Opinión

La carísima fuga de Yolanda Díaz

La próxima vez que nos quiera contar lo mucho que le gusta planchar, no lo haga desde una cuenta gubernamental, sino personal

  • Yolanda Díaz, cada vez más sola -


Poco tengo que decir de la estampida generalizada de la red de Elon Musk, por parte de gente de izquierda, que no haya dicho antes. Así que voy a tratar de no repetirme. Pero no puedo dejar de comentar este tema, poniendo el foco en doña Yolanda Díaz.

 

Nos dice nuestra vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, a través de un comunicado que publica en la propia plataforma: “He decidido dejar de utilizar esta cuenta”. Y, para justificar esa decisión tan importante, no duda en quejarse de que es usada con fines ideológicos y políticos, colgarse la medalla de defensora de la democracia e incluso tachar de nazi al propitario de la red, acusándole de hacer saludos nazis, sin importarle lo más mínimo que hace apenas un año fue invitado a hablar durante la conferencia organizada por la Asociación Judía Europea en Cracovia, al sur de Polonia.

 

Corríjame si me equivoco, señora Díaz, pero a usted lo que le molesta no es que se use la plataforma con fines ideológicos y propagandísticos políticos, lo que le irrita y no digiere bien es que no sean estos afines a sus ideas y políticas.

 

¿Dónde estaban sus lloros, señora ministra, todas y cada una de las doce veces que me cerraron una cuenta por escribir cosas como las que ahora escribo libremente en Vozpópuli o en la renovada red del señor Musk?

 

Lo mismo os lo podéis aplicar todos aquellos que os declaráis defensores de la democracia, pero cuya única lucha es salir por patas cuando me dejan hablar a mí con total libertad y, a pesar de que no os guste lo que digo, no me cancelan la cuenta.

 

No he visto a la izquierda quejarse nunca cuando se cerraban y se cancelaban cuentas que criticaban las políticas de izquierda o el pensamiento woke. ¿Dónde estaban sus lloros, señora ministra, todas y cada una de las doce veces que me cerraron una cuenta por escribir cosas como las que ahora escribo libremente en Vozpópuli o en la renovada red del señor Musk? ¿Dónde están sus quejas y su defensa de la libertad de expresión por una democracia sana, cuando el propietario de Meta ha reconocido que se ejercía censura en las redes sociales más importantes, castigando aquellos discursos que iban en contra de las imposiciones de la izquierda? ¿Dónde estaba su defensa por la libertad y la democracia, cuando el rancio Twitter canceló la cuenta del por entonces presidente de Estados Unidos y ahora reelegido nuevamente, Donald Trump?

Castigar a quien piensa distinto

Todo este teatro que han montado, tratando de convencernos de que son víctimas de una red social que pretende manipular a la población, se cae por sí solo ante una evidencia: señores, que no les están censurando, que no les están cancelando cuentas ni eliminando comentarios. El problema, parece ser, es que ya tampoco nos lo están haciendo al resto. El gran drama de Yolanda Díaz no es que no pueda expresar sus ideas, es que ahora nos dejan a todos expresarlas. Y lo peligroso de esto es que quiere hacernos creer que ella es defensora de la libertad y la democracia. ¿En qué democracia se castiga a quien no piensa como quiere la izquierda? Si ese es su ideal de democracia, yo no la quiero.

 

Para acabar, me gustaría recordarle a doña Yolanda que la cuenta que reconoce haber decidido dejar de usar es una cuenta verificada como gubernamental, no personal. Como cuenta del Gobierno de España su función debe ser informar, dar respuesta y explicaciones a los ciudadanos. La próxima vez que nos quiera contar lo mucho que le gusta planchar, no lo haga desde una cuenta gubernamental, sino personal.

La señora Díaz ha decidido dejar de usar la cuenta con la que debería responder sobre estas cuestiones, tan solo dos días después de ser condenada

Yo preferiría que usara esta cuenta para explicarnos por qué ha sido condenada en costas por el TSJM tras ser demandada en defensa al derecho a la información que defendió El Debate, para que no escondiera sus gastos en viajes y hoteles. Gastos que pudimos conocer, gracias a ser admitida a trámite esta denuncia, y que en apenas dos años, de 2020 a 2022, han costado casi 120.000 euros, que han salido de los impuestos pagados por todos los españoles, incluso esos de mega, súper, ultra y extrema derecha. Por si alguien tiene dudas: las costas también las vas a pagar tú.

 

Nos dicen que nuestros impuestos son para sanidad, educación y carreteras, pero lo que podemos afirmar, con total seguridad, es que sirven para costear los gastos y viajes de Yolanda Díaz.

 

Me temo que me voy a tener que quedar con las ganas de esas explicaciones ya que, muy convenientemente, la señora Díaz ha decidido dejar de usar la cuenta con la que debería responder sobre estas cuestiones, tan solo dos días después de ser condenada, eso sí, “para no contribuir al fomento del odio (...) y la destrucción de los valores sobre los que se sustenta la democracia”. No para escurrir el bulto, no sean ustedes mal pensados.

 

Qué caros nos salen esos valores, doña Yolanda. Y qué cara se cotiza la democracia hoy en día. Casi tanto como usted.

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