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Opinión

El calvario de Miquel Iceta

La educación, el respeto, la tolerancia son la base de cualquier democracia. Mucho por hacer aún

El calvario de Miquel Iceta
El ministro de Política Territorial y Función Pública de España, Miquel Iceta, a su llegada a la reunión del Comité Federal del PSOE. EFE

En España tenemos un gran problema de educación, tolerancia y respeto cuando, al ser nombrado un ministro en una cartera que no está acorde con su perfil físico, según los parámetros sociales y culturales establecidos, le atribuimos calificativos despectivos, como, por ejemplo, decirle gordo y a lo que solo falta añadir gordo y maricón.

A uno le puede gustar más o menos un nombramiento, le puede parecer adecuado o no el perfil profesional de la persona en cuestión pero cuando las redes, como Twitter, hablan de Miquel Iceta como un gordo que no puede ser ministro de Cultura y Deporte por ser gordo lo dice todo de quienes así se manifiestan. Lo dice todo también de una sociedad a la que le faltan grandes dosis de educación y tolerancia. Podemos hablar o no de si Iceta está preparado para ostentar dicha cartera, de porqué Pedro Sánchez le relega a ese ministerio después de haber ocupado un departamento clave para el proceso de acercamiento o negociación con los independentistas catalanes. Podemos hablar de cómo Iceta deja su liderazgo en el PSC para pasar a un departamento que podríamos considerar de poca relevancia política al lado de, por ejemplo, Economía o Interior.

La OMS alerta que la violencia juvenil es la cuarta causa de muerte entre edades comprendidas entre los 10 y los 29 años

Cierto es que, dada su condición física podríamos juzgar a la ligera que mucho ejercicio no hacde pero de ahí a criticar a una persona o invalidarla para un cargo por su aspecto físico denota carecer de los necesarios valores para conformar una sociedad justa y madura: respeto, reconocimiento, educación, tolerancia. Educar en estos valores requiere tiempo, dedicación, ser conscientes de los pilares que suponen la familia y la enseñanza. Saber lidiar con el bullying escolar, con las primeras burlas o insultos, los primeros golpes, saber poner límites, saber acompañar a niños y adolescentes, no es una tarea fácil. Se requiere tiempo, atención, conocimiento y sobre todo, grandes dosis de tolerancia y respeto, de educación en mayúsculas. La OMS alerta que la violencia juvenil es la cuarta causa de muerte entre edades comprendidas entre los 10 y los 29 años. Da miedo.

Hemos perdido el respeto hacia nuestros mayores. No se ha resuelto aun el respeto hacia el diferente. No podemos pretender ser una sociedad perfecta pero debemos plantearnos qué falla para que en una misma semana haya diferentes agresiones homófobas, para que una panda de jóvenes se convierta en animales durante cinco minutos y mate a otro joven –a Samuel- y para que las redes vayan locas con insultos de gordo a Miquel Iceta.  

Miquel Iceta, en su toma de posesión del nuevo ministerio, sólo medio año después de ocupar el despacho de Política Territorial, se encarga de una cartera que a juzgar por sus declaraciones poca gracia le hace. Pero lo que debemos valorar y fiscalizar es el trabajo que ejecute como ministro, no si es capaz de correr una maratón. La política también educa, los representantes públicos deben saber de su grado de responsabilidad en sus declaraciones, en su contribución a la crispación, a generar odio o concordia. La educación, el respeto, la tolerancia son la base de cualquier democracia. Mucho por hacer aún, en casa, en la escuela, en la calle porque uno no nace odiando, se hace. Cuídense.

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