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La abeja, el oso y el urogallo: amigos para siempre

Flickr | andreas. (imagen con licencia CC BY-SA 2.0).

Lo que sí es un hecho es que los organismos polinizadores son fundamentales para la reproducción de millones de plantas y la abeja es responsable del 70% de la polinización de las plantas.

Pero no sólo se vería afectado el hombre. Otras muchas especies animales se verían afectadas gravemente a corto plazo, pues como el hombre, también dependen del éxito polinizador de nuestras amigas melíferas. Especies tan importantes como el oso pardo y el urogallo cantábrico. ¿Cuántos años les quedan si desaparecen las abejas?

Abeja desaparecida en estado silvestre

Para desgracia de la abeja, son muchos los predadores, parásitos y plagas de la abeja. Varroas, avispón asiático, virus, micosis, protozoos, amebas amenazan los colmenares de todo el mundo, a lo que hay que añadir al hombre fumigando a diestro y siniestro. El mismo hombre que depende de ella para polinizar muchos cultivos… ¡qué paradoja!

Como resultado, la abeja en estado silvestre ha desaparecido prácticamente en la península. Tampoco la abeja domesticada vive sus mejores años. Sólo en Asturias, el número de colmenas se ha reducido de las 65.000 del siglo XVII a las actuales 25.000. Además, ha habido también un gran descenso en la producción de arándanos de los montes cántabros, de los que tanto el Oso como el Urogallo, dependen para superar los rigores del invierno.

La abeja, el oso y el urogallo

Bien, está claro. El Urogallo y el oso, necesitan a la abeja para polinizar las plantas de las que se alimentan, no sólo para comerse su miel. El siguiente paso parece evidente. Si queremos ayudarlos, deberemos ayudar a la abeja.

Pues esto es lo que FAPAS, Fondo para la Protección de los Animales Salvajes, ha puesto en marcha. Un programa denominado Abejas En Acción, que trata de incrementar la población de abejas en las zonas oseras y urogalleras de la cordillera cantábrica.

Del Cortín al Fapimóvil

En la cordillera cantábrica, los antiguos apicultores protegían las colmenas del ataque del oso, mediante sólidos muros de piedra inexpugnables para el oso, los llamados cortines. Hoy muchos de estos cortines, situados en zonas muy poco accesibles, están en desuso y abandonados.

El ambicioso programa del FAPAS está restaurando algunos de estos cortines para ponerlos a disposición de nuevos apicultores, a los que asesora en la cría y cuidados de la abeja melífera. Se establece un contrato de cesión de entre el FAPAS y el apicultor, mediante el cual el apicultor recibe gratuitamente los colmenares, a cambio de correr con los gastos y comprometerse a no mover las colmenas de su lugar. Todo un ejemplo de lo que se llama ahora “custodia del territorio”.

La otra iniciativa estrella del programa es la creación de colmenares resistentes al ataque del propio oso. Hoy se ha sustituido la construcción de los cortines,  por modernos y económicos pastores eléctricos y colmenas ultrarresistentes a prueba de osos.

Pero el FAPAS también ha recuperado una práctica ancestral: la trashumancia de colmenares. Al igual que con las ovejas, se trasladaba a las abejas buscando los mejores pastos, que en este caso son los momentos de floración de cada especie, distintos en función de la altitud y la orientación de cada emplazamiento.

Esto ha exigido el diseño del Fapimóvil, un remolque en el que se transportan los colmenares y que quedan durante unas pocas semanas en cada emplazamiento. Para evitar el ataque del oso, los Fapimóviles están rodeados por un pastor eléctrico, que disuade  al oso de robar la miel y matar los colmenares.

En definitiva, una novedosa vuelta atrás, un recordar los usos y costumbres, esta vez para ayudar al oso y al urogallo a salir de su crítica situación.

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