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La peor infidelidad que existe (y por qué no deberías perdonarla)

La infidelidad es un tema complejo. Conoces a una persona y crees que es lo que estabas esperando. Todo encaja. Comenzáis una relación, os vais a vivir juntos, hacéis planes. Creáis vínculos emocionales, materiales y humanos. Pero el tiempo pasa, la gente cambia y lo que antes te encantaba ahora empieza a aburrirte.

Ya no hay tantos detalles, ya no hay apenas noches de pasión, ya solo hay rutina. Y, de pronto, se cruza en tu vida una persona que te atrae y te apetece conocer. Hay tensión sexual, pero no piensas ni por un momento ponerle los cuernos a tu pareja. Yo cómo voy a hacer eso. Se te pasa quizá por la cabeza, pero tú no eres esa clase de gente.

La microinfidelidad es aquella que no llega a consumarse en sexo, que no es carnal pero sí emocional

Mantienes cerrada tu bragueta pero no puedes evitar el interés. La mensajeas, te fijas en lo que lleva puesto, quieres saber qué música escucha, qué hace en su tiempo libre, qué lee, dónde vive y con quién... Y cada vez te va gustando más y más. 

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Llega un punto en el que te sientes tan a gusto que comienzas a contarle tus problemas, inquietudes, tu día a día, sin mencionar mucho a tu pareja porque algo te dice que no es correcto, que la vas a espantar. Le das las buenas noches por WhatsApp y los buenos días, le preguntas qué ha comido y le escribes cuando una canción o película te recuerda a esa persona.

Amigo, estás siendo microinfiel.

La peor infidelidad que existe

La microinfidelidad no llega a consumarse en sexo, no es carnal pero sí emocional. Los microinfieles son aquellos que se mueren de ganas por tener relaciones sexuales con una persona que les encanta pero no llegan a hacerlo por el temor a fallar a su pareja y echar por tierra el pacto tácito de las relaciones: la exclusividad.

Pero ¿acaso no es peor abrir tu corazón a alguien que abrirle tu bragueta? ¿Es menos malo correrse continuamente pensando en otra persona que tener sexo real con ella? 

Muchas aventuras ocurren sin que haya sexo de por medio

"Hay muchas infidelidades que surgen por una conexión emocional. Muchas aventuras ocurren sin que haya sexo de por medio. ¿Estar en mitad de la noche escribiendo a un antiguo compañero de clase tus pensamientos más íntimos es desleal? Quien lo hace, quizá no lo perciba de este modo, pero apuesto a que su pareja sí lo entiende así", detalla Scott Haltzman, profesor de psiquiatría de la Universidad de Brown.

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"Cuando ofreces una parte emocional de ti mismo a alguien con quien podrías traicionar a tu compañero, eso es infidelidad", sentencia. Y estamos más que de acuerdo.

Al final, el sexo puede implicar conexión emocional o no, pero los sentimientos son más fuertes que un orgasmo. Un orgasmo puedes tenerlo con cualquiera, incluso contigo mismo, pero querer está en otra dimensión.

Los cuernos más dolorosos no son carnales

Si tu pareja se entera de que sientes todo eso por alguien y te excusas con "cariño, no ha pasado nada, han sido solo unos mensajes y tres vinos", ésta se sentirá mucho más dolida que si se entera de que te la has tirado.

Así lo asegura la experta australiana en relaciones, Samantha Jayne, quien cuenta en 'The Daily Mail' por qué una traición emocional es peor que una física.

Una traición emocional es peor que una física

"Tanto los engaños físicos como los emocionales provocan dolor y falta de confianza, además de ser dañinos para cualquier relación. Sin embargo, los emocionales son un territorio sombrío", afirma Jayne, quien cree que este interés aflora cuando se ha perdido la conexión emocional con la pareja. "Es muy posible que esos sentimientos resurjan con otra persona", asegura la experta.

Por qué no deberías perdonar

Nosotros somos muy partidarios de perdonar la infidelidad carnal, si es solo sexo, pero no la emocional. Algo que también opina Jayne: "Si tu pareja no se ha acostado con esa persona pero sí siente algo por ella, vuestra relación ha terminado".

Si tu pareja no se ha acostado con esa persona pero sí siente algo por ella, vuestra relación ha terminado

Así que, lector, ya sabes: si estás tonteando con alguien y tienes deseos de consumar, es casi mejor que lo hagas. Si no lo haces estarás fallando a tu pareja igual y te quedarás con las ganas. Luego deberías pensar si quieres confesar el pecado a tu amorcín, vivir con la carga o, lo más aconsejable, cortar.

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Si otra persona te ha removido tanto por dentro es que no estás enamorado, o quizá que las relaciones, tal y como las entendemos hoy en día, no son perdurables en el tiempo.

¿Qué opinas de todo esto? ¿Has sido o eres microinfiel?