¿Por qué es más barato comprar aceite de oliva fuera de España? La diferencia de precios con el extranjero

El aceite de oliva, el producto estrella de la crisis inflacionista. Y no es para menos. Los datos hablan por sí solos e indican que ha subido el precio un 140% en tan solo dos años. Desde marzo de 2021, fecha en la que el IPC dio luz verde a su incremento descontrolado, hasta septiembre de 2023, el precio del aceite de oliva se ha encarecido de manera descontrolada y dispar, ya que ha subido casi el doble en España que en la Unión Europea.

Subidas de precios provocadas por unas cosechas mermadas por las condiciones climatológicas y por la escasez de existencias; sin embargo, el incremento no solo ha afectado a los agricultores y consumidores, sino que los supermercados se han visto salpicados por la caída al vacío del aceite de oliva.

Tal y como explicamos en Vozpópuli, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) recalca que los supermercados nacionales han incrementado un 56% sus beneficios con las botellas de aceite de oliva en tan solo un año. Los datos de la entidad sobre el Índice de Precios en Origen y Destino de los alimentos (IPOD) confirman que la subida del precio de origen no se equipara al incremento de los precios que se marcan en los supermercados. A pesar de esta subida, los propios supermercados no son capaces de sacar rentabilidad de este producto.

La menor diferencia porcentual entre el precio de origen y de destino de todos los productos recogidos por el IPOD es el aceite de oliva con un 20%. Y no es que la distancia con el resto de productos sea mínima. Exceptuando los casos de los huevos y la leche de vaca, los supermercados suelen oscilar un porcentaje de beneficio que supera el 100%. En términos generales, el precio de origen es de 8,54 euros/kg y el coste de destino llega hasta los 10,21 euros/kg, es decir, que la diferencia entre el precio de origen y de destino es de 1,20 euros.

Un paradigma que esboza un horizonte repleto de dudas e incógnitas que llegan a un mismo puerto: el inicio del fin del aceite de oliva. Dentro de esta vorágine, hay una cara oculta que contradice la subida de precios que se está experimentado en nuestro país: la cuantía del litro de aceite de oliva en el extranjero.

El aceite de oliva es más barato en el país importador que en el productor

Un estudio de FITstore ha dejado en claro que el aceite de oliva es más económico en Portugal que en España. Tal y como se indica en el informe, el aceite de oliva tenía un precio a 16 de marzo de 2024 en nuestro país de 9,89 euros/litro, mientras que en el país vecino la cifra oscilaba los 8,8 euros/litro. ¿Es tan sangrante la diferencia de cuantías entre ambos países? La diferencia casi roza el euro, aunque la disparidad porcentual durante el 2023 llegaba hasta el 20% entre Portugal y España.

"No es normal que un alimento esencial sea más caro en el país productor que en el país importador. Esto es la especulación que estamos sufriendo en España. No hace falta que nos vayamos muy lejos, ya que tan solo mirando a Portugal se da esta situación, lo que empuja a que muchos españoles vayan hasta Portugal para comprar el mismo aceite, pero hasta un 12% más barato si nos fijamos en los precios actuales", explica FITstore a través de una nota de prensa.

¿Por qué es más barato y más rentable comprar aceite de oliva fuera de España cuando somos el principal país importador de toda la Unión Europea? La Asociación Española de Municipios del Olivo (AEMO) explicó hace unos meses el principal motivo por de la disparidad entre el país importador y el productor: la poca rotación de las botellas que tienen disponibles en los supermercados. A diferencia de España, hay ciertas cadenas extranjeras que tardan en vender todas sus existencias cerca de dos años, por lo que la fecha en la que data la compra suele oscilar un precio inferior al que se maneja en la actualidad.

¿Cuál es el futuro que depara al sector agrícola y al aceite de oliva de cara al próximo lustro? El horizonte que se dibuja está repleto de dudas e incógnitas, al que hay que sumarle las constantes trabas de las entidades locales y europeas que no dejan respirar a los agricultores. Una concatenación de desgracias que ha desembocado en la 'revolución de la agricultura' como la última bala en la recámara del gremio. Solo queda esperar a que las pancartas, las concentraciones y la huelga tenga sus frutos y de paso al inicio de una segunda vida del campo español.