Opinión

El dardo de Arranz

El País "frente a las cloacas"

El País ha sacado del baúl de los recuerdos unos audios que revelan los chanchullos del PP de Mariano Rajoy con las 'cloacas del Estado'. La aborregada izquierda mediática no ha hablado de otra cosa desde entonces

El País "frente a las cloacas"
José Manuel Villarejo, uno de los protagonistas de El País en fechas recientes. Europa Press

De entre los documentos sonoros que forman parte de la base de datos del comisario Villarejo, el más 'singular' es el retrata el almuerzo que mantuvo con su santidad Baltasar Garzón -incorruptible y misericordioso- y con Dolores Delgado. Aquel en el que hablaban de forma amigable sobre asuntos como la sexualidad del ministro del Interior. Unos días después de que trascendieran esos audios, el diario El País publicó un editorial, titulado 'Frente a las cloacas', que decía lo siguiente:

“Ni las instituciones del Estado, ni los partidos que las dirigen o aspiran a dirigirlas, ni tampoco los medios de comunicación que contribuyen a formar la opinión pública, pueden estar al albur de lo que publique por intereses espurios una página web instrumental, cuyas revelaciones son inmediatamente propagadas sin pasarlas por el tamiz de la responsabilidad institucional ni de la comprobación periodística. Las revelaciones del excomisario Villarejo no deberían encontrar ningún eco cuando se trata de asuntos privados, sea cual sea la calificación que en sí mismos merezcan”.

Han transcurrido cuatro años desde entonces. Más de mil días en los que la realidad ha cambiado y nuestras almas han madurado. Somos distintos porque la impermanencia es un concepto irremediable. ¿Cómo mantenerse estáticos ante este universo dinámico? En Prisa, parece que tampoco han podido evitar el dejarse llevar por estas leyes absolutas e inevitables, de ahí que hayan decidido realizar un monográfico -de varios días- sobre las conversaciones de Villarejo con unos y con otros.

No es la primera vez que se produce un cambio de registro tan obsceno por esos lares. Cuando Pedro Sánchez sacó adelante su moción de censura contra Mariano Rajoy, el diario publicó un editorial que echaba pestes contra el Gobierno 'Frankenstein'. A los pocos días, Antonio Caño -pro Rubalcaba- era destituido como director del rotativo con el consiguiente ascenso de Soledad Gallego-Díaz, como directora, y de Joaquín Estefanía, como periodista de peso. No pasaron 15 días cuando la cabecera difundió un nuevo editorial alabando el perfil profesional de los nuevos ministros. ¿A qué vino este renuncio? A mí qué me cuenta. No me chille, que no le veo.

El País y las 'villarejadas'

La verdad es que tenía todo el sentido la opinión del diario de septiembre de 2018, contraria a las coacciones documentales de Villarejo, pillo de pillos, listo entre los listos. ¿Hasta qué punto deben los medios de comunicación tener manga ancha con un tipo que lleva varios años con una estrategia de supuesto chantaje a los poderes públicos con la información sensible que posee? El debate deontológico y profesional que planteaba ese editorial no era de importancia menor. El problema es que la legitimidad del diario sobre este tema se esfuma, de golpe, cuando cae en el mismo comportamiento cuatro años después.

Lo hace además en un momento en el que Pedro Sánchez se siente acorralado en Moncloa, con Núñez Feijóo en ascensión en las encuestas, con el escándalo de Pegasus impactando sobre su 'torre de Babel' parlamentaria y con las cuentas del Estado teñidas de rojo, lo que impacta en el día a día de los ciudadanos (votantes), que observan desde hace varios meses una escalada imparable en el precio de la cesta de la compra o de la energía. Entre medias, unas elecciones andaluzas que podrían debilitar la figura incontestable de Sánchez en el partido, dado que para situar a Juan Espadas tuvo que rebanar varias cabezas de pesos pesados sureños. Que callan, pero que seguramente emergerán desde las sombras en caso de que los socialistas se estrellen en la cita electoral.

En este contexto, como quien no quiere la cosa, El País ha sacado del baúl de los recuerdos unos audios que revelan los chanchullos del PP de Mariano Rajoy con las 'cloacas del Estado'. La izquierda mediática, de comportamiento borrego, no ha hablado de otra cosa desde entonces.

Estos documentos revelan los nexos de los populares con Villarejo, pero también la estrategia que siguió el Ministerio del Interior de Jorge Fernández Díaz para desgastar la imagen de los políticos independentistas. Traducido: El Gobierno ha utilizado a Prisa para lanzar un mensaje a sus socios parlamentarios: nosotros os espiamos, pero el PP os quería joder. Así. Sin tapujos.

Los PSOE boys

La impermanencia... todo cambia. Todos cambiamos. El problema en este caso tiene que ver con los giros que se producen en un medio de comunicación para aprovechar el viento de cola que impulsa Moncloa. No es algo nuevo en Prisa, pero esta vez resulta especialmente sorprendente por lo descarado que es.

Negará una y mil veces Miguel Barroso -exsecretario de Estado de Comunicación con Zapatero en Moncloa- que tiene algo que ver en la línea editorial del grupo. Se justificará diciendo que sólo es un consejero dominical en representación de Amber Capital, el principal accionista de la compañía (29,7% del capital), pero lo cierto es que estos fenómenos, amén de otros, llevan a sospechar sobre el verdadero peso de este empresario en Prisa.

Porque en los últimos meses le han comprado a José Miguel Contreras una parte de su productora, han puesto a Fran Llorente al frente de la división de vídeo y han nombrado a Pepa Bueno directora de El País. La gauche divine mediática del zapaterismo hoy tiene un peso muy importante en Prisa, con Sánchez en Moncloa. Este jueves, un grupo de inversores que no son desconocidos -ni mucho menos- para Barroso han adquirido el 7% del grupo.

Se ha retirado Telefónica; y lo ha hecho tras ser atacada por el Partido Popular -con reuniones cara a cara entre 'el ex' Pablo Casado y Álvarez Pallete- por consentir esas decisiones en Prisa. A partir de ahora, la operadora podrá desmarcarse de estas acusaciones, aunque, eso sí, en su seno mantiene a Javier de Paz, 'el viejo amigo' de Zapatero.

Está claro que todo cambia y todo se transforma. Lo que ocurre es que, en el caso de la editora de El País, los golpes de timón tarde o temprano le encaminan hacia el mismo lugar de destino: el PSOE y quienes hacen negocios cuando se encuentra en Moncloa.

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