaya usted a saber. Pero para un acuerdo que llega no le vamos a poner remilgos. Está claro que, cuando quieren, pueden caminar juntos en defensa del interés general, siempre huérfano y mal atendido en este país.

En materia de vivienda un acuerdo futuro relacionado con una ley del suelo tiene sus complicaciones. En realidad, tiene una, y es sustancial, razonable y lógica por parte del Pp. Feijóo pide volver al Estado de derecho, a su cumplimiento y respeto, y para eso el Gobierno debe renunciar al blindaje de la familia del presidente. He intentado saber por qué el Pp acuerda la reforma de las pensiones sin pedir la desaparición del blindaje judicial que se pretende para la esposa y el hermano de Sánchez, pero ahí me pierdo.
 

Los guiños de Puigdemont


El movimiento de Feijóo con respecto a Sánchez, en lo tocante a las pensiones, es tranquilizador, pero raro en lo demás. Y lo demás es también la nueva relación que se plantea con Puigdemont, alguien que hasta ayer era la línea roja que un partido con principios (bla, bla, bla) nunca traspasará. Ahora el prófugo, el del golpe, el que sueña con romper la nación emerge como figura respetable en la medida en que Junts se aleja de la sociedad montada con Sánchez.

Nadie en este país en el que cientos de tertulianos, de parte, unos, y apartados, otros, desvelan el futuro sabe qué es lo que va a pasar. Sabemos que Puigdemont ya no es el que era para el Pp, y que el Pp empieza a echar cuentas. Alguien que conoce bien ese partido advierte: falta poco para que la doctrina de Génova sea que Junts empieza a parecerse a la Convergencia y Unión de Pujol y Duran Lleida. Veremos.
 

Debilidad o malicia


La ley, la legalidad y sus obligaciones no es materia que se pueda trocear. Hasta ayer, el Pp decía preferir la honra antes que los votos manchados de exigencias inasumibles por un demócrata. Puede que Feijóo tenga hoy más claridad en su mirada con Puigdemont, pero si lo que ve es un posible socio que le ayude a conseguir el poder, muchos no le van a acompañar. Hay quien vota al partido que menos miente. Por la misma razón hay quien sabe que no va a votar en las próximas generales.

“Es razonable establecer una gran diferencia entre las faltas que proceden de nuestra debilidad y las que proceden de nuestra malicia”. El diagnóstico es de Montaigne, y lo traigo pensando que, en lo tocante a Feijóo, se trata de debilidad y no de malicia. En cualquier caso, muy desesperanzador. 

Si el Estado de derecho no se respeta, y eso es lo que estamos viendo; si hay que tragar con la 'ley Begoña', las fechorías del fiscal general, con un Constitucional averiado y tantas cosas más, hay que pensar que este mutante Pp, que acuerda y guiña hoy el ojo al de Waterloo, vuelve a los tiempos de Rajoy: que la mano derecha no sepa lo que hace la izquierda. Como tantas cosas en esta vida, se podrá explicar, pero no entender. Tendrán que razonarlo muy bien. Y cuando lo hagan, si lo hacen, ya no servirá. El Pp tiene esa gran especialidad marca de la casa: Llegar tarde donde nunca pasa nada.

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