Política

Pedro Sánchez desaira al Rey y delega cada vez más en Bolaños los despachos en Zarzuela

La relación entre el presidente del Gobierno y Felipe VI se ha deteriorado en los últimos meses. La guerra entre Moncloa y Zarzuela se recrudece

  • Felipe VI saluda a Félix Bolaños. -

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, delega cada vez más los despachos en Zarzuela con el Rey en el ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, según ha sabido este diario por fuentes conocedoras de los encuentros entre el Jefe del Estado y los representantes del poder Ejecutivo. La relación entre el líder socialista y Felipe VI se ha deteriorado en los últimos meses y esta 'dejación' da cuenta de ello, según explican las fuentes consultadas. La guerra entre Moncloa y la Casa Real se recrudece tras los últimos enfrentamientos a raíz de los incidentes de Paiporta, la ausencia de una delegación española en la ceremonia de reapertura de la catedral de Notre Dame de París y el intento del Gobierno de involcurar a la Corona en los fastos de celebración por los cincuenta años de la muerte del dictador Francisco Franco.

Lo cierto es que Zarzuela niega cualquier tipo de tensión y no quiere, en forma alguna, que se asiente la creencia de que la relación entre el Rey y el presidente del Gobierno es complicada. Por eso, cada vez que se pregunta en la Casa del Rey se dice que "existe sintonía total" entre Felipe VI y Pedro Sánchez en las conversaciones del despacho semanal. La última notificación oficial emitida por el Palacio de la Moncloa de una conversación entre ambos se efectuó el 3 de enero para informar de que el Rey no asistiría, por "razones de agenda", al acto inaugural del ciclo 'España en libertad', pero que sí participaría en, al menos, dos actos, incluido un viaje oficial a los campos de concentración del nazismo de Auschwitz y Mauthausen, en Alemania. Las fuentes consultadas se sorprenden de que el Gobierno se aventurara a manifestar públicamente su anhelo de que Felipe VI estuviera ese día sin haber indagado previamente en la disponibilidad del monarca. 

Los despachos semanales entre el presidente del Gobierno y el Rey se instauraron con la llegada de la democracia, tras la aprobación de la Constitución de 1978. Este formato de reuniones se sustenta en el artículo 56.1, que reconoce al Rey como el Jefe del Estado y señala que tiene la función de moderar y arbitrar el funcionamiento regular de las instituciones. Y aunque el formato no está formalmente regulado por una norma específica que imponga su periodicidad, con el tiempo se convirtió en una costumbre. Durante la Transición, con Adolfo Suárez como presidente y Juan Carlos I como Rey, estas reuniones se establecieron como una práctica de trabajo habitual con el objetivo de mantener una comunicación constante entre el Gobierno y la Corona. Desde entonces, todos los presidentes han mantenido este tipo de encuentros regulares con el monarca reinante, primero con Juan Carlos I y, desde 2014, con Felipe VI. No obstante, ya con Sánchez en Moncloa, el Gobierno evitó aclarar si los despachos eran o no semanales. 

En verdad, estos despachos no tienen carácter decisorio, ya que la Constitución limita las competencias del Rey. Suelen celebrarse los lunes o martes, salvo cambios en la agenda oficial, y tienen lugar en el Palacio de la Zarzuela, la residencia oficial del Rey. Su propósito es meramente informativo y consultivo y permiten al monarca estar al corriente de los asuntos de Estado y al presidente trasladarle la evolución de las políticas del Gobierno. Además, simbolizan la conexión institucional entre ambas instituciones. En la última entrevista que concedió Alfredo Pérez Rubalcaba antes de morir -para el documental X Rey-, el ex secretario general socialista, que mantuvo una relación de amistad con Juan Carlos I, comentó que departió "mucho, muchas horas" con él sobre el nacionalismo vasco, sobre Cataluña, sobre terrorismo y migración... Su relato da cuenta de que el Rey media, sin inmiscuirse, en la vida política del país que reina.

Antiguos altos cargos socialistas consultados por este diario se llevan las manos a la cabeza cuando repasan los últimos roces entre Moncloa y Zarzuela. La sensación de estas fuentes, según explican en conversación con Vozpópuli, es que "no hay quien salve al Rey en el Gobierno" y, por eso, echan de menos la altura de mira Rubalcaba. En plata: vienen a decir que esos choques institucionales no hubieran pasado con él. El análisis de estas fuentes es que la confianza entre la jefatura del Estado y la presidencia del Gobierno ha saltado por los aires, "si es que alguna vez la hubo".

Buena parte de la izquierda española, con la que gobierna el PSOE en coalición, lleva una década obsesionada con la caída de Felipe VI. La proclamación del Rey, en junio de 2014, fue una operación de Estado ejecutada por el PP y el PSOE -con Alfredo Pérez Rubalcaba al frente- que se precipitó para salvar la Corona del precipicio. El auge entonces de Podemos, auspiciado por la crisis económica y de representación que cristalizó en el 15-M, puso en jaque el sistema constitucional de 1978 que ahora los aliados izquierdistas y separatistas de Pedro Sánchez quieren derribar. La Corona era uno de los objetivos, especialmente, por el ocaso del reinado de Juan Carlos I, que se vio manchado por los escándalos al final de su reinado.

El advenimiento de una república es el horizonte compartido de las principales fuerzas políticas a la izquierda del PSOE. Los socialistas, mientras, permanecen quietos. Por el momento, sigue sin estar en sus planes romper el pacto constitucional que mantiene la Monarquía parlamentaria como forma de gobierno, pero la presión que sufren aumenta día a día, negociación a negociación. Además, las juventudes del partido son cada vez más beligerantes contra la jefatura del Estado. Y la debilidad parlamentaria del PSOE contribuye al daño a la institución. El presidente del Gobierno depende de partidos que claman por la abolición de la Monarquía. Y todos los pasos de sus socios van en esa dirección. Los desplantes se cuentan por decenas.

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