Internacional

El Partido Demócrata, a examen en la sala de autopsias

Kamala Harris asumió una nominación complicada, pero la crisis del Partido Demócrata va mucho más allá de estas últimas elecciones presidenciales

  • Joe Biden y Kamala Hraris junto a sus parejas -

"Es antiestadounidense (...) Conduce a un camino peligroso". Son incontables las acusaciones y descalificativos que el Partido Demócrata de Estados Unidos enarbola sobre el nuevo presidente del país, Donald Trump. Le acusan de hacer "abuso de poder", de arrebatar derechos y de estar "gestando una oligarquía". Sin embargo, parece que los votantes no opinan lo mismo o, si no que se lo digan a la ventaja de más de dos millones de ciudadanos que dieron la ventaja al republicano. Está claro que el magnate no es el candidato perfecto, pero ha luchado frente a un partido cada vez más devastado y que, ahora, tiene que hacerse una autopsia a sí mismo.

Las elecciones presidenciales de 2024 han dado lugar a una de las mayores crisis del Partido Demócrata de las últimas décadas. El narcisismo de un Joe Biden relegido para liderar la formación cuando sus capacidades dialécticas y comunicativas habían desaparecido, provocó que la nueva y con posible potencial candidata, Kamala Harris, apareciese en escena a poco más de 90 días para la celebración de los comicios.

La hasta ese momento vicepresidenta tenía tres meses para tratar de dar un vuelco al tablero, revertir las encuestas y combatir frente a un candidato políticamente incorrecto, con ideas férreas e intolerantes, declarado culpable de 34 delitos por parte de un jurado, acusado de llevarse documentos clasificados o de instar a asaltar la cuna de la democracia estadounidense, entre tantas cosas. Un candidato que, pese a todo ello, consiguió gobernar en 2017 y que parecía imparable también en esta ocasión

La hasta entonces mano derecha de Biden asumió una nominación complicada. Los niveles de popularidad del líder demócrata habían caído a niveles desconocidos, pero los expertos ya hablaban de un 'efecto Kamala Harris' que había dado la vuelta a las encuestas. Harris era un aliento, un suspiro para los demócratas: solo quedaban tres meses, pero al menos hay alternativa tras la marcha de Biden. Pero ese respiro fue efímero

Las filas demócratas buscaban a contrarreloj una clave que les permitiera salir del fango, combatir a Trump y ganar las presidenciales.

Las filas demócratas buscaban a contrarreloj una clave que les permitiera salir del fango, combatir a Trump y ganar las presidenciales para permanecer otros cuatro años en la Casa Blanca. Evidentemente, el tiempo corría en su contra y optaron por eliminar las posibles elecciones primarias o un nuevo programa diseñado para la vicepresidenta.

Ahorrarse tiempo jugó en su contra

Se ahorraron tiempo, sí, pero esto jugó en su contra. La falta de primarias terminó por no conceder a Harris la legitimidad esperada por muchos y, la asunción del programa electoral hecho por y para Biden dio muchos quebraderos de cabeza. El principal de ellos: la falta de claridad y una ambigüedad que un perfil como el de Kamala Harrris, primera mujer afroamericana, de ascedencia asiática, no podía permitirse. No ser clara en política exterior, como el caso de la guerra en Gaza; en política interior, como la inmigración y las fronteras; o en económica, como la dura guerra comercial con China; la convirtieron en una escisión de Biden y pronto, su popularidad lo sufriría. 

Pero no fue lo único que perjudicó a la candidata demócrata. Harris, igual que ha ocurrido con Biden los últimos años, se fue alejando de la clase obrera, trabajadora, y se fue acercando a los magnates y multimillonarios. La vicepresidenta se codeaba en sus mítines de personas ultrafamosas o CEOs de multinacionales y, poco a poco, la política social progresista se vio abandonada. El hastío y las preocupaciones porque el supuesto partido que lucharía por sus derechos no respondía a sus demandas, sembraron una semilla que comenzaría a dar alas al populismo y ferocidad de Trump, como ya empezó a ocurrir con Barack Obama (2009-2017).

Donald Trump en la Casa Blanca IMAGEN: Donald Trump en la Casa Blanca. EFE

En este punto reside la principal barrera para el Partido Demócrata y que, si tiene intenciones de competir en 2028, debe solventar. El problema es estructural, se descompone, y el perfil aristocrático no funciona. La formación debe volver a las bases, recuperar la participación del pueblo y hacer partícipes a los estadounidenses de cada proceso, escuchar sus demandas y tratar de cumplirlas a toda costa. Revertir esa sensación de traición a la clase obrera es el primer objetivo porque es evidente que la histeria anti-Trump no funciona.

'MAGA' y los nuevos modos de expresión política

La idea del trumpismo es destructiva por sí sola. Ha borrado todo el legado que Biden ha tratado de dejar en estos cuatro años -el republicano ha eliminado de un plumado decenas de decretos aprobados por la anterior Administración-. Sus declaraciones públicas son incendiarias, falta de modales, y ya ha abogado por eliminar avances en derechos conseguidos durante los últimos años. La política estadounidense está explotando como si de pólvora se tratase, sin previo aviso, y los nuevos modos de expresión política irrumpen a una velocidad incontrolable. 

Prueba de ello es que Trump ha conseguido reinventar el conocido como 'MAGA' (Make America Great Again) que ya empleaba en 1980 Ronald Reagan con el slogan "Let's Make America Great Again". Ahora el magnate habla de "movimiento", que ha logrado crear en la mente de los descontentos y hartos del 'establishment' la idea de que si le votan, no lo hacen solo a un partido -con ciento de años de historia-, sino que son un movimiento vivo, del que son partícipes y que acaba de empezar.

El futuro de Trump también es incierto, ya que cuenta con fichas muy similares y potentes dentro de su equipo que, teniendo en cuenta su trayectoria y que ya se han producido tensiones internas, podrían provocar un choque de trenes sin precedentes.

Sumado a su puño el alto, la oreja ensangrentada y al grito de "Fight!" en pleno intento de asesinato, el presidente electo se ha convertido, a una velocidad vertiginosa, en un verdadero icono que ha cambiado el imaginario republicano y estadounidense y que le ha dado más fuerza que nunca. Eso sí, también es incierto su futuro, ya que cuenta con fichas muy similares y potentes dentro de su equipo que, teniendo en cuenta su trayectoria y que ya se han producido tensiones internas, podrían provocar un choque de trenes sin precedentes. 

El Partido Demócrata se ahoga en un proyecto anticuado

El Partido Demócrata está inmerso en una situación completamente opuesta. Frente a la novedad instalada por Trump, a los de Harris les ahoga un proyecto anticuado y que cada vez se asocia menos con la justicia social y económica prometidas. Tampoco muestran demasiada y necesaria unidad -solo había que la tardía reacción de los nombres más relevantes de la formación cuando la vicepresidenta fue la elegida por Biden-. Los demócratas tienen ahora la oportunidad de salir a flote, la pregunta es cómo.

Es improbable que Harris repita como candidata en 2028, desde luego, sería una sorpresa mayúscula, y todo apunta a que opte a gobernar su California natal, por donde ya fue senadora y fiscal general. Sin embargo, estos cuatro años pueden pasar tantas cosas que es totalmente inverosímil intentar adivinarlo.

Joe Biden y Kamala Harris en la toma de posesión de 2021 IMAGEN: Joe Biden y Kamala Harris en la toma de posesión de 2021. EP

Lo que sí está claro es que los demócratas tienen que recuperar el voto popular y que una cita crucial será la de los llamados 'midterm' de 2026. En las elecciones de medio mandato, como si de un examen se tratase, se valora la gestión hasta ese momento y se eligen los 435 escaños de la Cámara de Representantes y 33 o 34 de los cien miembros del Senado.

El resultado suele favorecer al partido de la oposición y, por lo tanto, suele complicar el resto del mandato del presidente, en este caso, Donald Trump. En ese momento será cuando se desvelen muchas incógnitas. También se sabrá si el camino se allana para una reorganización interna fundamental, en la que previsiblemente irrumpan con fuerza figuras como las ya emergentes Gavin Newsom (gobernador de California) y Gretchen Whitmer (de Míchigan).

Después de la tempestad llega la calma, dicen. Habrá que esperar para saber si el histórico Partido Demócrata logra la reconstrucción para volver a arrebatar Washington al trumpismo.

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