Donald Trump llega a la Casa Blanca. Las implicaciones de su regreso no se limitan para el país que le eligió para presidirlo los próximos cuatro años. La realidad es que la geopolítica mundial quedará condicionada los próximos cuatro años con un nuevo inquilino del Despacho Oval; como ocurre siempre que un presidente es elegido. El perfil y las políticas prometidas por el republicano nada tienen que ver con las que ha seguido la Administración Biden, de modo que con este 2025 se espera un giro de 180º en la política norteamericana.
El cambio que se augura con la llegada del Segundo Gabinete Donald Trump es radical, según prometía el propio Trump durante la campaña electoral: menos inmigración, el despliegue de fuerzas militares federales en la frontera, nuevos aranceles, protección del producto estadounidense además de mano dura con los miembros de la OTAN que no cumplan los estatutos de la alianza y menos presencia norteamericana en los conflictos internacionales; los cuales pretenderá acabar sin miramientos.
"América primero"
'Proteccionismo', la base de la que partirán -previsiblemente- las políticas del recién elegido Donald Trump. El afán del empresario neoyorquino por "hacer América grande de nuevo" (traducido del inglés "Make America Great Again") puede acarrear que la presencia norteamericana disminuya a lo largo y ancho del globo, dando espacio a otros actores internacionales a llenar el hueco vacío que EEUU deja. Si el republicano cumple, y las circunstancias se lo permiten, el nivel al que se involucre Norteamérica en conflictos internacionales será menor, ya sea por simple desinterés de la nueva Administración, o un hastío traducido en una firme posición como negociador en otros conflictos internacionales -como pueda ocurrir en Ucrania-.
Tal es el afán de Donald Trump en no inmiscuirse tanto en los asuntos internacionales, que se convirtió en el primer presidente de EEUU que desde 1980 no inicia una guerra durante su primer mandato. El republicano, tal y como señaló durante la última campaña electoral, prefiere dedicar sus esfuerzos, y el de su gabinete, a solucionar los problemas de los norteamericanos, a su manera y desde su punto de vista, dejando de lado algo tan importante como es el papel de árbitro internacional de su país. "Es una locura lo que está ocurriendo. Es una locura. No estoy de acuerdo en absoluto con el envío de misiles a cientos de kilómetros de Rusia. ¿Por qué lo hacemos? Sólo estamos intensificando esta guerra y empeorándola", decía el empresario estadounidense en una entrevista en la revista 'Time'.
El presidente electo ya lo dijo, que acabaría con la guerra en el este de Europa: "lo tendré hecho, lo tendré hecho en 24 horas". Trump no podrá desligarse de lo que ocurra en el globo, pero si podrá reducir su presencia, lo que, en primer lugar, podrá acarrear que otras potencias internacionales ocupen el hueco que Norteamérica dejará. En segundo lugar, las consecuencias de un acercamiento a las relaciones internacionales como pretende el republicano podrían hacer que acabe con conflictos, como el de Ucrania, de manera arbitraria e injusta, empeorando la situación incluso para las partes agredidas.
Para Trump, la OTAN no será una prioridad durante su legislatura; pero sí querrá que sus miembros cumplan con los estatutos, como por ejemplo, los que establecen cuánto deben invertir en defensa, un 2% del PIB. Si sus socios no lo contentan estos próximos cuatro años y muestran compromiso con la alianza, la actitud del presidente electo norteamericano será igualmente proporcional, replanteándose así su deber con la organización e incluso su membresía, tal y como ha amenazado en anteriores ocasiones.
Al mismo tiempo, y en lo relativo al comercio internacional, el presidente electo pretende 'defender' el producto estadounidense. El empresario neoyorquino prometió imponer un "arancel básico universal" en la mayoría de bienes comprados a países extranjeros para, de esta forma, potenciar la industria nacional. Este sería un nuevo impuesto a la mayoría de productos de fabricación extranjera, afectando a un gran número de países y sin seguir ninguna pauta, ni respetar potenciales o históricos socios económicos, incluyendo el Reino Unido. Además, entre sus medidas, se incluiría el aumento del precio para lo consumidores de dichos productos, lo que podría llegar a derivar en una guerra comercial a nivel mundial, perjudicando, finalmente, a empresas exportadoras norteamericanas.
Marco Rubio, objetivo: Cuba y Venezuela
A Donald Trump no le resulta de mucho interés lo que ocurre fuera de 'América', es por eso, que su nuevo Secretario de Estado (ministro de Asuntos Exteriores), Marco Rubio, tiene un desafío por delante: hacer ver a su presidente que no puede dar la espalda a nada de lo que ocurra en su patio trasero, Latinoamérica. Los esfuerzos de Rubio estarán centrados en Cuba y Venezuela, ya que las raíces del senador republicano, oriundo de Miami (Florida) provienen de la isla del Caribe.
Su posición es firme, no quiere ver en sus países vecinos Gobiernos como el de Miguel Díaz-Canel en Cuba o Nicolás Maduro en Venezuela. El que será el próximo Secretario de Estado de Trump tendrá hacer sus intereses ante Trump y convencerle a desarrollar parte de la política internacional en torno a Cuba y Venezuela, con el fin de presionar a ambos países hispanoamericanos y forzar un cambio de régimen.
Este miércoles, el senador por Florida señaló que la Administración Biden "se dejó engañar" en las negociaciones con el presidente venezolano, al cual animaron a celebrar elecciones de nuevo a cambio de conceder licencias petroleras. Rubio continuó afirmando que las elecciones resultaron ser "completamente falsas" mientras que Maduro "aprovechó la migración en nuestra contra para obtener esas concesiones".
Marco Rubio, entre la espada y Elon Musk
Elon Musk, empresario mundialmente reconocido, junto a sus empresas, tiene vía libre durante los próximos cuatro años y expandir internacionalmente el negocio de sus compañías. Muy próximo a Donald Trump, Musk ya mostró su más absoluta fidelidad al empresario neoyorquino contra todos sus rivales, incluyendo aquellos se alzaron desde su mismo partido. Esta lealtad ha dado sus frutos, y además de ser una de las personas de confianza del próximo presidente de los Estados Unidos, tendrá un cargo en la administración como Codirector del Departamento de Eficiencia Gubernamental de la Casa Blanca.
Ahora, el sudafricano, con el beneplácito de la Casa Blanca, tendrá mucha más facilidad para expandir los negocios de sus empresas Tesla, SpaceX y X sin apenas resistencia desde el gobierno norteamericano. Enfrente, Marco Rubio, quien tomará posesión como Secretario de Estado, y deberá estar vigilante para que los intereses económicos de Musk no menoscaben su política internacional y así evitar conflictos que pudieran desarrollarse por la actividad privada de las empresas de Elon Musk.
El dueño de Tesla y X ya ha dejado cómo funcionan las cosas cuando está al frente, sin permitir resistencia alguna. Cuando Musk ha querido hacer un cambio, por arriesgado que pudiera ser, ha seguido para adelante, y un claro ejemplo es Twitter y su lavado de imagen incluyendo una gran reducción de plantilla. Esta forma de hacer las cosas del multimillonario podrían 'chocar' con las leyes restrictivas de otros países, como la Unión Europea, que ha sido capaz de influenciar a Apple en el desarrollo de sus dispositivos con la obligatoriedad de que los cargadores sean universales. Estos 'choques' serían una de las formas que dificultarían el trabajo de Rubio durante su estancia al frente de la secretaría de Estado, friccionando las relaciones con otros países y organizaciones más rápidamente que su capacidad de relajarlas, todo ello sumado al temperamento del propio Trump, que puede dificultar la labor de Rubio.
Estados Unidos, el árbitro mundial
Los Estados Unidos de América fueron, y son, una potencia a nivel mundial -todavía queda pendiente hasta cuando mantendrán ese estatus- y como actor internacional de relevancia han servido de contrapeso contra otros grandes estados en su afán de extender su propio poder. La bandera libertad que defiende el país norteamericano frente a otros actores que atentan contra las democracias y libertades de los pueblos sirve para mantener a raya a tanto países como otros actores internacionales con intereses egoístas y perniciosos, nunca -por supuesto- anteponiendo el propio interés y beneficio para EE.UU.
El papel de árbitro internacional que el país norteamericano ha servido para mantener a raya a otros actores internacionales haciendo valer sus intereses sobre otros grupos internacionales. Esto no lo ha hecho siempre de forma directa con despliegues militares. La simple existencia de un estado con el poder -diplomático, económico y militar- como el de Estados Unidos crea un efecto disuasorio, como pudiera ser el caso de China y Taiwán, siendo la pequeña isla asiática un aliado del país norteamericano.
Varios ejemplos pueden ser: el deseo del Kremlin de recuperar la esfera de influencia soviética -aquellos estados satélites pertenecientes a la URSS-, para salvaguardar los intereses rusos y de sus habitantes rusoparlantes en los antiguos países pertenecientes a la Unión Soviética; o el efecto disuasorio que los Estados Unidos crean sobre los intereses imperialistas chinos y su intención de expandir sus fronteras: la marítima hacia el Mar de la China Meridional y la terrestre hacia las islas de Taiwán así como los pequeños atolones y arrecifes de coral de las aguas colindantes para su uso militar.
Bien es cierto, que el acercamiento de Ucrania al bloque Occidental y el apoyo norteamericano no fue suficiente para disuadir a Vladímir Putin de no invadir a su vecino, pero este caso sí muestra la intención de la nueva Administración de mediar y resolver el conflicto lo antes posible; algo que Donald Trump expresó durante su campaña electoral: "Están muriendo, rusos y ucranianos. Quiero que dejen de morir. Y lo tendré hecho, lo tendré hecho en 24 horas".
Este papel, de alguna forma encabezado por la Casa Blanca, no es algo desinteresado, la mayor parte de movimientos -activos o pasivos- por parte de los Estados Unidos obedecen en gran medida a la agenda y prioridades propias, que no son más que mantener a raya a las demás potencias; y que al pertenecer al bloque Occidental, Europa suele percibir estos actos como beneficiosos y una forma de defender al Viejo Continente.
esnalar
20/01/2025 10:48
¿No queréis caldo? Pues, tomaréis taza y media. Ganan los de la izquierda y los zurdos creen que se va a arreglar el mundo, pero cada día que pasa, va peor. Gana uno de derechas y los zurdos piensan que están a las puertas de la IIIGM. El Estado de Bienestar no vino por medio de la izquierda, vino porque la derecha y la posibilidad de acceder a la riqueza lo han hecho posible. "Usted no ha comprendido la revolución....." Seguid buscando el final de las comillas.