Saulo nació entre el 5 y el 10 después de Cristo en Tarso de Cilicia, en la actual Turquía en la península de la Anatolia. Era hijo de inmigrantes hebreos de la tribu de Benjamín, terrible por su coherencia ante la afrenta, como se narra en varios pasajes de la Biblia. Se dedicaban al oficio típico de allí en aquel momento, tejer lonas fuertes y resistentes, de pelo de cabra trenzando, que servían para hacer las tiendas de campañas que se vendían al ejército imperial, ya que esta zona había sido colonizada por los romanos. Por lo que aunque eran de raza y de religión judía su familia, poseían la ciudadanía romana, lo que suponía unos derechos superiores al resto de los hebreos.
Cuando creció marchó a Jerusalén a formarse por el maestro Gamaliel de la escuela de los fariseos. Allí lo hizo durante unos años. Con el tiempo, fruto de su amor y afán de hacer la voluntad de Dios, empezó a detestar a una secta galilea que dirigía un tal Jesús, que se decía el Mesías. Y fruto de su celo mal entendido se unió a esa persecución brutal contra los cristianos, que acabó en el primer martirio, el de San Esteban.
Su energía y entusiasmo por hacer la voluntad de Yahvé le llevó a continuar su lucha contra los cristianos, ya que no paró y pidió cartas a los sacerdotes de Jerusalén para llevarlas a Damasco, y ya de paso para apresar a los cristianos que encontrara durante el camino.
Luz cegadora
Mientras, según nos narra la Biblia, un judío llamado Ananías recibió el encargo de Dios de acercarle espiritualmente a Él, cuando llegara a Damasco. Se debió asustar al saber que era el perseguidor de los cristianos, aunque en ese momento se les llamaban nazarenos. Pero obedece a Dios.
De camino a Siria una luz cegó Saulo y le hizo caer. Cuando oyó de repente: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" Saulo respondió: "¿Quién eres, Señor?" Le contestó: "Yo soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues". Los soldados que estaban acompañando vieron la luz, pero no oyeron la voz del que le hablaba. Y dijo: "¿Qué he de hacer, Señor?" Y Él le respondió: "Levántate y vete a Damasco; allí se te dirá todo lo que está establecido que hagas". Y obedeció con la ayuda de los suyos, porque había quedado sin vista. Allí llegó a la casa de Ananías, entró y le devolvió la vista, quitándole una especie de escamas de los ojos. Este hecho propició que se cayeran las “escamas” de sus prejuicios y se hizo un fervoroso seguidor de Jesucristo, al nivel de san Pedro. Saulo cambió su nombre a Pablo. San Pablo.
Son múltiples las hazañas de este santo que se narran en el Nuevo Testamento. Sus restos están en el lugar de su martirio, en la Basílica de San Pablo extramuros en Roma. Y en este 2025 está abierta allí una de las puertas santas que permiten ganar el jubileo.