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Bienestar

La dieta atlántica, basada en pescados y verduras, reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares y el cáncer

Un estudio vincula este régimen con un menor riesgo de mortalidad en ciertos países europeos

La dieta atlántica, basada en pescados y verduras, reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares y el cáncer
Salmón con verduras Y huevos Pexels

La gastronomía española no es solamente tortilla de patatas, paella, salmorejo o cocido madrileño, entre otros muchos. También existe toda una colección de platos regionales variados, ricos y saludables, como sucede con la dieta atlántica. Este régimen, rico en pescado y verduras, aunque también contempla carnes, lácteos, legumbres, patatas o pan integral, es el resultado de siglos de adaptación a las condiciones geográficas y meteorológicas de Galicia y de Portugal.

La proximidad al Océano Atlántico favorece el consumo de todos los ingredientes mencionados: tanto aquellos que se obtienen del agua, como los que son cultivados en la tierra. Esta particular gastronomía ibérica se practica desde hace miles de años, igual que ocurre con la mediterránea. La única diferencia entre ambas es que la dieta propia del territorio atlántico (contemplada como "oficial") es más reciente.

El concepto comenzó a comercializarse en los años 2000, cuando una alianza galaico-portuguesa comenzó a estudiar los efectos de esta dieta en la salud. A partir de entonces, diferentes institutos, entidades y demás organizaciones se han asociado para expandir la identidad de este régimen y situarlo como una referencia mundial más de dieta saludable, gracias a sus propiedades nutricionales.

Investigaciones previas habían revelado que las personas que seguían una dieta atlántica presentaban mejores indicadores de enfermedades cardiovasculares y un riesgo reducido de infarto de miocardio y mortalidad. Esta misma tesis ha sido ampliada a otros contextos. Sin embargo, estos estudios se habían centrado exclusivamente en poblaciones españolas, generando dudas sobre su aplicabilidad a otros contextos, resueltas recientemente.

La dieta atlántica apunta un 15% de menor mortalidad y enfermedades

El nuevo ensayo, publicado en la revista británica European Journal of Preventive Cardiology y liderado por investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), IMDEA Alimentación y el área de Epidemiología y Salud Pública del Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBERESP), buscaba verificar, por lo tanto, si los beneficios de la dieta atlántica se extienden al resto de Europa.

Los resultados, basados en datos de 36.000 personas de cuatro cohortes europeas indican que aquellos cuya alimentación se alinea más estrechamente con la dieta atlántica presentan una mortalidad de un 15% menor en comparación con quienes siguen patrones alimentarios distintos. Esta tendencia, propia de España, se extiende además a otros países europeos como República Checa, Reino Unido o Polonia, por ejemplo; analizados también en el estudio.

Estos beneficios, observados tras más de 13 años de seguimiento, destacan, por otra parte, una importante reducción en un 19% en la mortalidad de las enfermedades cardiovasculares y un 8% en cáncer. Otra de las conclusiones del estudio revela que, aunque los resultados fueron consistentes en las diferentes poblaciones analizadas, el país en el que la dieta atlántica reducía en mayor medida la mortalidad no era España, por sorpresa, sino Polonia.

Además, al comparar este régimen con otros patrones saludables, como el índice de alimentación saludable de la Universidad de Harvard, los investigadores encontraron resultados similares en términos de reducción de la mortalidad. Estas asociaciones fueron de magnitud moderada pero consistentes en todos los análisis.

Todos estos hallazgos, sumados a investigaciones previas, sugieren la posibilidad de desarrollar guías alimentarias basadas en el patrón dietético tradicional de Galicia y propia del norte de Portugal.

Básicamente, la dieta atlántica está conformada por alimentos de temporada (locales y frescos), verduras y hortalizas, frutas, cereales, pan con grano entero, patatas, pescados y mariscos frescos, leche y lácteos, carne de cerdo, vino o aceite de oliva. La versatilidad en la alimentación hace que esta dieta pueda extenderse a otros países de Europa. Además, al ser una dieta que aboga por el consumo de alimentos de temporada y por la proximidad de estos, no se convierte únicamente en algo saludable, sino también sostenible con el medio.

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