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Opinión

Gruñidos en Ferraz: el socialismo de cochiquera

Pedro Sánchez, en el centro, en una reunión con dirigentes socialistas

Un desacompasado coro de gruñidos y un estruendo de susurros precedió a la Ejecutiva Federal del PSOE, un cónclave tan inútil y tedioso como un telediario de la 1. Se hablaba de rebelión en la granja, de revuelta de capitanes, de amago de sublevación. Se calentó tanto la previa que incluso José Luis Ábalos, el capataz del cortijo, tuvo que salir el domingo, en una entrevista desbordada de abyección y vileza, a apaciguar a sus filas y aquietar a las mesnadas. Lejos de lograrlo, crispó aún más a su tropilla, algo alterada tras el acuerdo de Presupuestos con los epígonos de ETA.

Ábalos, número tres del partido, ministro de Delcy en Barajas, guardián de las cuarenta maletas venezolanas, amigo de los comisionistas de las mascarillas, se mostró más torpe de lo habitual. Con ese aspecto de picador cazallero, se adentró muy gallardo por terrenos inhóspitos y dio alas al griterío y la bulla. "Bildu se ha portado en forma más responsable que el PP". Tanto subió de tono la marejada que, al día siguiente, viró en redondo, se alejó de Bildu, negó tal pacto y punto final. Pablo Iglesias, el arquitecto de la infamia, ay, se carcajeaba. 

"Es un acuerdo despreciable. Muchos españoles y desde luego muchos socialistas, tienen un nudo en la garganta y quieren gritar, con Bildu, no", exclamó Guerra frente a una atribulada periodista

Volvieron a escucharse las quejas habituales, los bufidos de rigor de los Lambán, Page, Vara, que han de mirar por su parroquia y hasta se adivinó un suspirito desde el sur, quizás Susana, antigua sultana y ahora acoquinada palmera. Pareció recobrar el habla, amagar un reproche. Pero no. Lo único andaluz que retumbó en estas horas fueron los sarcasmos vitriólicos de Guerra. "Es un acuerdo despreciable. Muchos españoles y desde luego muchos socialistas, tienen un nudo en la garganta y quieren gritar, con Bildu, no", exclamó frente a una temblorosa entrevistadora que apenas acertaba a mantenerse firme en la silla. 

Es posible que sean cientos, miles los militantes, simpatizantes y votantes socialistas a quienes se les hace bola el ir de la mano con un partido heredero del terror, que descree de la democracia, que anuncia que va a Madrid a derribar el régimen, que aplaude a las alimañas salvajes cuando, aún con las manos ensangrentadas, salen de la celda y regresan a sus madrigueras. Sin arrepentimiento ni contrición. Quizás quieran gritar pero no les sale. O no se les oye. Ni en Huelva ni en Ferrol. Ni en Granada ni en Castellón. La peña del puño y la rosa permanece muda como un ejército de fantasmas, como una masa de figurantes sin texto, como una caterva de pasmarotes sonámbulos.  

Las frasecitas de Iván

Los barones reunidos en Ferraz se mostraron sumisos, una vez más. Escucharon a Sánchez, a quien le deben el puesto, como monaguillos imberbes, asustaditos, encogiditos. El líder de la banda reprendió a los 'desleales' y mandó a callar. Un manto de silencio lo envolvió todo. Aplaudieron las tontunas del jefe y hasta le jalearon sus frasecitas tuiteras de Iván: "No seré el PSOE de siempre pero siempre seré el PSOE". Jejé, qué ocurrente está hoy el Rasputín. 

Esta cúpula del PSOE, este unánime coro con forma de Ejecutiva, no es más que una piara de chanchitos agradecidos que se revuelcan en esa pocilga basurienta en la que Sánchez ha convertido no sólo Ferraz sino el entero edificio de nuestro marco constitucional, nuestra convivencia y nuestras libertades. 

Todo se tambalea, los cimientos crujen y las paredes amenazan con implosionar. El proyecto de Pablo Iglesias avanza sin contratiempos, con las bendiciones, el impulso y la divertida aquiescencia de Sánchez. En la misa negra de Ferraz, el Ser Supremo tan sólo tuvo que reconvenir con un leve gesto a sus lechoncillos para que cesaran los ayes y los grititos. Fernández Vara se postró de hinojos, se rasgó las vestiduras y se tragó esas arcadas que le provocaba lo de Bildu, sin necesidad de un antiemético. Incluso habría bailado un zorcico con Otegi si se lo hubieran insinuado. 

Las teles lo repiten con un machaconeo tan persistente que horada hasta la neurona más firme. Las escuelas lo corean. Los libros de texto lo consagran. Es un asedio de alta intensidad, ingeniería social sin anestesia

Poco sorprende esta pusilánime actitud por parte de quienes defienden con ahínco su disputado hueco en el comedero de la pocilga. Menos se explica, sin embargo, esa actitud impropia en tantos socialistas que conocieron, vivieron y sufrieron los años del horror y la sangre. Tan sólo alguna voz aislada. Redondo Terreros, De Carreras, Leguina, Paco Vázquez, Corcuera, Felipe, desde luego. Retales de antaño, restos de serie, material por derribo. "Ahora nos toca a nosotros", como dice Lastra

Tres iniciativas que deberían provocar el repudio radical de una población identificada y supuestamente defensora de los valores democráticos. Nada de eso ocurre aquí

Mejor Bildu que el PP, sentenció Ábalos. Así es. Desde el pacto del Tinell de Zapatero y Maragall, la derecha quedó demonizada, paso previo a ser desterrada del tablero político. No se puede pactar con ella porque no tiene derecho a existir. Destierro, cadena perpetua, lapidación, crucifixión. La derechona es franquista, fascista y golpista. No tiene derecho a existir. Quiere derrocar al Gobierno progresista, quiere sepultar los avances sociales, quiere sojuzgar a las mujeres. Las teles lo repiten con un machaconeo tan persistente que horada hasta la neurona mejor instalada. Las escuelas lo corean. Los libros de texto lo consagran. Es un asedio de alta intensidad, ingeniería social sin anestesia. 

Con inusitada velocidad, el Ejecutivo socialcomunista de Sánchez ha puesto en marcha en las últimas semanas tres medidas imposibles de convalidar en nuestro entorno europeo. El asalto del Poder Judicial mediante el nombramiento digital del CGPJ, la resurrección de la censura en forma de Ministerio de la Verdad y el destierro del castellano de las aulas de una parte de España. Tres iniciativas que deberían provocar el drástico repudio de una población identificada y supuestamente defensora de los valores democráticos. Nada de eso ocurre aquí. El Gobierno pacta las cuentas del Estado con los enemigos de la nación y los cerditos aplauden gozosos desde la zahúrda de Ferraz mientras escupen sobre sus tumbas. Esto es ahora España. Una sociedad narcotizada y sometida a un ególatra tiranoico que juguetea con una bola de demolición. Quizás sin remedio. ¿Lo tiene? Inés, Casado y Abascal quizás tienen la última palabra. 

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