Cultura

Por qué las élites progresistas, de Marc Giró a Hein de Haas, no pueden detener el rechazo hacia la inmigración masiva

Ni políticos, ni expertos, ni estrellas de televisión logran resucitar el discurso multicultural

  • Elon Musk participa en un acto de la derecha radical alemana

El pasado agosto se publicó en España Los mitos de la inmigración. 22 falsos mantras sobre el tema que más nos divide (Debate). Lo firmaba Hein de Haas, catedrático de Sociología en la Universidad de Ámsterdam y codirector del Instituto Internacional de Migración de la Universidad de Oxford, que prometía desmontar lo que considera percepciones falsas sobre el fenómeno que está cambiando la política europea. El prestigioso intelectual defendía que los inmigrantes no disparan los indices de delincuencia, ni erosionan el Estado del Bienestar, ni abaratan los salarios. A pesar del esfuerzo, tanto este libro como otros con tesis similares son celebrados en las burbujas progresistas pero no permean el debate público, ni siquiera son citados por los líderes socialistas y neocomunistas que defienden las fronteras abiertas. ¿El motivo? Basta encender la televisión o bajar al bar de la esquina –si no vives en una zona de lujo– para saber que ningún discurso puede desmontar la experiencia personal de la gente corriente.  

La prensa europea y casi todas las grandes figuras políticas de Bruselas hablan de Alternativa por Alemania (AdF) como si fuese un peligroso partido neonazi. Solo ha apoyado a la formación una celebridad global, Elon Musk, que participó en un mitin reciente afirmando que son “la única salvación para Alemania, quizá para el mundo”. Por muchos bustos parlantes que desfilen por nustras pantallas asegurando que la inmigración resulta socialmente positiva, el goteo de sucesos sangrientos es demasiado constante: el pasado miércoles, un migrante afgano de 28 años apareció con un cuchillo en un parque de la ciudad alemana de Aschaffenburg y apuñaló hasta la muerte a un niño de dos años, hirió a otros dos y mató al hombre de 41 que trató de detener la sangría. Los medios del país dan por sentado que este ataque marcará las decisivas elecciones naconales del próximo 23 de febrero.

Más que una escabechina, el suceso de Aschaffenburg es la gota de colma el vaso, hasta el punto de que puede romper el cordón sanitario de todo el espectro político alemán contra la derecha radical. Son demasiados apuñalamientos, atentados en mercadillos y agresiones de distinto tipo como para ignorar  el problema. Fiedrich Merz, líder de la poderosa CDU, la derecha alemana prosistema, ya ha anunciado que apoyará la propuesta de Alternativa por Alemania para restringir la política de asilo del país. “No pienso abstenerme de votar lo correcto en el Bundestag solamente porque la gente equivocada también vaya a votarlo”, explicó a la prensa. Hablamos de la primera grieta en un muro mantenido durante décadas.

La oleada en España

En España, los partidos políticos siguen aplicando el cordón sanitario a Vox y a Aliança Catalana, las dos formaciones posicionadas contra las fronteras abiertas. Jóvenes de las CUP, formación de extrema izquierda,  atacaron este domingo un puesto informativo del partido de Sílvia Orriols en Barcelona, dejaron inconsciente a uno de los militantes y el lunes reivindicaron orgullosos la acción. El Partido Popular se ha mostrado dispuesto a formar gobiernos con Vox, una decisión envuelta en polémica y que terminó truncada por el incumplimiento popular de los acuerdos en los gobiernos autonómicos. Prácticamente no hay voces en la esfera pública española que se posiciones contra la inmigración masiva, pero los españoles de a pie siguen declarando que el aumento de extranjeros es el mayor problema de España, como muestra la encuesta del CIS del pasado septiembre, mientras que otros informes revelan que el 57% de los españoles opina que ya tenemos demasiados inmigrantes.

El popular presntador y humorista Marc Giró emitió el pasado octubre un monólogo en su programa Late Xou, ahora ascendido a TVE1, donde se burlaba de los españoles que denunciaban el exceso de migrantes en nuestro territorio. Al día siguiente de difundirse, se volvió viral. En el número decía cosas como la siguiente: “Te molestan los independentistas porque no quieren ser españoles, pero también te molestan los inmigrantes que quieren ser españoles. ¿Querer ser español está bien o está mal? ¿En que quedamos? ¡Joder! ¿En qué quedamos?”, exclamaba. ¿Es légítimo este razonamiento? Por supuesto, Giró puede opinar lo que quiera, la comedia sin libertad no es comedia, pero una nación no es una hoja de Excel esperando a ser rellenada, ni las personas somos simples cifras intercambiables. Hablamos de seres humanos y familias con raíces, tradiciones y creencias colectivas cristalizadas a lo largo de siglos.

Si el noventa por ciento de los habitantes de Ripoll fueran musulmanes sirios sumisos a la sharia aquello dejaría de ser Ripoll, igual que si llenamos el barrio de Lavapiés en Madrid de mormones trumpistas dejaría de ser Lavapiés. Francia parece menos Francia si las parejas homosexuales no se atreven a besarse y abrazarse en ciertos barrios del país por temor a represalias de radicales islámicos. De ahí el informe del instituto Ifop Opinión de 2019 que revelaba que la opción electoral preferida de la comunidad LGTBIQ+ francesa es la Agrupación Nacional de Marine Le Pen, el partido más beligerante contra el islam radical y la migración descontrolada que ha desgarrado muchas zonas del país.Tenemos municipios donde los españoles no son ni la primera ni la segunda nacionalidad. 

Tenemos ya municipios donde los españoles no son la primera ni la segunda nacionalidad

Durante el último lustro, las agresiones sexuales en Cataluña se han triplicado: pasaron de los 419 de 2019 a los 1.280 del pasado ejercicio. Hablamos de la comunidad con mayor inmigración musulmana de España, que sufre una tasa de 16,5 violaciones por cada 100.000 personas, el doble de la media nacional (8,3). ¿Es más ingenuo quien relaciona inmigración masiva y aumento de los delitos o quien espera que un musulmán educado en el machismo y la homofobia vaya a abandonar sus prejuicios solo por haber pisado suelo europeo? El rechazo mayoritario a la inmigración viene también del sensato deseo de que no se repita en España lo que vemos en Francia, Gran Bretaña y Suecia, entre otros países. El pasado diciembre se publicó un informe que muestra que el 53% de las mujeres francesas demandan inmigración cero –ni legal ni ilegal– para sentirse más seguras en su propio país.  Por eso monólogos como el de Giró y otros cómicos cosmopolitas apenas tienen impacto en el gran público.

El monólogo de Giró presentaba el rechazo a la inmigración masiva como una postura caprichosa y racista, cuando se trata de una defensa de la soberanía, la seguridad nacional y el arraigo humano. Un reciente mapa de la inmigración en España, elaborado por el diario ABC, revelaba que en nuestro país ya hay más marroquíes que asturianos y más colombianos que zaragozanos, mientras que los venezolanos en Madrid superan a toda la población de Cádiz. Tenemos municipios donde los españoles no son ni la primera ni la segunda nacionalidad. ¿Tanto extraña que millones de compartiotas se resistan a que disuelvan su historia, su cultura y sus vínculos de fraternidad?

El progresismo siempre apoyó el plan de Ada Colau para controlar el turismo masivo en Barcelona. Alegaban que era una medida sensata, ya que las hordas de visitantes estaban deteriorando, homogeneizando y encareciendo la vida cotidiana en la ciudad condal. Igual que se defiende esto, se puede admitir que la avalancha migratoria que sufrimos en las dos últimas décadas ha tenido efectos rechazables para amplias mayorías de la población española, especialmente las de rentas más modestas, que no están dispuestas a dejarse hipnotizar por ningún gurú mediático.

 

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