Luis Aitor Esteban Bravo nació en Bilbao el 21 de junio de 1962. Es hijo de un padre vasco-vasco… aunque la familia procedía de Valladolid. Un hombre nacionalista, que a Aitor le inculcó desde niño los sentimientos irredentistas de Sabino Arana y que le enseñó los rudimentos del euskera, aunque él mismo no lo hablaba. Su madre, sin embargo, era de una pequeña aldea de Soria que se llama Cañamaque, al sudoeste de la provincia, cerca de Almazán. Allí queda aún familia de Esteban (el pueblo tiene 27 habitantes) y allí le gusta ir hoy al político. Es todo lo contrario a lo que vivió de crío. El tío Jesús, hermano de Obdulia Bravo (madre de Aitor) presumía hace dos años de que en Cañamaque hay más banderas españolas que habitantes; y que, cuando Aitor va por allí, hablan poco de política, porque ambos tienen bastante genio y son absolutamente opuestos.
Aitor Esteban fue un niño corriente, más bien callado, fuertote, inteligente y con un peculiar sentido del humor que nunca ha perdido. En aquellos años finales del franquismo aprendió, sobre todo, a estarse calladito sobre lo que se decía en casa, habilidad que más tarde perdió. Estudió en el colegio Corazón de María, privado y católico, situado cerca de las vías del tren. El bachillerato lo hizo en el Instituto Central, bastante cerca de su primera escuela. Era listo, eso se notaba. Cuando llegó el momento de pasar a la Universidad se decidió por Derecho, por supuesto en Deusto, dirigida por los jesuitas. Allí estudió, se licenció, se doctoró y dio clases de Derecho constitucional, que es su especialidad. Quiere todo esto decir que no cabe la menor duda ni de su inteligencia, ni de su formación, ni de sus creencias religiosas.
Tampoco de su querencia por la política. Se afilió a las juventudes del PNV a los 16 años, dos antes de que su propio padre decidiese inscribirse en el partido jeltzale. Franco llevaba apenas tres años muerto, la Constitución estaba a punto de nacer, las comunidades autónomas también y el PNV empezaba a “estirar las piernas” de la mano de Xabier Arzalluz. El PNV era, si bien se mira, un poco como el propio Aitor: voluntarioso, cabezota, astuto, católico, un tanto inflamable (no siempre) y… ¿de izquierdas o de derechas? Pues esto no está claro. Suele darse por sentado que el PNV es un partido de derechas, pero el propio Aitor Esteban dice que eso no es verdad, que en estas décadas han apoyado muchísimas medidas progresistas. ¿De izquierdas, pues? Hombre, no, de izquierdas está claro que tampoco. ¿Entonces? Ahí Aitor Esteban respondió una vez, hace de esto seis años, con una frase insuperable: “Pues mire, no sé lo que somos. Somos jelkides, jeltzales”, y se acabó el problema.
No es un hombre lineal ni sencillo. Es un independentista que se siente vasco y solo vasco, pero no parece tener la menor prisa por lograr la independencia del País Vasco, al contrario de lo que les pasa a los secesionistas catalanes (se digan de izquierdas o de derechas). Asegura que el sentimiento nacionalista español es mucho más invasivo que el suyo o que el de los indepes de Cataluña, algo que él sabe perfectamente que no es verdad. Es un europeísta convencido que habla cinco idiomas, aunque no todos con igual soltura: inglés, francés, castellano, euskera y alemán. Y unas trazas de árabe. Pero lo curioso es que también habla, y no mal, el lakota, que a ustedes les sonará porque en ese idioma se rodó buena parte de la película Bailando con lobos, de Kevin Costner. Es una de las lenguas del pueblo sioux. Y Esteban la conoce porque esa es otra de sus pasiones: el estudio de las minorías étnicas, sobre todo de las norteamericanas. Hay por ahí alguna foto de Aitor Esteban disfrazado -un suponer- de Toro Sentado, con las plumas en la cabeza, que tiene no poca gracia. En su casa abundan los objetos relacionados con o procedentes de los “indios” americanos. Tiene más de 500 libros sobre eso. Y se los ha leído.
Otra pasión, además de la lectura: el rugby. No se pierde este hombre el torneo de las Seis Naciones (hasta hace unas pocas décadas eran cinco) así caigan chuzos de punta, pase lo que pase. La ilusión de su vida -confiesa- sería marcar el ensayo definitivo y lograr la victoria en la final de ese torneo, con la selección de Euskadi. Pero como es poco probable que eso suceda, se conforma con hacer montañismo con quien le sigue el paso. Eso y seguir con toda su alma al Athletic de Bilbao, desde luego.
La progresión de Aitor en la política fue rápida. A los veinte años fue nombrado secretario general del consejo nacional de EGI, las juventudes del PNV. Pasó por la Diputación Foral de Vizcaya, donde fue también secretario general de Presidencia y portavoz; eso fue a mediados de los 90. Después fue presidente de las Juntas Generales de la misma provincia. Las elecciones de 2004 supusieron un cambio importante en su vida, porque lo presentaron al Congreso de los Diputados, salió elegido y tuvo que aprender a compaginar su adorada casa de Zeberio, que tiene el monte Gorbea a dos pasos, con el tráfago de Madrid.
En el Congreso ha hecho de todo; ha participado en numerosas comisiones (son de destacar la Constitucional y la de Educación) y en 2012, tras el adiós de Josu Erkoreka, fue nombrado portavoz del Grupo Vasco en la Cámara. Ahí sigue desde entonces.
Nadie que le conozca o que le haya seguido mínimamente puede dudar de que es uno de los mejores parlamentarios de nuestros tiempos, donde esa especie (la de los buenos congresistas) está claramente amenazada por la sobreabundancia y el fomento de los “aprietabotones”, que son la inmensa mayoría. Esteban no es así. Ha logrado imprimir su carácter personal a la actitud o la posición del grupo al que representa, que ahora mismo tiene cinco diputados. Es una mezcla de posibilismo, sentido común (algo que demuestra constantemente cuando interviene) y… también imprevisibilidad, porque lo cierto es que, desde hace décadas, nunca se sabe dónde está exactamente el PNV, a quién apoya y qué va a votar.
Esteban aún recuerda (y sigue temiendo aun hoy) las iras y el rencor de Mariano Rajoy cuando su grupo apoyó la moción de censura que echó al líder gallego de la Moncloa. Porque se llevaban bien. Ambos protagonizaron un recordadísimo “duelo de ripios”, lleno de humor, en el que, desde la tribuna, se intercambiaron chuscos consejos en verso sobre granos, maldades y sobre todo tractores. Lo de los tractores nunca se ha olvidado.
Pero Esteban sabe mejor que nadie cuánto esfuerzo le cuesta al PSOE lograr el voto favorable de los cinco diputados peneuvistas en cada iniciativa que plantea el actual ejecutivo: o les convencen, o eso de la “mayoría que apoya al gobierno” se hace cisco, y no solo por la actitud de “mercaderes del templo” de los secesionistas catalanes. El PNV se comporta como ciertas aves de presa nocturnas: mueve la cabeza de izquierda a derecha, de arriba abajo, hasta que dice convencerse de lo que sea que se negocie… o hasta que el interlocutor se cansa. Suele funcionar.
A veces dice el respetado diputado Esteban que las controversias políticas nunca deben llegar tan lejos como para hacer inviables las relaciones personales
A veces dice el respetado diputado Esteban que las controversias políticas nunca deben llegar tan lejos como para hacer inviables las relaciones personales. Pero este hombre que casi nunca grita, que no miente más allá de lo habitual y que es perfectamente capaz de improvisar una intervención (algo muy poco frecuente ya), es el primero en dejarse llevar por las pasiones personales, o por las políticas, y provocar rifirrafes que, en él, resultan casi extraños.
Por ejemplo: niega el saludo a los diputados de Vox, incluso a los más corteses, y dice: “Nos llaman racistas, dicen que quiere ilegalizarnos, suprimir la autonomía y las instituciones vascas; unos señores que se consideran herederos del franquismo y tienen un programa totalitario. En fin: en Europa a esta gente se le hace un cordón sanitario y los partidos no se relacionan con ellos. ¿Estoy obligado yo a darle la mano a esa gente? Pues no”.
Otro ejemplo, mucho más llamativo: ha tenido varios encontronazos verbales con el actual portavoz del grupo del PP en el Congreso, Miguel Tellado. Desde la primera vez que le llamó “torpe” hasta hoy, el cruce de improperios ha sido tan abundante como curioso. Está claro que no se caen bien, que ambos seguramente conocen el Diccionario sohez de Delfín Carbonell (más de 700 páginas repletas de epítetos malsonantes y groserías de todo género) y que esa tirria que se tienen afecta a las relaciones entre los partidos.
El último pretexto para que estos dos caballeros se pongan de vuelta y media ha sido el ya famoso caso del “palacete de París”: la sede del Instituto Cervantes en la capital francesa, que el gobierno pretendía ceder (el PNV dice “restituir”) al partido nacionalista mediante la fracasada “ley ómnibus”. No parece gran cosa, ¿verdad? Pero llovía sobre mojado: Tellado desempolvó el célebre tractor de hace años y, furioso, tildó el acuerdo de “asqueroso y miserable”, y llamó a los peneuvistas “rentistas” y “aprovechateguis”. Esteban no se quedó atrás: resucitó lo de “torpe”, que a Tellado parece molestarle extraordinariamente, y luego siguió llamándole maleducado, neofascista y quién sabe cuántas cosas más.
Al final se impondrá la sensatez, o la autoridad de los líderes de los partidos, y la sangre no llegará al río. Pero será difícil que dos hombres de la inteligencia y de la tozudez de Aitor Esteban y Miguel Tellado vuelvan a hablarse sin tirarse de los pelos.
* * *
El mochuelo (Athene noctua) es un ave estrigiforme de la familia de las estrígidas, como su propio nombre indica. Esto quiere decir que es primo carnal de los búhos, las lechuzas, los autillos, los cárabos y todo el resto de los pájaros de ojos grandes, vuelo silencioso y costumbres nocturnas. El mochuelo es de los más pequeños (unos 25 centímetros del pico a la punta de la cola), de los más extendidos por Europa, África y Asia, de los más conocidos (la famosa lechuza de la diosa griega Atenea era en realidad un mochuelo) y también de los más simpáticos.
Se alimenta de insectos, lombrices, pequeños ratones y cosas así. Tiene la cómica costumbre de mover la cabeza de arriba abajo, de lado a lado, como si le hubiese dado un parraque, un sopitipando, un paraflús o un baile de San Vito. Pero bueno, todos tenemos nuestras manías y esos cabeceos nerviosos del mochuelo le han hecho muy popular, sobre todo entre los niños. Mejor dicho: entre los niños que son capaces de sacar la nariz de la pantalla del móvil y enterarse de qué es un mochuelo.
Lo que hoy nos interesa del mochuelo son sus costumbres nidificadoras. Suele este pajarico anidar en cavidades de todo género. Pero sucede que son abundantes, entre los humanos, las gentes bienintencionadas que construyen o compran nidos artificiales o “casas nido”, como las llaman los comerciantes; por lo general son cajas de madera con un agujero de tamaño variable. Las personas cuelgan esos cajoncillos en bosques y jardines, en lo alto, en lugares de difícil acceso para los gatos y las raposas, y son muchas las especies de aves que, ante tan inesperada y útil solución a sus problemas inmobiliarios, las usan con todo éxito y las convierten en su hogar.
Una de estas aves es el mochuelo. A fin de cuentas, un cajoncito de madera no deja de ser una cavidad, ¿no? En la imagen que acompaña a estas líneas puede verse un raro alojamiento “para dos”, algo así como un adosado para pájaros. Eso al mochuelo, que es bicho territorial, no suele gustarle mucho. Pero bueno, si el vecino del al lado es un pájaro del PNV que no molesta, que pía en francés y hasta en lakota, y que llevaba años suspirando y dando la tabarra por el chalecito de las narices, pues, ¿por qué no?
MataNarcisos
25/01/2025 11:33
Ahora comprendo dado su estudio de la etnias de Norte América, y su similitud de comportamiento del PNV, en la forma de pactar a cambio de algún abalorio a cambio, igual que hacían las tribus de indios Comanches de Norte América con los comancheros de Nuevo Mejico. Lástima que en este caso los "comanches" o sea los ciudadanos residentes en el País Vasco, acaben igual de pobre que aquellos indígenas de Norte América, porque el wisky se lo beben los jefes en la tienda, y al comanche de calle ni lo huele.
maribelolmor44
25/01/2025 14:11
Genial artículo, le felicito.
herculino
25/01/2025 17:01
Aitor es tan vasco como yo, es un maketo más, como Rufián, por poner solo un ejemplo
span
25/01/2025 17:19
Por partes, que diría aquel. a) seriamos decenas de miles de vascos los que jamás le dariamos la mano a Aitor Esteban . No al revés. Un tipo que nos llama fascistas, que quiere romper la unidad de España, que forma parte de un partido que se enorgullecen de ser los herederos de un racista, machista y xenófobo (Sabino Arana, Arzallus y otros), antidemocrático (niega el derecho a decidir de 47 millones de españoles,), autócrata (nos niega el derecho a nuestra educación en el idioma español y el acceso al trabajo a los que no sabemos eusquera). En Europa no estaría permitido un partido que hace estas cosas. b) cinco idiomas ?? y yo diecisiete. Notehode. FktheCNT. No entiendo el panegírico a un representante de un partido independentista- y por lo tanto antidemocrático- que discrimina a millones de españoles, que se beneficia de privilegios económicos mientras se rien en nuestra fruta cara y que es claramente antiespañol. En cualquier pais de Europa serio, caso de Alemania por ejemplo, o de Portugal, los partidos secesionistas no tendrián cabida. No desde luego en el Parlamento nacional.. No perdamos el norte VP.
span
25/01/2025 17:21
realmente complicado e imposible comentar en el nuevo VP Así está esto de yermo.
span
25/01/2025 17:46
No deja de ser curiosa y paradójica la vida política en España. Vascos de Bilbao, de Amurrio, de muchas más generaciones que el tal Esteban , eso seguro, defendiendo la unidad de España frente a tipos con raices en Soria, Vallecas, Leon (zp) , Andalucia (rufian) empeñados en romper la unidad política y social del país que les vio nacer.
pangeat1
25/01/2025 19:43
Este artículo laudatorio hacia la figura del diputado Esteban Bravo apenas incide en lo fundamental; se trata de un pobre acomplejado que quiso ser el más vascón de los vascones, como tantos inmigrantes castellanos llegados al País Vasco que por ser aceptados acabaron pasándose de frenada. Por lo demás y todo el mundo sabe que el PNV es kla gran meretriz del Congreso, sus votos se subastan al mejor postor.
bobjimenez
25/01/2025 23:49
Artículo masaje.