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Opinión

Pobre Leonor

¿Y si no se sintiera capacitada para llevar a cuestas el peso de una monarquía, para sostener todo un reino sobre sus hombros?

El problema dental de la princesa Leonor: así es el tratamiento para corregir su sonrisa
La princesa Leonor Europa Press

A menudo sólo vemos las alfombras rojas, los flashes, los palacios de techos altos, las mesas infinitas, la cubertería impoluta, la mantelería de hilo, los vestidos pomposos, los brillantes colgando del cuello o de las orejas. Intuimos los perfiles maquillados, los cabellos cardados, los moños lacados para sostener bien la tiara… inventamos las conversaciones en coches tintados guiados por un chófer que pagaría muy caro desvelar hasta la frase más inocente. A menudo, lo único que juzgamos es la fotografía oficial, la que no está en los álbumes familiares, la que destila alegría, aunque detrás se esconda demasiada tristeza.

Porque no sabemos nada, en realidad, sobre las normas, las obligaciones, las discusiones, las palabras más altas, las imposiciones a las que se ve sometida la joven que en un futuro podría estar al frente de la corona de nuestro país. “Pobre Leonor”, es lo que pensé el martes cuando saltó la noticia. Sí, pobre, aunque muchos diréis que vive como la reina que todavía no es. Sin embargo, aún sin trono, debe prepararse por si llega el momento de ocuparlo.

Y cómo le explicas a una chica de 17 años que actualmente termina segundo de bachillerato en Gales -libre, lejos de los objetivos- que, al terminar el verano, tendrá que seguir los pasos que están escritos para ella y comenzar su formación militar. Primero en Zaragoza, después en Pontevedra y por último en San Javier, Murcia. Tierra, mar y aire. “Una tradición ampliamente observada en las monarquías parlamentarias europeas”, reza el comunicado emitido por Zarzuela. Ya lo hicieron, de hecho, su padre y su abuelo, aunque eran otros tiempos, nada que ver.

Qué pasará por una cabeza que a esa edad suele andar ocupada con amores, desamores, fiestas, dudas, miedos e inseguridades

Una vez terminados esos tres años en el Ejército -un día que ahora la Princesa de Asturias verá todavía demasiado borroso- podrá, ya sí, cursar sus estudios universitarios. Dice esa misma nota, que tanto Felipe Vl como su esposa consideran que la carrera militar de su hija “es muy conveniente y valiosa: refuerza las capacidades de servicio y entrega, y facilita los cometidos de representación que deberá asumir”. Están también, añade el texto, satisfechos porque ella acoja su futuro con “voluntad, interés e ilusión”. Pero, más allá de lo escrito para el escaparate, me pregunto, qué opinará realmente la joven; qué pasará por una cabeza que a esa edad suele andar ocupada con amores, desamores, fiestas, dudas, miedos e inseguridades. ¿Y si su sueño fuera ser astronauta o farmacéutica o periodista de raza como su madre? ¿Y si su vida pasara por fugarse lejos en busca de un lugar en el que sus apellidos no conllevaran nada? ¿Y si maldijera la familia en la que ha nacido? ¿Y si no se sintiera capacitada para llevar a cuestas el peso de una monarquía, para sostener todo un reino sobre sus hombros? ¿Y si…?

Su destino está escrito desde que nació, aunque me encantaría algún día tenerla de frente y preguntarle, sin cámaras, con un café, en una charla que se llevaría el viento, si es feliz con este papel que le ha tocado representar en un siglo XXI

Lo cierto es que no me gustaría nada estar en su piel. No por la formación castrense en sí - ojalá le ilusione de verdad- me refiero a la idea de una vida establecida previamente en un guion escrito sin concesiones para la protagonista. A partir de finales de agosto Leonor tendrá que cumplir con la estricta hoja de ruta marcada para todos los cadetes en la Academia Militar zaragozana. Lucirá uniforme, dormirá en estancias colectivas, tendrá que ser disciplinada, buena compañera y realizar todo tipo de actividades que van desde marchas hasta ejercicios de tiro con fusil de asalto. De noche o de día. Llueva o luzca el sol. Haga frío o calor. Y si supera la prueba, hará historia al ostentar la jefatura del Estado y ser la primera mujer capitán general de los tres Ejércitos españoles. Pero, ¿está eso dentro de sus sueños?, ¿qué le rondará por dentro al acostarse?, ¿derramará, tal vez, alguna lágrima al imaginar de juerga a sus amigas?, ¿podrá seguir sin rabiar el chat en el que su pandilla narre lo que se cuece en las tardes comiendo pipas en el parque? Su destino está escrito desde que nació, aunque me encantaría algún día tenerla de frente y preguntarle, sin cámaras, con un café, en una charla que se llevaría el viento, si es feliz con este papel que le ha tocado representar en un siglo XXI que no se parece en nada a otras épocas pasadas en las que primaban la contención y los romances de sangre azul.

Hay una frase de García Márquez que recoge Héctor Abad Faciolince en sus diarios que dice así: “todo el mundo tiene tres vidas: la pública, la privada y la secreta”. Y hay también mundos que tienen que resignarse, añadiría yo, a vivir sólo una, la más difícil, la pública. Esa vida en la que todos te miran, pero nadie te ve.

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  • P
    Pontevedresa

    Creo que es un privilegio llegar a ser algún día Reina de España, y como es lógico lleva unas obligaciones considerables como es una preparación de primer nivel. Tiene la opción de renunciar a su derecho dinástico, pero no creo que lo haga. Todos en la vida tenemos que hacer cosas que nos suponen un gran esfuerzo y no me da pena ninguna su situación. Si no se siente con fuerzas también tiene el derecho a decir que no. Ir a las Academias militares supondrá un gran paso, lejos de la vida frívola y pija, entrará en contacto con españoles con vocación de servicio, y aprenderá valores importantes, como es la lealtad, la austeridad, la disciplina, el compañerismo, el amor a España, la responsabilidad, que no es poca cosa. En su formación universitaria espero no la manden a la Facultad de Ciencias Políticas o a la de Periodismo, agujeros del podemismo, y escojan en la Complutense o donde sea algo con más nivel y donde haya una neutralidad política. Le deseo suerte.

    • A
      Aquiles

      Totalmente de acuerdo ...es mas quizás su preparación deba estar fuera d España , En EEUU por ejemplo , donde los periodistas no puedan acosarla a cada momento (allí es Delito, penado con carcel ) ...

  • P
    primus inter nones

    Su carcel es de oro, pero no deja de ser una carcel.

  • A
    ACE of SPADES

    A un gran porcentaje de la población le encantaría tener ese futuro: vivir como una reina, no dar un palo al agua, y no tener grandes preocupaciones por el futuro, por lo menos a corto y medio plazo. Y además se lo puede pensar y renunciar a sus derechos al trono. Tiene sustitutos, por este orden: su hermana Sofía, su tía Elena, su primo Felipe Juan Froilán, su prima Victoria Federica, etc.

  • P
    Proserpina8

    Creo que tampoco es tanto sacrificio por la vida que lleva en la que nunca se tendrá que preocupar por su futuro laboral. Además si tan a disgusto estuviera podría hacerse un príncipe Harry y luego llorar por los rincones por lo injusta que es su vida y lo incomprendida que se siente. Fuera hace mucho frío. No creo que proteste. Alguna obligación tiene que tener su puesto privilegiado. Y sí, su madre periodista dicharachera, pero bien poco tardó en dejarlo todo para ser mujer florero. Digo yo que el cambio le compensaría.

  • V
    vallecas

    ¿Y si su sueño fuera ser astronauta, farmacéutica, periodista o REINA como su madre?
    Quizá este cumpliendo sus sueño se ser Princesa y Reina de España ¿no?
    Haga una cosa DºAne. Cuando vaya al "súper" a hacer la compra le dice a la cajera que está muy triste por la pobre Leonor.