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Opinión

EL DARDO DE ARRANZ

La peligrosa 'media verdad' de Pedro Ruiz a la llorosa María Casado

Afirmó Pedro Ruiz que es más difícil “limpiar que intoxicar”. El problema es que hay quien hace lo segundo con uniforme y fregona para disimular sus verdaderas intenciones

María Casado
María Casado RTVE

La presentadora de televisión María Casado está compungida porque su programa tiene poca audiencia y no pudo evitar las lágrimas durante su entrevista a Pedro Ruiz, emitida el pasado miércoles. Su interlocutor, que no calla -que lleva años sin callar- le comentó: "Te he dicho más de una vez que es mucho más difícil desintoxicar que intoxicar. Los medios ofrecen mucho más dinero ahora por intoxicar que por limpiar. (...) Tiene más mérito limpiar que ensuciar. ¿La audiencia? Los números no son el alma de la vida".

Uno de los ejercicios más difíciles de la vida es saber diferenciar lo que somos de aquello en lo que nos hemos convertido. Lo esencial de lo inevitable. Sería muy sencillo vivir sin tener la necesidad de sobrevivir. Sin intoxicar ni intoxicarse. Sin tener que actuar con la nariz tapada o contra los propios principios para llevar comida a la mesa o para que no te arrase una corriente interna laboral. O para ocultar un error o una traición.

Con la supervivencia garantizada, sería muy fácil ser santo y estoico. Pero, querida María, tu entrevistado te ocultó que a veces toca limpiar, pero a veces nos vemos abocados a ensuciarnos y a ensuciar. Y sí, los números importan. Quizás no en la esfera privada, pero desde el momento en el que sales por la puerta de tu casa son relevantes. Significan orden o buenos y malos resultados; o riqueza o ruina. Los números pesan más que tú y que yo. Que no importamos. O casi no…

La toxicidad mediática

¿Y en qué nos hemos convertido? Los medios, en un enorme cenagal del que emanan gases tóxicos. Se ha podido apreciar estos días: se desata una guerra en la Génova castiza y otra en Ucrania. Y se cavan trincheras con los cuchillos afilados que las sobrevuelan, se construyen empalizadas con páginas de periódico, se traiciona y se multiplica la mentira.

¿Y en la casa para la que trabajas, María? Es decir, ¿en RTVE? El otro día se levantó un tertuliano de un programa -Eduardo Serra- y acusó a su presentador de haber convertido el debate en una cacería contra el PP. No hace falta pensar en La Isla de las Tentaciones o en Supervivientes, como dijo Pedro Ruiz. A veces basta con mirar al plató de al lado. O a cualquier redacción periodística. Pero reitero: una cosa es lo que somos y otra, en lo que nos hemos convertido. Como periodistas, como empresas periodísticas... y como personas.

La verdad es que no está la cosa para tirar cohetes. Afirmó Pedro Ruiz que es más difícil “limpiar que intoxicar”. El problema es que hay quien hace lo segundo con uniforme y fregona para disimular sus verdaderas intenciones. La filantropía contemporánea es, en parte, eso: pura jauja. Una capa de fondant que se aplica sobre un alma que no es tan limpia como parece.

Se llega aplaudir -de forma unánime, so pena de 'vapuleo'- a quienes sólo ayudan a los demás si tienen a mano un palo selfie, no sea que alguien se lo pierda. “Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres”, expresa el Evangelio. Aquí todo el mundo alaba al cocinero. Y a tantos otros que donan con altavoces en mano y notas de prensa.

Populismo urbanístico

Pedro, reconocerás que lo ponen a huevo. Si es que este jueves mismo se conocía que el Gobierno ha aprobado que la estación de Atocha se apellide “Almudena Grandes. ¿Crees siquiera que quien ha tomado esa decisión ha leído a la autora? Habría que ver incluso si no se pierde entre los párrafos si no se guía con el dedo índice. Puro politiqueo. Un gesto para los suyos. El callejero, convertido en una pelea de moros contra cristianos en la que cada ejército trata de avanzar sobre el rival. ¿Pretende limpiar la memoria de alguien quien ha tomado esta decisión? ¿O intoxicar al rival? La respuesta nunca es tan sencilla.

Yo sé que la intención de esas palabras era simplemente la de consolar. Pero no merece la pena ocultar tanta y tan patética verdad. Casi era mejor haber tranquilizado a la Casado con la siguiente frase: hay que seguir hasta que la burra dé leche. Los números son importantes, pero hay quien aprende a vivir de forma tranquila pese a que estén en rojo. Ocurre en todos los ámbitos. Hay quien gasta 158 millones de euros en publicidad institucional y ni se sonroja. O quien engorda la deuda del Estado sin freno y anuncia en la prensa que hemos "salido más fuertes". O quien, en RTVE, acumula fracasos y no llora, sino que sonríe en las fotos. O algún que otro sindicato que habla o calla en función del buen o el mal trato que recibe por parte de la Dirección, sin que le importe un pimiento el rumbo de la empresa.

Hay quien se sienta en las mesas de tertulia a disertar sobre Ucrania sin tener ni pajolera idea y se lleva una morterada por ello. Y quien un día es urgenciólogo, otro habla sobre volcanes y, otro, sobre la liga de fútbol. A veces, no queda otra que tener poca vergüenza. Eso es más importante que limpiar o dejar de hacerlo. Luego, María, en casa, cada cual somos como nos parece. Lo importante es dejar en la puerta aquello en lo que nos ha tocado convertirnos.

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