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Opinión

El compliance es cosa de profesionales y amateurs

Modular las posibles sanciones derivadas de una mala o delictiva actuación puede depender del daño que se cause. Pero la responsabilidad existe

Fachada del edificio de oficinas Castellana 91 en Azca, Madrid. Europa Press

Aprovecho el debate abierto recientemente sobre el tema de las comisiones percibidas por un jugador en activo y propietario de una empresa por un negocio que ha propuesto a la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). No se trata de hacer un análisis de este caso concreto. Todos tenemos datos suficientes para conformar una opinión. Pero si quiero volver a tratar una cuestión que me preocupa, pues mi experiencia profesional como gestor administrativo me lleva a pensar que quienes asumen papeles de responsabilidad en federaciones, asociaciones o clubes de cualquier disciplina deportiva no son conscientes de las consecuencias que una mala gestión les puede acarrear.

Ser directivo de una entidad de este tipo tiene como gestor las mismas responsabilidades que quienes administran una compañía. Más allá de que siempre se debe ser rigurosos desde la ética y la estética, están sometidos a la misma normativa sobre compliance (cumplimiento normativo) que los responsables empresariales. Modular las posibles sanciones derivadas de una mala o delictiva actuación puede depender del daño que se cause. Pero la responsabilidad existe.

El Corporate Compliance es un conjunto de procedimientos y buenas prácticas adoptados por las organizaciones para identificar y clasificar los riesgos operativos y legales a los que se enfrentan y establecer mecanismos internos de prevención, gestión, control y reacción frente a los mismos. Les voy a poner algunos ejemplos que afectan al mundo deportivo.

Más allá de que siempre se debe ser rigurosos desde la ética y la estética, están sometidos a la misma normativa sobre compliance (cumplimiento normativo) que los responsables empresariales

Realizar un torneo deportivo sin exigir seguros a los jugadores y resto de participantes y, ya no digamos, la responsabilidad económica que supondría que alguno de ellos sufriera una lesión. Cobrar por las entradas, vender merchandising sin licencia y/o no declarar el IVA. Poner música durante el evento y no declararlo a la Sociedad General de Autores de España (SGAE). O favorecer a un amigo para la concesión de un contrato siendo éste claramente peor que otros que se le plantean.

Hay muchos otros, como no solicitar autorización de los padres para un viaje con menores; o utilizar para gastos personales la tarjeta de crédito del club; o fichar un extranjero sin el correspondiente visado de residencia. Somos conscientes todos de la humildad en la que vive el deporte amateur, pero eso no es eximente para el cumplimiento de la ley. Imaginen cuando hay dinero por medio.

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