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Cultura

Álex de la Iglesia convierte el viaje compartido en una pesadilla desternillante en 'El cuarto pasajero'

El director más prolífico del cine español estrena este viernes una comedia protagonizada por Blanca Suárez, Ernesto Alterio y Alberto San Juan

Fotograma de 'El cuarto pasajero', de Álex De la Iglesia
Sony Pictures

El cineasta Álex de la Iglesia sabe retratar como nadie las miserias humanas de los españoles en la gran pantalla y muestra de ello es El cuarto pasajero, su nueva película, que llega este viernes a los cines españoles. La cinta, una "road movie" que viaja desde la bilbaína plaza del Sagrado Corazón de Jesús hasta un atasco a las puertas de Madrid, es una excusa perfecta para dar rienda suelta a la fórmula demente que tanto le gusta al director.

La España que finge, que esconde el sufrimiento, que viste de lo que no cobra y que gasta en lo que luego no come conduce y toma asiento en esta comedia hilarante, que recurre como escenario al famoso servicio de viajes en compañía. Esa herramienta tan "cool" y ecológica que permite compartir viajes ahorrando combustible sirve también para esconder con dignidad las carencias de una vida soñada que nunca se ha hecho realidad.

Ese es el caso de los cuatro pasajeros de esta comedia, tan reconocibles, tan familiares y tan descriptivos, que uno pasa de la risa a esa vergüenza ajena tan inevitable. Alberto San Juan, uno de los actores españoles a los que mejor le sienta la comedia, interpreta a Julián, un divorciado de 50 años que recurre a la famosa aplicación para compartir viajes cada fin de semana. De esta forma, no solo financia sus trayectos, sino que comparte tiempo con la mujer de la que ha enamorado, Lorena (Blanca Suárez), a quien tiene pensado declararse.

La España que finge, que esconde el sufrimiento, que viste de lo que no cobra y que gasta en lo que luego no come conduce y toma asiento en esta comedia hilarante

Los planes románticos de este trajeado gentleman se vienen abajo cuando a su voluminoso Volvo plateado se suben dos extraños pasajeros que boicotearán sus planes: un atractivo hippie con guitarra, a quien da vida Rubén Cortada, que llama la atención de Lorena, y un desagradable, egocéntrico y jeta interpretado por Ernesto Alterio que cambiará el rumbo de todos los ocupantes. Este último, con sus pulseras de conchas, su chaqueta cara de lana y sus tarjetas de crédito sin fondo, es, para esta redactora de Vozpópuli, el personaje que mejor trazan Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría, guionistas del filme: un caradura sin límites, engominado e incapaz de quitarse los cascos para hablar, que conduce a esta trama por terrenos alocados.

Álex de la Iglesia y el desenfreno

Lo malo: como es habitual en sus películas -a excepción del slasher Veneciafrenia, que juega con los ritmos propios del género-, Álex de la Iglesia se marca una primera media hora notable, en la que presenta con esmero a cada uno de sus personajes y arranca unas cuantas sonrisas. De pronto, arranca el desenfreno marca de la casa y no hay marcha atrás, lo que permite disfrutar sin sobresaltos del barullo en el que se mete, pero cierra de nuevo la puerta a esperar algo fresco y nuevo por parte del director bilbaíno. Una pena.

Lo bueno: los actores Alberto San Juan y Ernesto Alterio compiten durante toda la trama por el honor de convertirse en el mejor intérprete cómico del país, y en esta pugna sale ganando el espectador, que no descansa un segundo entre las barbaridades tan caricaturizadas, pero no por ello menos ciertas del personaje de Alterio -que cada día se parece más a su padre-, o la locura "in crescendo" a la que se somete el acomplejado personaje de San Juan, que explora por primera vez el lado más oscuro de la improvisación en la vida. Sin duda, son ellos quienes evitan que la película caiga en picado.

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