Me considero el resultado de una mezcla de la racionalidad francesa y del empirismo anglosajón sobre una base de pasión española y de pragmatismo catalán, o sea, un europeo cabal. Mi existencia ha tenido tres partes.
La primera consistió básicamente en comprender que el mundo es una inacabable respuesta sin pregunta.
La segunda trajo el descubrimiento de la belleza y de que el universo puede ser descrito matemáticamente, dos realidades obviamente complementarias.
La tercera ha culminado en la convicción de que la política debe basarse en tres pilares: que los seres humanos han de ser libres, que la estructura ha de primar sobre la coyuntura y que los responsables públicos han de comportarse honradamente.
La cuarta y penúltima está abierta, siempre luchando por las cosas en las que creo.