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ANÁLISIS DE MEDIOS

Franco, como el cuento mediático de nunca acabar

El programa de Risto Mejide obtuvo un 8,1% de cuota de pantalla, muy superior a la media de la cadena (5,3%)

Franco, como el cuento mediático de nunca acabar
El presentador y publicista Risto Mejide.

Tantos grandes hombres ocuparon sus días en reflexionar sobre la cuestión de la vida eterna y ha tenido que ser Francisco Franco quien dirima la cuestión (¡Lo que hay que ver!). Porque uno muere cuando se extingue el último recuerdo que existe sobre él en el mundo; y hay quien está tan empeñado en recordar al gallego que se puede decir que no hay forma humana de que ponga rumbo, al fin, hacia el otro barrio.

Sorprendían varios medios hace unas semanas haciéndose eco de una documentación en la que se especificaba la dieta del dictador durante la posguerra. "Estos son los menús de Franco mientras los españoles tenían cartilla de racionamiento”, tituló La Sexta, en un enunciado que podría compararse con el que afirme: "El domingo comeremos paella mientras los palmeros sufren los rigores de la erupción del volcán". O con: "Es terrible que usted sonría de forma despreocupada pese a que ha muerto un hombre en Noruega".

Resulta que Risto Mejide, Marta Flich y su tropa emitieron el pasado miércoles un programa en el que se revelaba el contenido de las grabaciones que un psicoanalista, llamado Francisco Martínez, registró en 1977. Lo anunciaron como una "exclusiva mundial" y no era para menos, pues las cintas permitían concluir que Carmencita Franco no era hija de sus padres y que el dictador odiaba a su hermano Ramón. El tal Martínez también revelaba lo siguiente: "Franco tenía un componente homo pero no activo".

Morirse y que te digan de todo

Morirse no está tan mal si las cosas se han torcido en el mundo de los vivos, pero convengamos en que la mayoría de las veces es fastidioso. Ni que decir tiene si, 44 años después de que se produzca tu deceso, aparece el Carl Jung de turno, escribe un libro sobre tu psique y pregona a los cuatro vientos que nada en tu vida familiar es lo que parece; y que tuviste "un componente homo, pero no activo". Y, peor, que después de cada revelación, un presentador que acostumbra a emplear gafas de sol en interiores se esfuerce por hacer más sangre de todo eso.

De todo esto se puede extraer una conclusión; y es que Franco vende, pues el programa obtuvo un 8,1% de cuota de pantalla, muy superior a la media de la cadena (5,3%). Ahora bien, no deja de llamar la atención que quienes más clamaron contra la caspa nacional-catolicista y la carcunda sobre la que se cimentaba demuestren tanto afán por resucitar a quien lideró todo aquello.

Existe la posibilidad de que la pandemia borre el recuerdo de lo que ocurrió unas semanas antes de las últimas elecciones generales, cuando los Pedro Sánchez, Iván Redondo, Carmen Calvo y compañía organizaron el desentierro del dictador ante 19 cámaras, 3 unidades móviles y alrededor de medio centenar de trabajadores de Radiotelevisión Española.

Cuando la izquierda flojea, utiliza el comodín de 'el abuelo', cuya presencia es irrelevante en la vida de los ciudadanos, pero cuya sombra suele resultar útil para cubrir asuntos que incomodan a quienes se encuentran en el Gobierno -quienes atribuyen a otros el deseo de resucitar a Franco-, como el precio de la energía, el escandaloso proyecto de peajes en las autovías o la galopante inflación de la que, a buen seguro, vendrán acompañados estos acontecimientos.

El caso de Mejide y Flich tiene un punto de rocambolesco, tanto por lo que uno de ellos fue como por lo que actualmente hacen, que es anunciar como "exclusiva mundial" algo que ni siquiera podría definirse como 'revisionista', pues tiene más ingredientes de portada de la revista Lecturas que de revelación histórica. Porque no es muy probable que ningún estudioso serio inicie ninguna investigación trascendente sobre la pista de que hubo un dictador militar en España que iba a misa diaria mientras ocultaba un "componente homo, pero no activo".

Eso sí, tampoco conviene descartarlo en el país del dislate, en el que un tipo descubrió que los vikingos tenían sangre catalana y en el que cada vez conocemos más datos sobre un antiguo jefe de Estado que sólo le importa a cuatro nostálgicos irremediables y a quienes quieren echar leña sobre las brasas de la dictadura para obtener el voto de otros cuatro indignados. Entre medias, los medios, que ya no somos ejemplo de nada.

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