Cultura

Justicia para Diego Bello: el documental que narra el terrible y premeditado asesinato del español en Filipinas

El 7 de enero de 2020, un joven Diego ya había recorrido medio globo y vivía en el edén de la isla filipina de Siargao, pero todo cambió

  • Documental 'Justicia para Diego' -

"La paz que me queda es que Diego fuera feliz hasta el último minuto". Diego Bello Lafuente tenía 32 años, pero desde que era muy joven tenía "las cosas muy claras". Viajó por el mundo, no se conformaba con establecer una vida cotidiana y tranquila en su Coruña natal. Viajó y vivió en lugares como Londres, Australia o Tailandia, y trabajó como camarero para ahorrar algo de dinero y se tituló en instructor de buceo para terminar trabajando en auténticos paraísos. Lograba todo lo que se proponía y se conviritó en un joven de éxito, con la vida que amaba, pero en su último destino, Filipinas, todo cambió. 

El 7 de enero de 2020, un joven Diego que había pasado la treintena ya había recorrido medio globo y vivía en el edén de la isla filipina de Siargao. Un pequeño lugar tranquilo, con el surf como "forma de vida" y donde el gallego había construido su vida. Tenía pareja y tras comenzar con una pequeña tienda de ropa, consiguió emprender junto a varios amigos para inaugurar un local que contaba con restaurante, discoteca y merchandising.

La Santa era un establecimiento conocido por todos en la isla, pero su éxito crecía de forma imparable y esto levantó ampollas. El desenlace de la historia de Diego es conocido y destapó uno de los mayores escándalos del país asiático de los últimos años, un caso que no ofrecía respuestas y que pasó algo desapercibido en los titulares. Una trama que hoy cuenta RTVE Play en el documental 'Justicia para Diego', dirigido por Jorge Valcárcel y Eduardo Mendoza.

Diego "molestaba". Además de ser uno de los empresarios jóvenes más populares del territorio por los citados negocios, planeaba junto a sus socios hacerse con un terreno para levantar un Beach Club en primera línea de playa.

El caso de Diego se ubica en la llamada 'guerra contra las drogas' de Filipinas, que hace referencia a la política contra las sustancias estupefacientes del gobierno filipino bajo la presidencia de Rodrigo Duterte, quien asumió el cargo el 30 de junio de 2016. Duterte ha instado, en público, a los ciudadanos y agentes de la policía del país a matar a presuntos delincuentes y adictos.

Además, investigaciones realizadas por organizaciones de derechos humanos han demostrado que la policía ejecuta de manera rutinaria a sospechosos de narcotráfico desarmados, con operaciones premeditadas y organizadas en las que, tras presuntamente asesinar a los individuos, colocan armas y drogas como presuntas pruebas y evidencias de los delitos, algo que las autoridades filipinas han negado.

El caso de Diego Bello

Diego Bello vivía en este contexto, en un país con una de las políticas más férreas en cuanto al consumo y tráfico de estupefacientes. Pero también vivía en una isla en la que, cada vez más, el turismo y la popularidad se acrecentaba, motivado por la elección de Siargao como la mejor isla del mundo en 2019 según la prestigiosa revista 'Conde Nast Traveller'.

A la isla llegaban inversores, la mayoría flipinos, que no querían desaprovechar la oportunidad de sacar rédito en un lugar que había sido elegido como el mejor del planeta y Diego "molestaba" en la carrera por hacerse con los beneficios. Además de ser uno de los empresarios jóvenes más populares del territorio por los citados negocios, planeaba junto a sus socios hacerse con un terreno para levantar un Beach Club en primera línea de playa

Pero la fatalidad del caso se produce el 7 de enero de 2020, hace ahora cinco años. Tras cerrar su tienda y hacer caja, como habitualmente, explican en el documental sus socios, Diego sale del establecimiento para dirigirse a La Santa. Pero hay algo que le pilla desprevenido. Sus socios, y amigos, relatan que les contó cómo un grupo de individuos le dio el alto y se fijaron en él durante unos minutos. No llegó a más, él pensó que quizá le querían robar la caja de la tienda, pero, finalmente, le dejaron marchar. Era raro, pero continuó con su noche de fiesta en Siargao.

Diego Bello Lafuente  IMAGEN: Diego Bello Lafuente. RTVE

Sin embargo, cuando la noche se acercaba a su fin y La Santa iba a echar el cierre, sus amigos plantearon ir a tomar algo a otro local, pero Diego declinó la propuesta, enviando un mensaje a su novia en el que le decía que ya iba "para casa". Su domicilio, una casa baja con jardín, se ubicaba "a unos 400 o 500 metros" de La Santa, tal y como relatan las fuentes. 

El citado mensaje fue el último que envió Diego. Poco después, su novia escuchó disparos en la puerta de su casa y escribió a su pareja preocupada. Al comprobar que no había respuesta, hizo lo mismo con sus amigos, que acudieron al domicilio en cuestión de minutos. A su llegada se quedaron estupefactos: había multitud de agentes armadados que les ordenaron ponerse de rodillas.

"Tu amigo estaba vendiendo cocaína" e "iba armado"

"Tu amigo estaba vendiendo cocaína"; les dijo la policía, que "estaba muy nerviosa porque no se esperaban" que fueran a llegar "tan rápido". "No sabíamos si Diego estaba vivo o estaba muerto", temieron lo peor. Cuando la policía se lo permitió, los amigos se levantaron y allí estaba Diego, tumbado en el suelo, boca abajo, ensangrentado, con multitud de disparos por todo su cuerpo, excepto en extremidades o partes en las que no hubiese peligro de muerte, y una riñonera, sin gota de sangre que portada un arma, presuntamente de Diego. "Lo primero que pensé es que ese cuerpo había sido colocado", señala uno de sus amigos en el documental.

La ambulancia llegó y les informaron de que le llevarían al hospital, a 40 minutos del lugar de los hechos. Cuando llegó uno de sus amigos, Diego estaba en un patio, en una camilla, solo, en la calle. "Tu amigo está muerto, no sé qué hacéis aquí", le dijo una enfermera. Cuando se acercó a Diego, lo supo, "se había ido".

A día de hoy, Filipinas se enfrenta a la Corte Penal Internacional, donde se juzgan los crímenes extrajudiciales cometidos por la policía del país y que, según fuentes de la Comisión de DDHH, ya se ha comprobado que se han producido más de 12.000 asesinatos.

Este podría ser un caso de un narcotraficante tan habitual en cualquier país del mundo, pero las circunstancias demostraron lo contrario. Las autoridades comenzaron a describir a Diego como "el narcotraficante más buscado del país (...) El delincuente número uno en la lista". Pero, ni tenía antecedentes -ni en España ni en Filipinas- ni registraron su casa ni negocios. Tampoco ofrecieron demasiados detalles de la 'operación antidroga'. Entonces, su familia, desde Galicia y junto a la Comisión de Derechos Humanos de Filipinas comenzó su lucha para destapar el escándalo. 

Más de 12.000 asesinatos: "A Diego lo mataron"

La policía no contestaba sobre la propiedad del arma, del calibre 45, tampoco comentaron nada sobre la presunta organización criminal que Diego lideraba y qué miembros la componían, "no hubo respuestas". "Es casi una rutina, cómo operan en Filipinas", dice uno periodista de investigación durante la cinta para añadir que se calcula que unas 30.000 personas han muerto en esta 'guerra', un 'modus operandi' que enfrenta a día de hoy a Filipinas con la Corte Penal Internacional, donde se juzgan los crímenes extrajudiciales cometidos por la policía del país y que, según fuentes de la Comisión de DDHH, ya se ha comprobado que alcanzan más de 12.000 asesinatos.

Diego Bello Lafuente  IMAGEN: Diego Bello Lafuente. RTVE

Pero al Gobierno filipino se le escapó un detalle clave: las cámaras de seguridad. "Las imágenes contradecían la versión policial, no portaba ninguna riñonera cuando salió minutos antes de La Santa". ¿De dónde salió ese arma y esa bandolera? La investigación no solo partió de la Comisión de DDHH, sino que la Oficina Nacional de Investigaciones (NBI) hizo lo propio y emitió un informe: "A Diego lo mataron". 

La evidencia estaba en la "disposición de casquillos", se demostró que se trataba de "un escenario inventado" y se lee que hubo "premeditación evidente", "no iba armado" y hubo "falsificación de pruebas". La conclusión final hiela la sangre: se trató de una "conspiración para matar a Diego Bello Lafuente".

El caso duró años y, finalmente, los agentes fueron juzgados tras permanecer en paradero desconocido. Sin embargo, cinco años después, aún no se conoce la sentencia, pero la familia de Diego continúa luchando para "que no caiga en el olvido". "Muchos no tuvieron el lujo de poder tener un informe o un caso (...) Este era un aviso de que el que quiera ir y hacer negocios sepa lo que puede pasar". 

 

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