Política

El Gobierno estalla contra Puigdemont y admite que les ha engañado: "Nos han mentido a la cara"

El núcleo duro del Ejecutivo no esconde su enfado con Junts. En el PSOE cada vez hay más derrotismo por el devenir de la legislatura

  • Cerdán, Montero y Bolaños en el Congreso. -

En política cuesta distinguir entre realidad y ficción, porque detrás del escenario hay en acción un entramado de intereses calculados. Pero hay veces que la verdad aparece sin más. El Gobierno estalló este jueves contra Carles Puigdemont. Las fuentes consultadas, además de evidenciar su notable cabreo con el juego de Junts, admiten que el expresidente catalán les ha engañado: "Nos han mentido a la cara", sintetiza una fuente gubernamental. Y todo a cuenta de los decretos que se votaron el miércoles en el Congreso. Los socialistas explican que tenían todo negociado con Junts. Es más, apuntan que los posconvergentes se comprometieron a no dejar caer el ómnibus. Por eso, en Moncloa no se entiende que se bajaran del carro a última hora y sin aviso previo.

Tampoco gustó nada la escenificación de los siete diputados de Puigdemont en Madrid, que se ausentaron del debate y aparecieron en manada para anunciar que votaban en contra de los tres decretos. Las reuniones mantenidas esta semana con la cúpula de Junts en Suiza y en Waterloo, y que han implicado a Santos Cerdán, a Zapatero, a Miriam Nogueras y al propio expresidente catalán, no han ido bien. A la vista está tras el estrepitoso fracaso del Ejecutivo en su primer examen legislativo del año. Junts se ha cansado del PSOE, pero juega con ellos. Les da y les quita, les dice y les golpea donde más les duele, tirando un decreto con medidas sociales, entre otras muchas cosas.

Lo cierto es que Moncloa y Ferraz no se tomaron en serio la amenaza de Puigdemont. Que el expresidente catalán suspendiera las negociaciones pero no rompiera abiertamente fue interpretado por el Gobierno como "más de lo mismo". En plata: pura escenificación. Y esa fue la trampa, porque Puigdemont sabe que Pedro Sánchez puede morder el anzuelo si se le promete una victoria política que le dé oxígeno justo cuando más ahogado está. En el PSOE cada vez hay más derrotismo por el devenir de la legislatura, porque ven con sus ojos que no hay forma de gobernar así más allá de la apariencia de gobernar. Es decir, figurar como un gabinete operante. Pero sin Presupuestos -ni expectativa de ellos- y sin capacidad de armar una mayoría en el Congreso que convalide los reales decretos, "¿para qué seguir?", se preguntan algunos cargos. "¿Qué proyecto es estirar una legislatura?", zanja un respetado socialista en su territorio.

En Ferraz se entiende, en cualquier caso, que es preferible la simulación a la cruda realidad. Porque las encuestas y los frentes que asedian a Sánchez hacen muy difícil poner fin a la legislatura y convocar elecciones. Pero si no hay avances y la mal llamada mayoría progresista es incapaz de recomponerse, los dos años que le quedan al PSOE hasta la llamada formal a las urnas pueden ser un auténtico infierno. Y eso que hay socialistas que apuntan que el presidente, en verdad, tiene "todo atado", que podrá aprobar unas cuentas para este año y mantenerse hasta 2027, cuando podría activar un superdomingo electoral que aglutine comicios municipales, autonómicos y generales. El presidente, opinan, daría así su última batalla, yendo con todo contra el PP, también con sus ministros-candidatos en buena parte de las comunidades de España. Si pierden, pierden todos, y si ganan, ganan todos. Pero, sobre todo, gana Sánchez, por ser el artífice del desembarco.

Pero una cosa es el deseo y otra el día a día, porque en política ya una semana es una eternidad. Como para pensar a dos años vista. Lo que queda claro es que dentro del PSOE, en privado, cada vez se escucha más que "no se puede seguir así". Es más, hay cargos que lamentan que por puro tacticismo no se haya convocado un Consejo de Ministros extraordinario para repescar las ayudas al transporte, por ejemplo. Moncloa no tiene prisa, no les disgusta la idea de que haga mella en los ciudadanos pagar más por desplazarse. El Ejecutivo echa la culpa al PP. Tenía preparado el argumentario para atizarle por no respaldar el decreto ómnibus y tardó poco en soltarlo. La disputa partidista ahora es una guerra cultural constante y una pelea por el relato diaria.

Fuentes gubernamentales se escudan en la complejidad de lograr acuerdos en un Parlamento fragmentado, donde "es evidente" que no cuentan con mayoría suficiente para legislar sin sobresaltos. Estas mismas fuentes, en cualquier caso, eluden hacer autocrítica y echan la culpa con fuerza a Génova, ya que no consideran que hayan fallado en la negociación y creen justo que uno de los decretos, el ómnibus, haya sido un cajón de sastre en el que incluir la revalorización de las pensiones, las ayudas de la DANA y la entrega de un palacete parisino al PNV. Ahora que nada de eso ha salido, en Moncloa vuelven a la casilla de salida.

El PSOE lleva varios días intensificando los contactos con Carles Puigdemont. Los socialistas solo lamentan no tener una mayoría más amplia para no depender de él. "Ya nada sorprende. Yo creo que es una chorrada", explica un dirigente del partido sobre la suspensión de las negociaciones. La cúpula socialista, mientras, pide "diálogo y discreción". Y, pese a que desde Ferraz se venden avances, la realidad es que, por el momento, no se traducen en apoyo parlamentario real. "Todas las reuniones sirven", explican fuentes negociadoras. Pero a nadie se le escapa que el Gobierno ha salido escaldado. Al menos los encuentros de los últimos días no han servido para evitar una derrota que ha dejado al PSOE sumido en la desazón.

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