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Internacional

ANÁLISIS

Le Pen amenaza la supervivencia de Macron en el Elíseo con los votos de Zemmour

El candidato a la reelección se encuentra en la disyuntiva de dar señales a la izquierda, sin privarse de los votantes de centroderecha. Difícil tarea, ya que Le Pen va a abanderar la preocupación por el poder adquisitivo de los franceses

La ultraderechista Marine Le Pen EFE

La batalla entre Emmanuel Macron y Marine Le Pen ha comenzado y será sin piedad. Desde el mismo momento en el que se conocieron los primeros resultados de la primera vuelta de las presidenciales, comenzaron las acusaciones. El primero alertó del peligro de la "extrema derecha". Y la segunda respondió definiéndole como el candidato de la "globalización" y los "ricos".

Pero antes de preparar la ofensiva final, los dos finalistas asistieron al ritual francés de las primeras vueltas electorales: la 'consigna de voto' de los perdedores. Y no hubo sorpresas, Jean-Luc Mélenchon pidió a sus huestes, en cuatro ocasiones para evitar dudas, que no votaran por Marine Le Pen. La malograda representante de Los Republicanos, Valérie Pécrese tampoco quiso dar pie a la ambigüedad y pidió el voto para el actual presidente, pero dentro de su formación, su rival en las primarias, Eric Ciotti, se pronunció por Eric Zemmour, líder de Reconquista, que por su parte mostró su apoyo a Le Pen en la segunda vuelta del 24 de abril.

Se espera el duelo más cerrado desde hace más de 40 años, cuando François Mitterand llegó al Elíseo por una pequeña diferencia de votos

Un sondeo celebrado anoche por la empresa Fiducial proyectaba un resultado de 51% para Macron dentro de dos semanas contra un 49% para Le Pen, es decir se espera el duelo más cerrado desde hace más de 40 años, cuando François Mitterand llegó al Elíseo por una pequeña diferencia de votos.

Por eso, el reductio ad Hitlerum, ahora transformado en reductio ad Putinum, no será suficiente como programa para que Macron obtenga su reelección. Le Pen tiene una reserva de votos que no son solo los representados por Zemmour, sino también los de un tercio de los votantes de Mélenchon que, según otra muestra de opinión, consideran a la candidata de Reagrupación Nacional más cercana a sus preocupaciones sobre cuestiones económicas y sociales.

Le Pen cuenta con una importante reserva de votos

Emmanuel Macron tiene dos semanas para aplicar algo más que la "rediabolización" de Marine Le Pen. En las últimas semanas, el presidente/candidato ha propuesto elevar la edad de la jubilación a los 65 años (hoy 62, como dice Le Pen), obligar a trabajar a los receptores de la ayuda económica que reciben los ciudadanos sin trabajo ni esperanza de tenerlo, y ha sugerido que los profesores de escuela deberían trabajar más. Tres puntos que representan líneas rojas para la izquierda más radical, representada por el 20% de los votantes de Jean-Luc Mélenchon, a los que el presidente dedicó una especial atención.

Macron se encuentra en la disyuntiva de dar señales a la izquierda, sin privarse de los votantes de centroderecha de Valérie Pécresse. Difícil tarea

Macron se encuentra en la disyuntiva de dar señales a la izquierda, sin privarse de los votantes de centroderecha de Valérie Pécresse. Difícil tarea, ya que Le Pen va a insistir en su programa social y su preocupación por el poder adquisitivo de los franceses, frente al "candidato de las élites que desprecia al pueblo"; "la candidata del pueblo contra el oligarca del Elíseo".

Ya en su discurso nocturno, Macron abordó asuntos "lepenianos" como la inseguridad, el separatismo islamista o la precariedad económica; pidió el voto a los votantes de todos sus rivales, a los que pidió aplaudir y, sobre todo, lanzó un llamamiento a los abstencionistas, casi un 30% del electorado, hoy el primer partido de Francia. Con un 25% de apoyo ciudadano, Macron sabe que seis de cada diez franceses se oponen a su política.

La alocución de Le Pen volvió sobre sus argumentos conocidos: inseguridad, inmigración y preferencia nacional, pero siempre englobados dentro de un plan social y económico destinado a los más desfavorecidos; en suma, insistirá sobre los argumentos que para Éric Zemmour le convierten en una política de izquierda.

Desastre socialista

Los sondeos no mentían con la representante de los socialistas. La alcaldesa gaditana de París no ha desmentido a los que dentro y fuera de su partido consideraban su candidatura como un harakiri. Tras una campaña en la que su discurso se confundía con los memes que la parodiaban, Hidalgo pasará a la historia como la enterradora del socialismo francés, en el 102 aniversario del partido.

Hidalgo pasará a la historia como la enterradora del socialismo francés, en el 102 aniversario del partido

La demolición del PS ya estaba en marcha antes de esperar el veredicto de las urnas. En una cena que se quería mantener secreta, la propia Hidalgo, otras figuras regionales del partido y el expresidente, François Hollande, dibujaron un futuro que pasaba por el cambio de denominación del partido y la apertura a una especie de casa común de la izquierda, por no repetir el concepto de "izquierda plural" del malogrado Lionel Jospin. En ese ámbito serían bienvenidos verdes, comunistas y otras fracciones de izquierda no extrema, en lo que Le Monde ha llamado "un Yalta nocturno" para recomponer la socialdemocracia francesa.

Al cónclave no fue invitado el actual secretario general del PS, Olivier Faure, señalado desde hace meses para encabezar la lista de purgados en un autodafé que se espera sin piedad entre las huestes socialistas.

Mélenchon pierde por tercera vez y se retira

Jean-Luc Mélenchon fracasa por tercera vez en su intento de llegar al Elíseo. El candidato de Unión Popular, la coalición de extrema izquierda que lideraba con su formación, obtiene un buen resultado, pero es superado, de nuevo, por Macron y Le Pen. Sus devaneos bolivarianos, sus guiños al islam político, su adhesión a las luchas "interseccionales" y su discurso radical anti-ricos no ha obrado el milagro que esperaban sus acólitos en los últimos días de campaña. El voto de los sectores más desfavorecidos, los más pobres, se inclina hacia el otro extremo. Le Pen le vuelve a derrotar en ese segmento.

Su llamamiento al electorado para entregarle el voto útil ha sido ignorado. El voto de adhesión se ha impuesto entre los votantes de izquierda y se reparte entre Mélenchon, el ecologista Yannick Jadot, el comunista antikwoke, Fabien Roussel, la socialista Hidalgo, el ruralista Jean Lassalle y los dos candidatos trotskistas, una peculiar atracción electoral francesa.

Centroderecha vencido y dividido

Otra formación tradicional que recibe en las urnas el varapalo popular es Los Republicanos. Su candidata Valérie Pécresse defrauda a lo que queda de centroderecha, tras los mordiscos que Macron ha dado entre sus filas desde hace cinco años hasta la misma víspera del escrutinio.

Las dos formaciones que han estructurado la política francesa en los últimos cuarenta años, PS y LR, han sufrido tal debacle que no solo les aparta de la jefatura del Estado, sino que les augura un tenebroso futuro para las legislativas de junio

Pécresse tenía delante la difícil tarea de evitar el desbordamiento de votos hacia Zemmour o Le Pen y, al mismo tiempo, cerras las puertas a la estampida hacia el calor protector de Emmanuel Macron. Optó por la dureza y equipararse con postulados ya patentados por zemmourianos y lepenistas. Respondía así no a una actitud personal, sino a las tensiones internas del partido. El líder espiritual de LR, el expresidente Nicolas Sarkozy, no le concedió su apoyo. Fue la puntilla a una faena de aliño que iba perdiendo fuelle a medida que se aproximaba la cita con las urnas y crecía su estigma de "Macron-compatible".

Los franceses de derechas parecen haber decidido enterrar a la droîte molle, la derecha blandita. Bajo los escombros de Los Republicanos, Érci Zemmour, Marion Marechal Le Pen -la sobrina de Marine- y otros políticos conservadores quieren recomponer una derecha, según ellos, sin complejos, que se rearme también para iniciar un Austerlitz cultural contra la izquierda y un "macronismo" que ejerce la pesca de arrastre desideologizada, ofreciendo cobijo a todos los dispuestos a cambiar de carnet, de izquierda o de derecha. 

Las dos formaciones que han estructurado la política francesa en los últimos cuarenta años, PS y LR, han sufrido tal debacle que no solo les aparta de la jefatura del Estado, sino que les augura un tenebroso futuro para las legislativas de junio, la otra gran batalla del proceso electoral en Francia.

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