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España

Pedro Sánchez explora el apoyo de Ciudadanos para sellar la paz con los barones

Pedro Sánchez y Albert Rivera, durante la campaña electoral.

Sería la combinación perfecta para Pedro Sánchez, un acuerdo de investidura con Podemos y con Ciudadanos que devolviera al PSOE a la centralidad política. Podría manejar con mayor soltura desde el Gobierno una especie de geometría variable y, de paso, tranquilizar a las grandes empresas y a los mercados, más pendientes que nunca de cómo desde el Partido Socialista se cocina en la sombra una alternativa de izquierdas que ponga fin a los cuatro años de mandato de Mariano Rajoy.

Rivera sigue condicionando la colaboración con el PSOE a que rompa con Podemos y los independentistas

Pedro Sánchez ha tenido ya varias conversaciones con Albert Rivera, que este jueves fue recibido en La Zarzuela por Felipe VI. Y en todas ellas, el líder de Ciudadanos ha puesto como condición obligada para un posible pacto de investidura que el PSOE no participe como protagonista principal en un cambalache con Podemos y las filiales independentistas en Cataluña, Galicia y la Comunidad Valenciana que concurrieron con Pablo Iglesias a las pasadas elecciones generales.

Ciudadanos se presta a ser un comodín, aseguran fuentes socialistas, primero porque sabe que no le convienen nuevas elecciones y segundo porque le vendría bien una crisis en el PP. El problema para Pedro Sánchez es que por razones de aritmética parlamentaria no puede prescindir de los 69 diputados de Podemos, cuyo aterrizaje en el Congreso ha disparado las expresiones de rechazo a esta formación por parte de Albert Rivera. El análisis que se hace en la cúpula del PSOE es muy simple. Las dos posibles alternativas serían convencer a Ciudadanos de que participe en una comunión con Podemos a través de una agenda social y de regeneración democrática difícil de rechazar o, por el contrario, verse condenados a lidiar con Pablo Iglesias y sus organizaciones satélites, con el Partido Nacionalista Vasco y, sobre todo, con los soberanistas catalanes que pueblan la lista de Esquerra Republicana (nueve escaños) y de Democracia y Libertad (ocho). Un cambalache demasiado indigesto como para ser aceptado sin más por las federaciones de mayor peso en el partido.

Sánchez es plenamente consciente, aseguran sus más allegados, de las dificultades que encontrará en el comité federal del día 30 para presentarse ante los suyos con esta última opción de Gobierno, sobre todo teniendo en cuenta que en su última reunión la principal condición que le marcaron todos los presidentes autonómicos, a excepción del balear, fue que no pasteleara con los independentistas y que tampoco cerrara acuerdo alguno con Pablo Iglesias mientras éste no renunciara de forma expresa al derecho de autodeterminación en Cataluña. De momento, no lo ha hecho.

Una operación de alto riesgo

En el PSOE abundan las opiniones de quienes están convencidos de que Sánchez se ha metido de lleno en una operación de alto riesgo que, incluso aunque finalizara conduciéndole a La Moncloa, podría dejar el partido hecho trizas. “Es una paradoja, pero podemos perfectamente llegar al Gobierno en una coyuntura tan compleja como ésta y dentro de poco dejar de ser para siempre partido de Gobierno”, asegura un veterano dirigente socialista que todavía confía en que Sánchez, que ha sido tan hábil para sobrevivir a las continuas embestidas de Susana Díaz, consiga ahora ejecutar con éxito el doble salto mortal: conseguir la investidura gracias al favor de Podemos y de Ciudadanos.

Un acuerdo de Gobierno con Podemos pende de un hilo muy fino, se confiesa en el Partido Socialista

“Un pacto del PSOE con Ciudadanos no asustaría a los mercados, con Podemos ocurre lo contrario, por mucho que digamos que Pedro no va a hacer ninguna tontería porque no es ningún radical. Es tan rocoso pero, al mismo tiempo, tiene tanto sentido de Estado que, incluso, no sería descartable que renunciara a formar Gobierno si para ello tiene que valerse solo de grupos como Podemos, Convergencia o Esquerra. Por esta razón nadie todavía puede dar nada por cerrado, todo pende de un hilo muy fino”, admiten en la ejecutiva socialista.

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