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Política

Sánchez aspira a que Rivera y los barones del PSOE no boicoteen su gobierno tras el 26-M

Pedro Sánchez.

Llevamos semanas oyendo que Pablo Casado se juega en las elecciones municipales y autonómicas de este domingo su continuidad en el PP; y, siendo cierto, eso está haciendo que pasen desapercibidos otros retos. Por ejemplo, Pedro Sánchez, sin ir más lejos, se juega en las urnas qué tipo de pactos puede hacer con Unidas-Podemos y, sobre todo, si Pablo Iglesias o Irene Montero entrarán finalmente en el Gobierno como ellos quieren.   

Porque si Ciudadanos y Albert Rivera acaban siendo determinantes para la reelección de los presidentes socialistas de Castilla-la Mancha, Emiliano García-Page; Extremadura, Guillermo Fernández-Vara, o Aragón, Javier Lambán, Sánchez tiene un problema. 

Su proyecto pasa por un pacto con Iglesias que desde el minuto uno sería 'torpedeado' por Rivera y los suyos, que ya han anunciado en Madrid medidas como la compensación, en el 'tramo autonómico' del IRPF en cada comunidad donde gobiernen, de una eventual subida de impuestos que aprueben el presidente del Gobierno y el líder de Podemos.

Aunque solo han pasado tres años, nada queda de aquel acuerdo de investidura Sánchez/Rivera firmado el 23 de febrero de 2016 bajo el cuadro de Juan Genovés El abrazo, pintado en 1977 y que simboliza la reconciliación entre españoles surgida de la transición. Hoy, Sánchez y Rivera apenas se hablan, y el de Ciudadanos no oculta, tras el 28 de abril, que su buen resultado es el trampolín sobre el que aspira a quitar al líder socialista de La Moncloa.

Por eso, el primer objetivo compartido de Sánchez e Iglesias este domingo es que repitan los llamados 'alcaldes del cambio', elegidos en 2015 mediante un pacto de izquierdas, con la madrileña Manuela Carmena a la cabeza; el valenciano Joan Ribó; el zaragozano, Pedro Santisteve, o el gaditano José María González 'Kichi'; y, de propina, aunque mucho más difícil, que Podemos pueda seguir siendo socio de Page o Lambán. En el caso de Vara en Extremadura es más fácil, según los sondeos.  

¿Gobierno de coalición?

Si eso no se produce, y la ola de cambio que promueven PP, Ciudadanos y Vox se consolida, Sánchez tendrá que repensarse mucho qué tipo de colaboración ofrece a Unidas-Podemos. Sus propios barones así se lo van a demandar en el primer Comité Federal que celebre el PSOE tras las elecciones de este domingo, donde habrá que concretar a qué pactos se llega.

Precisamente, el presidente del Gobierno quieren controlar con mano férrea esa negociación porque se teme que Rivera, llegado el caso, presione a los que llama "disidentes" (sic) del 'sanchismo', al que no piensa dar tregua, como se ha visto en este primera semana parlamentaria a propósito del episodio de la suspensión de los diputados soberanistas catalanes presos.

Y los acuerdos "escritos" a los que llegue Ferraz, tanto si es solo con Unidas-Podemos, como si incluye, al menos en las autonomías y municipios, a Ciudadanos, tendrán que ser no solo ratificados por el Comité Federal socialista como por los militantes en una consulta.   

Así, en los Estatutos del PSOE aprobados tras el último Congreso federal se especifica que "las consultas a la militancia serán, con carácter general, vinculantes" y su resultado "de obligado cumplimiento", lo cual es es caso de los pactos poselectorales; mientras que si la consulta tiene sólo un carácter "consultivo", la Dirección tendrá que "considerar" el resultado de la misma.

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