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Internacional

Macron sacrifica a su jefa de gobierno para frenar al partido de Marine Le Pen

Macron realiza este movimiento con vistas a las elecciones europeas de junio, que marcarán el primer asalto de su partido contra la formación de Marine Le Pen, antes de las presidenciales de 2027

Elisabeth Borne EP

Emmanuelle Macron ha sacrificado a su jefa de gobierno para iniciar un nuevo año con la vista puesta en las elecciones europeas de junio, que marcarán el primer asalto de su partido contra la formación de Marine Le Pen, antes de las presidenciales de 2027.

La ya exprimera ministra, Elisabeth Borne, sabía que su puesto estaba en juego desde antes de Navidades. Conocida como “Madame 49.3”, por el artículo de la Constitución que permite aprobar leyes sin pasar por el debate parlamentario, Borne consiguió sacar adelante una reforma de las pensiones que aumentó de 62 a 64 años la edad de jubilación, lo que supuso un trauma para la población francesa y, como es habitual, dio pie a enormes manifestaciones que, sin embargo, no frenaron la iniciativa.

Pero a Elisabeth Borne le esperaba una prueba todavía más complicada. La Ley de Inmigración no era tan denostada en las calles, pero para ser aprobada necesitó un endurecimiento del proyecto inicial que llevó a la oposición conservadora de “Los Republicanos” y, sobre todo, al partido de Marine Le Pen a votar a favor y a cantar “una victoria ideológica”.

El problema no era Borne, sino la ausencia de mayoría absoluta que dejó a Macron a merced no solo de los extremos del arco parlamentario, sino también de “Los Republicanos”, de las fuerzas que le sostienen en el legislativo e, incluso, de su propio partido, “Renacimiento”, dividido entre diputados provenientes del socialismo y, otros, antiguos compañeros del “sarkozismo”.

Un despido posterior a elogios navideños

Elisabeth Borne, hija de un resistente judío deportado a Auschwitz, estudió en la prestigiosa y exigente universidad francesa de ingenieros, “Politechnique”. Exmiembro del gobierno del socialista Lionel Jospin, ha ejercido como primera ministra durante “solo” 20 meses. Criticada como una tecnócrata fría, crispante y sin condiciones para acercarse al público, algunos de sus compañeros de gabinete le llamaban “ChaptGPT”, como subraya la prensa. 

Emmanuel Macron, en su mensaje navideño, tuvo palabras de elogio para su “premier”, pero en labios del presidente, era una señal para preparar su despido.  Borne anunciaba el lunes su “dimisión”, en términos oficiales, como exige un protocolo que no engaña a nadie. 

El poder del jefe de gobierno en el sistema superpresidencialista francés es bastante relativo. Como ya dijo Nicolas Sarkozy, refiriéndose a su primer ministro, François Fillon, “él es solo un colaborador del presidente”. En el caso de Emmanuel Macron, nadie puede negar que alguien pueda tomar decisiones de peso sin su permiso, y no solo las que la Constitución de la V República le confiere en exclusiva.

Ante el nuevo año y la primera cita electoral, las europeas de junio, Macron sabe que el principal rival de su formación es el presidente de Reagrupamiento Nacional, Jordan Bardella, el delfín de Marine Le Pen, que encabeza encuestas y escala a gran ritmo en simpatía popular. 

Una prueba de fuego para los grupos políticos

El enfrentamiento de junio en las urnas servirá de prueba para conocer la fuerza de los grupos políticos que apoyan el macronismo. Elisabeth Borne no tenía, a los ojos de Macron, el carisma y la popularidad que pueda enfrentarse a RN y a su joven líder Bardella (28 años).

Por eso, las primeras apuestas para señalar el sustituto de Borne subrayaban la idoneidad del actual ministro de Educación, Gabriel Attal, 33 años, el más popular del gabinete después de sus primeras decisiones en ese ministerio, como la prohibición de la “abaya”, túnica islamista, su defensa del laicismo y de la autoridad en la escuela pública. 

A última hora de la noche, el presidente Macron no había anunciado aún el sustituto de Elisabeth Borne. Pesos pesados del gabinete, como los titulares de Finanzas, Bruno Le Maire y el de Interior, Gerald Darmanin, también aspiraban al puesto de “primer colaborador” del presidente.

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