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Política

El Gobierno tiene “bajo vigilancia” a varios cónsules acreditados en Barcelona

Los papeles de Escocia. Torra y Borrell.

"Anda con pies de plomo". Así comienza un correo electrónico de Camilo Villarino, el jefe de Gabinete de Josep Borrell, al cónsul español en Edimburgo, Miguel Ángel Vecino, en el que desvela que el Gobierno tiene "bajo vigilancia" a algunos cónsules extranjeros en Barcelona por tener gestos con el independentismo catalán.

El email de Villarino es del pasado 22 de abril y fue una respuesta a un mensaje del representante español en Escocia ante los deseos del Ejecutivo de Nicola Sturgeon de crear un cuerpo consular en dicho país que reuniera a todos los representantes diplomáticos acreditados en este territorio británico.

La persona de máxima confianza de Borrell advirtió al cónsul español de que Sturgeon pretendía imitar los pasos de Quim Torra en Cataluña. "La constitución de una asociación consular semejante en Barcelona ha sido uno de los instrumentos clave que ha utilizado la Generalitat para tratar de ganar a su causa a los cónsules de carrera y honorarios en Cataluña", subrayó Villarino.

Correo del jefe de Gabinete de Borrell sobre los cónsules en Barcelona.

La diferencia entre un cónsul de carrera y un honorario es que el primero es un diplomático enviado por su respectivo Gobierno que desempeña todas las funciones consulares que permite el Derecho internacional, mientras que el segundo, que suele ser un nacional del país en el que está acreditado, sólo es competente para ejercer un número limitado y secundario de esas funciones consulares.

Barcelona es la tercera ciudad del mundo con mayor representación consular sin ser una capital. En la actualidad, hay 41 cónsules de carrera y 54 honorarios. De estos últimos, la gran mayoría son catalanes y están vinculados al mundo empresarial.

El jefe de Gabinete del ministro de Asuntos Exteriores hizo hincapié en que el Gobierno había tenido que promover el cese "de una media docena de cónsules" acreditados en Barcelona. Todos ellos habían sido honorarios, pero la novedad que aportó Villarino en el email es que había "alguno de carrera también bajo vigilancia".

Un salto cualitativo

Este último dato supone un salto cualitativo sobre los apoyos internacionales al procés, pues si un cónsul extranjero acreditado en Barcelona muestra simpatías por el secesionismo catalán significa que, o bien lo hace con el apoyo expreso de su país -lo que podría desencadenar una crisis diplomática con España-; o bien que ha sido 'captado' por la Generalitat catalana para la "causa" de la que habla Villarino.

Hasta ahora se sabía que España había exigido en los últimos años el cese de cinco cónsules honorarios, cuatro bajo el Gobierno de Mariano Rajoy -Letonia, Filipinas, Bulgaria (el exfutbolista Hristo Stoichkov) y Finlandia- y uno con el de Sánchez -el de Grecia-, por lo que cuando la 'mano derecha' de Borrell habla de "media docena" se puede estar refiriendo a esos cinco casos. 

Borrell se reunió en abril con los cónsules de carrera acreditados en Barcelona.

El propio Borrell explicó hace un año, con motivo del cese del representante honorario de Grecia, que un cónsul no puede “agraviar a la bandera del Estado español en la calle”. La persona señalada fue el empresario y arquitecto Fernando Turró, quien fue visto en actos que no son propios de su condición diplomática.

En concreto, participó, en diciembre de 2017, en un acto fuera de España con el fugado expresidente catalán Carles Puigdemont y en la Diada del año pasado se manifestó con una camiseta con la bandera independentista, lo que España consideró una intromisión en los asuntos internos del país ante el que está representado.

Las palabras de Villarino se produjeron, precisamente, una semana después de que Borrell viajase a Barcelona para reunirse con los cónsules acreditados en esa ciudad. El jefe de la diplomacia española eludió abordar la cuestión independentista, pero les recordó que su "interlocutor principal" es el Gobierno central.

Bélgica y Venezuela, en el punto de mira

Vozpópuli informó en abril, prácticamente en las mismas fechas que el correo de Villarino, que los cónsules generales de Venezuela y Bélgica estaban en el punto de mira. El primero se llama Ricardo Capella y ha dado muestras de su sintonía con los sectores independentistas radicales de la política catalana, que a su vez apoyan la causa bolivariana en Venezuela. Eso le ha llevado a asistir o participar en actos organizados por la CUP, sus juventudes o grupos de similar ideología.

Por su parte, el cónsul de Bélgica es Jan Vandeput y desde el principio de su estancia en Barcelona llamó la atención la alfombra roja que le puso Quim Torra y las buenas relaciones entre el Gobierno belga y el expresidente huido de Cataluña, Carles Puigdemont. A finales del año pasado el Ejecutivo belga incorporó a su gabinete como ministro de Defensa al flamenco Sander Loones, autor de comentarios en favor del independentismo que se declara admirador del expresidente catalán.

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