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Opinión

El fantasma del Valle

Alejandro Amenábar posando durante el estreno de su película 'Mientras dure la guerra'.

Hace unos días, en la radio, en la tertulia matinal de Onda Madrid, Victoria Prego recordaba que hay 36.000 títulos publicados sobre la Guerra Civil incluyendo los que cuentan los antecedentes y las consecuencias. Por lo tanto, desde la proclamación de la Segunda República en adelante se pueden encontrar todo tipo de autores, tan diversos como las maneras en las que los españoles pedimos los cafés. No he tenido la ocasión de ver la película de Alejandro Amenábar (Mientras dure la guerra) dedicada a la figura de Unamuno y al episodio del Paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936. Sin duda iré al cine, sin prejuicios. Al encontrar críticas de varios colores lo mejor es satisfacer la curiosidad para salir de dudas tras leer a los intermediarios entre el director de la cinta y el público.

En una entrevista para promocionar la película, Amenábar reprocha al sistema constitucional de 1978 que haya ocultado a su generación -tiene 47 años- lo que pasó en España. No sé dónde ha estado Amenábar, pero habiendo nacido cinco años antes que él no me quejo ni de lo que se me explicó en el colegio o en la Universidad, sino todo lo contrario. En ambos casos despertaron en mí la curiosidad. Nunca he tenido problemas para encontrar lo que necesitaba saber. El propio Amenábar admite que para la película ha tenido a su alcance suficientes fuentes como para hacer un retrato fiel del personaje y su tormentoso tiempo. Se nota que ha estudiado el episodio, por lo menos por lo que se desprende de sus respuestas.

Miguel de Unamuno participó activamente en la proclamación de la Segunda República -después de padecer destierro y exilio en la dictadura de Primo de Rivera- para mostrar su desencanto con el devenir de aquella esperanza frustrada, apoyando una intervención militar, pero en defensa de la propia República. En la Biografía de Unamuno (Taurus, 2012), que firma el también vasco Jon Juaristi, se recuerda el hastío del considerado primer intelectual verdaderamente moderno de España: “Cada vez que oigo que hay que republicanizar algo me pongo a temblar, esperando alguna estupidez inmensa”.

Jaúregui le dijo a la nueva vicepresidenta: “Lo tenéis que hacer vosotros, los del PP”.

La frase se extrae de un artículo de Unamuno publicado el 27 de junio de 1936 en Ahora, el periódico de Manuel Chaves Nogales. Como cuenta Juaristi, Unamuno tarda solo unas semanas en caer en la cuenta de que los golpistas no vienen a recuperar el orden constitucional, sino a hacer uno nuevo: “Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis”. Se lo dice en la cara al jefe legionario Millán Astray. Unamuno recorre las dos Españas en muy poco tiempo y se instala para siempre en la tercera, como tantos otros: “Después me levantaré y empezaré a luchar de nuevo por la libertad, absolutamente solo. No soy ni fascista, ni bolchevique. Estoy solo”. Con esta frase, afirma Juaristi, Unamuno se da cuenta, al fin, de su tragedia.

La muerte de Franco

La tragedia de Unamuno es la de España. Y merece la pena contarla. La guerra civil norteamericana fue un masacre entre los Estados del Norte y del Sur. Hay miles de libros y películas. El tiempo cura más que el sol. En este caso Amenábar tiene razón cuando dice que después de la muerte de Franco solo se ha hecho cine desde el punto de vista de los perdedores. La ecuanimidad es un bien escaso y si está la guerra civil del 36 de por medio, mucho más. Vuelve a ser recurrente la cita a Chaves Nogales, cuyo prólogo del libro de cuentos A sangre y fuego (Espuela de Plata, 2013) es un ejemplo de lo que ha faltado en las versiones escritas o filmadas. La reconciliación recorrió un gran trecho en la transición gracias a muchos de los que participaron en la guerra. Los que combatieron tuvieron bastante y clamaban por un reencuentro con el adversario.

El exministro socialista Ramón Jaúregui suele recordar que en 2011, durante el traspaso de poderes con Soraya Sáenz de Santamaría, le entregó todo lo hecho hasta entonces por el Gobierno Zapatero para exhumar a Franco del Valle de los Caídos. Jaúregui le dijo a la nueva vicepresidenta: “Lo tenéis que hacer vosotros, los del PP”. Además de sacar al dictador de su monumento y borrar lo que en ese valle queda del fantasma de los dos Españas, se habría evitado que Pedro Sánchez tenga esta única línea recta en su currículum como gobernante, poniendo además en cuestión el proceso de transición a la democracia, subido en el altar de la ONU en Nueva York. Si Sánchez lo ha hecho por ignorancia estaremos ante una frivolidad, pero si es a sabiendas nos encontramos ante otra cosa bien distinta.

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