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Opinión

Análisis científico del Gobierno

Pedro Sánchez, en Moncloa.

Si es usted panteísta y, por tanto, seguidor de Heráclito, Giordano Bruno, Spinoza o, más modernamente, Boltzmann, debemos advertirle de algunas cosas antes de que siga leyendo. De entrada, sepa que compartían todos la idea de que Dios no es un ente sino una presencia manifesta en todo y en todo; bien, algunos como Bruno defendían un panteísmo ateo y acabó quemado en la hoguera por hereje; Boltzmann, tras encontrar el nexo entre matemática y entropía o formular la Constante de Boltzmann, vital para la termodinámica, optó por suicidarse en Trieste, sin querer arder en ninguna hoguera.

A lo que íbamos, si usted cree que una determinada presencia, divina o no, se encuentra en cualquier parte, deberá coincidir que en el escaño puede albergar tanta porción de ella como quien lo ocupa. Admitido esto, es difícil refutar que la cartera de un ministro sea menos partícipe de esa chispa universal que quien la coge por el asa. ¿Forman parte las carteras del plan general, y, por tanto, tan dignas de respeto como los humanos que las poseen? Si nos ceñimos a la ortodoxia panteísta, seamos ateos o no, hemos de acabar concluyendo que sí. Ambos, ministro y cartera, no son más que la suma de millones y millones de átomos que vibran en la misma longitud de onda aunque con formas distintas, en no pocos casos favorable con mucho para la cartera.

Movido por esa inquietud, debo transmitirle a usted, lector panteísta o aficionado a la numismática –son conceptos que se confunden– que tenemos un montón de carteras relegadas al cementerio de la Nada, al limbo ministerial, al origen primigenio de todo como afirman, en inquietante coincidencia, la Biblia, el Bhagavad-gita, la teoría de la relatividad y la del Big Bang: en el principio, fue la Nada. Lo mismo puede aplicarse al gobierno actual en términos filosófico-científicos. La Nada absoluta que representa Pedro Sánchez fue el inicio de una eclosión que devino en expansión de su propio organismo hacia Iglesias, los separatistas y demás seres que se alimentaron de aquella fuente que les insufló una vida difícilmente alcanzable por ellos mismos.

Pero, dependientes de la Nada, erigida en principio cósmico regulador capaz de hacerlos formar parte de Él sin serlo, se condenaron también a permanecer en un estado intermedio, una inestabilidad similar al principio de incertidumbre de Heidegger que, para los que aquel día faltaron a clase, establece que si tenemos localizada a una partícula, llamémosla X, por no decir Podemos, deberíamos poder asociarla con un paquete de ondas también localizado, llamémoslo Sánchez, sin que ello las haga participar de las propiedades del paquete. De Sánchez. Bueno, de las ondas, ya me entienden. Él puede existir sin los otros, pero los otros sin Él, no. Es lo que tiene el paquete. Continuemos.

¿Se ha fusionado el núcleo del ministro de Universidades Manuel Castells con el de Sánchez, produciendo una fisión termo nuclear, provocando que sus átomos vaguen libremente sin asociación alguna ente los mismos, su cartera y ya no digamos la Universidad Española?

Llegados a este punto, la ciencia nos ofrece numerosos interrogantes con respecto a determinadas partículas encarnadas en la suma de átomos que conforman una cartera ministerial, entendido el sutil concepto – conceto, para Ábalos – como la yuxtaposición de maletín y persona: ¿a la cartera de Pedro Duque de Ciencia e Innovación, con lo que precisamos de ambas cosas, se le debe aplicar la paradoja del gato de Schrödinger y pensar que hay un cincuenta por ciento de posibilidades que esté muerta y otro cincuenta de que esté viva? ¿Se ha fusionado el núcleo del ministro de Universidades Manuel Castells con el de Sánchez, produciendo una fisión termo nuclear, provocando que sus átomos vaguen libremente sin asociación alguna ente los mismos, su cartera y ya no digamos la Universidad Española? Más todavía: si sumamos lo que cuesta a los españoles el monto total de todos los ministerios, sus correspondientes asesores y demás cargos de confianza designados a dedo ¿se produce un agujero negro al intentar hallar en dicha suma el Número Cuántico de Rareza? El Bosón de Higgs, por tanto, ¿contiene dinero derivado de donaciones ilegales? Si intentásemos reunir los átomos de la tarjeta SIM de Dina con un Colisionador de Hadrones para saber qué contenía ¿acabaríamos obteniendo plutonio abrasador, monóxido de carbono, sales y oxidación?

Decimos más: si aplicamos la propiedad transitiva al gobierno, la que dice que si A es igual a B y B es igual a C, A es igual a C, ¿veríamos a Sánchez en el Diez Minutos? No llegamos tan lejos en nuestro humilde experimento. Pero, tal y como va todo, es posible que incluso aparezca en el desplegable de alguna revista. Seguiremos informando.

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