El 11 de noviembre de 1620 un grupo de puritanos ingleses llegaban a bordo del Mayflower a las costas de Massachusetts, en los actuales Estados Unidos. Este viaje se considera un hito fundamental en la historia del país norteamericano. En aquel momento, decenas de lugares como California o Florida llevaban más de un siglo bautizados en español. Desde el siglo XVI con la llegada a Florida de la expedición de Juan Ponce de León hasta la actualidad con la creciente presencia hispana, el español ha sido uno de los elementos omnipresentes en lo que ahora conocemos como Estados Unidos. El país norteamericano ya es el segundo con más hispanohablantes del mundo, y ocho de sus estados conservan la toponimia en español.
“Antes que Washington o Jefferson, antes de que el rodillo de la colonización anglosajona emprendiera eso que el cine de Hollywood se inventó como «La conquista del Oeste», España ya estaba allí, y había combatido o pactado con casi todas las legendarias tribus indias (apaches, comanches, cheyenes, semínolas, navajos, pueblos, siux…) que alguna vez poblaron las praderas, pantanos y bosques norteamericanos, cuando aún no habían sido exterminadas por quienes llegaron después con la Biblia en una mano y el rifle en la otra”, señalan Carlos Canales y Fernando Martínez Laínez en Banderas lejanas, que explora esta aventura de 300 años que ha dejado un recuerdo imborrable en la principal potencia mundial.
La punta norte española
Una de las aventuras que recoge la citada obra sigue teniendo consideración de récord para el idioma español. El 3 de junio de 1790, la enseña roja y amarilla, que acababa de instaurarse como pabellón de la Armada, revoloteaba declarando la soberanía en un fondeadero de Alaska, que a día de hoy mantiene el nombre en español de Córdova. Junto a su vecino Valdez sigue siendo el punto más septentrional bautizado en español. Un grupo de 15 voluntarios catalanes comandados por Salvador Hidalgo, un leridano nacido en la Seo de Urgel, se alineaban frente a una bandera de España, tomando posesión de aquel inhóspito territorio para el monarca Carlos IV.
Los españoles desembarcaron por primera vez en territorio del actual Estados Unidos a comienzos del siglo XVI con la llegada de Juan Ponce de León a Florida. Tres siglos después, la Corona tenía vastos territorios en suelo de los actuales Estados Unidos y Canadá. En línea recta, la distancia entre aquel puerto de Alaska y Florida son unos 6.200 kilómetros, algo más de lo que separa Madrid de Nueva York.
Segundo país con más hispanohablantes
Este lunes, el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, además de amenazar con deportaciones masivas a millones de personas de origen hispano, señaló en su discurso de investidura que renombraría el Golfo de México como Golfo de América, entendiendo “América” exclusivamente como Estados Unidos. Este nuevo gesto de identitarismo anglosajón tiene que luchar con la realidad de que cada vez más ciudadanos estadounidenses tienen el español como primera o segunda lengua.
La potencia es ya el segundo país con más hablantes de español, solo por detrás de México, según el informe “El español: Una lengua viva 2024”, de David Fernández, catedrático de la Universidad de Alcalá. Con algo más de 57,4 millones de hispanohablantes, Estados Unidos desbancó a Colombia, con unos 52,6 millones, como segundo país con más hablantes. México tiene cerca de 132 millones, España más de 48, Argentina unos 47, Venezuela y Perú 34 cada país, Chile 20, Ecuador y Guatemala 17 cada uno, Bolivia 12, Cuba y República Dominicana alrededor de 11 en cada caso, casi 10 Honduras, más de 7 tanto Paraguay como Nicaragua, más de 6 El Salvador, unos 5 Costa Rica, otros 4,5 Panamá, algo más de 3 tanto Uruguay como Puerto Rico y cerca de 1,6 Guinea Ecuatorial.
La conquista del Colorado. Augusto Ferrer-Dalmau Nieto
Al menos 8 estados con nombre español
El pasado hispano de Estados Unidos también está grabado en sus mapas y banderas. Ocho de los 50 estados tienen nombres de origen español, mientras que otros dos podrían también compartir este vínculo. Así lo explicó un informe de The Hispanic Council, que trazó un recorrido histórico por estos topónimos y su significado. Florida fue el primero en recibir un nombre español, hace más de 500 años. En 1513, Juan Ponce de León llegó a este territorio durante la Pascua y lo bautizó como “Tierra de la Pascua Florida”. Su bandera también tiene raíces hispanas, inspirada en la Cruz de Borgoña, emblema usado por los reyes españoles.
En la costa oeste, Nevada recibió su nombre de las montañas cubiertas de nieve que vieron los exploradores españoles. Este estado alberga sitios emblemáticos como Las Vegas y Sierra Nevada, que mantiene el topónimo original dado en el siglo XIX. Más al sur, California, uno de los estados más ricos y famosos, tiene un origen literario. Hernán Cortés, tras asentarse en México, organizó expediciones que llegaron a lo que creían una isla. Inspirados en “Las sergas de Esplandián”, una novela de éxito en el siglo XVI, los exploradores bautizaron la región como California, un lugar ficticio rico en oro y habitado por seres fantásticos.
Colorado, como Nevada, debe su nombre al paisaje. Los primeros españoles notaron que el río de la región arrastraba sedimentos rojizos, y lo llamaron “río Colorado”. En el norte, Montaña deriva de “Montaña del Norte”, nombre que los españoles dieron al territorio por su geografía montañosa. Más tarde, la ñ fue reemplazada por una n para adaptarse al inglés.
Nuevo México refleja otro legado del siglo XVI. Los conquistadores bautizaron la región al notar que las construcciones de adobe les recordaban a las de los mexicas en México. El caso de Texas tiene un origen curioso. Su nombre deriva de “taysha”, palabra en lengua caddo que significa “amigos” o “aliados”, castellanizada como Tejas.
De manera similar, Utah proviene del término apache “Yuttahi”, que significa “los que están arriba”. Aunque algunas teorías lo relacionan con la tribu “Ute”, este es otro ejemplo de cómo los exploradores adaptaron palabras nativas.
Finalmente, dos estados presentan orígenes más debatidos. Arizona podría derivar del término nativo “alĭ sonak” (“primavera pequeña”), castellanizado como Arizonac, aunque algunos lo vinculan con el vasco “Aritz onak” (“robles buenos”). Por su parte, Oregón podría proceder del español “orejón”, usado para describir nativos o accidentes geográficos, aunque otras teorías lo relacionan con el francés o lenguas nativas.
Este rico legado no se limita a los nombres de estados. Ciudades como Granada, Madrid, Toledo o Salamanca también aparecen en el mapa estadounidense, mostrando que la huella hispana sigue viva en cada rincón del país.
Xiomara
21/01/2025 20:37
Estados Unidos mantiene los nombres en español, porque no tiene complejo como vascos y catalanes. Y faltan : San Francisco, san Antonio, Los Ángeles etc