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España

Calvet, MEP expulsado de UPyD: "Si Rosa Díez quiere irse y cerrar su juguete, tiene que dar la cara"

Enrique Calvet, eurodiputado independiente tras ir con UPyD y luego ser defenestrado.

Enrique Calvet (1950), quinto en la lista de UPyD a las últimas elecciones europeas, ocupa desde noviembre de 2014 la vacante que dejó Francisco Sosa Wagner. El catedrático entregó el acta al ser ninguneado por la dirección tras pedir un pacto con Ciudadanos. Calvet, que también defendió esta vía, fue expulsado en abril de 2015 y quedó como independiente en el grupo de los liberales de ALDE. Allí es colaborador de Ciudadanos, pero todavía no ha recibido una oferta para incorporarse a su estructura orgánica. Economista y licenciado en Literatura y Ciencias Físicas, asiste perplejo a la desintegración de UPyD y al abandono de sus cabezas más visibles. La última en saltar del barco ha sido Rosa Díez, quien ostentó las mayores cotas de poder en el partido y a nivel institucional. Este lunes anunció su marcha a través de sus cuentas oficiales de Twitter y Facebook, lo que retrata al personaje, según Calvet. El eurodiputado analiza en esta entrevista con Vozpópuli la deriva magenta y el futuro de unas siglas que quisieron abanderar la regeneración democrática en este país. Además, revela cómo se está viendo desde Bruselas la gestación de alambicados pactos en España para la conformación de un nuevo Gobierno.

-¿Qué le parece que Rosa Díez se haya dado de baja de UPyD?

-Me parece vergonzoso. Lamenté mucho que UPyD, además de desaparecer con una vertiginosidad histórica por la incompetencia, paranoia y fantasmas particulares de sus dirigentes, acabara de manera deshonrosa. Y esto termina de rizar el rizo. Cuando uno ha jugado todo el tiempo a que el partido es mi juguete, el partido es mío, yo lo declaré ante notario y yo lo quito cuando quiero… tiene que asumir la falsedad y si quiere irse y cerrar su juguete, tiene que dar la cara. No irse dejando en una mala situación a compañeros, a los que ha utilizado miserablemente, ha engañado y ha intoxicado durante mucho tiempo. Ahora su divismo le hace ir a otras prácticas como vender su libro. Sencillamente, no tiene en consideración a la militancia.

-¿Cree que UPyD es un partido abocado a la disolución?

Para mí dejó de existir de facto hace mucho tiempo, por lo cual eso sería lo normal. No obstante, ahora cuando al fin se vayan las células cancerígenas, también cabe una mínima posibilidad de refundación, que después tendría éxitos electorales o no, pero que al menos replantearía la gran aportación que fue UPyD, a la que tuve el honor de servir. UPyD tiene sus etapas, igual que las tuvieron sus dirigentes. Podría intentar recobrar su manifiesto fundacional, militancia de la que se ha ido hastiada y purgada, radicalizar sus mensajes y convertirse en un partido, puesto que nunca lo ha sido (ha sido una plataforma de idólatras alrededor de un falso ídolo). Aunque una cosa le digo, mire el CDS, que todavía no se ha disuelto. Todo es muy difícil. A UPyD se le puede considerar de facto como disuelto y los actuales dirigentes que tienen el mérito de haber podido continuar pese a los continuos ataques de la líder, supongo que será porque todavía están enamorados del proyecto. Pueden plantearse el intentar, al menos tímidamente, mantener vivo el espíritu del manifiesto fundacional. Hay dos maneras de mantener vivo este manifiesto, que se debe sobre todo a Fernando Savater: una, recuperarlo y otra, fundar otro partido.

-¿Cree que el diputado vasco Gorka Maneiro puede reflotar UPyD ahora que se ha quedado al frente de la nave?

-Solo, no. He tenido pocos contactos con Gorka Maneiro, pero siempre he alabado, alabo y alabaré su enorme valentía, su enorme arrojo, su hombría de bien y fuerza de convicciones, porque en el terreno más difícil, ha dado la cara. Un ejemplo: hay que tener las ideas muy claras, así como la honestidad y decencia sobre la igualdad y libertad de los españoles, para decir en el Parlamento vasco que hay que acabar con el privilegio medieval de los fueros. Y él lo dice. Y ha hecho campaña, no sólo ahora, sino en momentos en que se ha jugado la vida. Es un hombre de una pieza, pero claro, tiene que ser un equipo. Debería hacer incorporaciones importantes de intelectuales o contar con el apoyo de intelectuales. A partir de ahí, habría que ver.

-¿Cuál ha sido, a su juicio, el mayor error de Rosa Díaz, el error del que se ha derivado la actual situación de UPyD?

-Lo de Ciudadanos ha podido ser el punto de inflexión, pero yo no lo cifraría en un momento o en un hecho puntual. Desde que UPyD llega al paroxismo, que es cuando gana cinco diputados en el Parlamento y todo el mundo estaba encantado de haberse conocido, Rosa Díez se autoescucha y se convence de lo que no es. Ella era una excelente tribuna, de agitación y propaganda, una persona honesta, pero no una líder que motivara al partido. A partir de ese momento, ella deja de escuchar mucho, endiosa y además le crece -en ello tuvieron que ver las personas que le rodeaban- una paranoia: escuchar a los de fuera era sentirse debilitada.

"Ahora cuando al fin se vayan las células cancerígenas, también cabe una mínima posibilidad de refundación"

Desde entonces comete una serie de errores. Por ejemplo, dos días después de pedir la aplicación del artículo 155 de la Constitución (cosa que yo apoyo ahora más nunca), presentó un libro con un separatista declarado de ERC. Yo vi el temblor que aquello provocó en los afiliados y algunos se fueron. Porque UPyD no se formó de políticos profesionales que querían cuidar sus puestos, sino de mucha gente de bien, por ideas, por renovación, por entender la política como participación… Y claro, cuando empiezan los afiliados a ser maltratados, se van marchando tranquilamente. En definitiva, el gran error de Rosa Díez es cuando se despreocupa de crear un partido y dice 'yo quiero un partido de votantes y no de militantes'. Pues luego, te quedas sin militantes y sin votantes, como es lógico.

-¿Recibió usted algún tipo de reproche de Rosa Díaz antes o después de su expulsión?

-Para conocer bien al personaje, le cuento que desde un año antes de las elecciones europeas hasta el día de hoy, Rosa Díez no me ha hablado. Eso significa que, pese a que yo se lo pedí muchas veces, ella no me habló durante la campaña. Eso significa que después, cuando yo vi que el partido se desintegraba y fundé una corriente (‘La Ciudadanía Primero’), le escribimos, le invitamos a cenar, le enviamos nuestros argumentos, le enviamos soluciones para debatir, y no contestó jamás. Eso significa que cuando yo soy el quinto en la lista y en cualquier momento puedo ser eurodiputado, antes incluso de fundar la corriente, tampoco me llama. Antes de la expulsión, ni me consulta ni me llama. Y después, me difama y me calumnia diciendo que yo soy un tránsfuga. Pero tránsfuga es el que traiciona el programa por el que se le votó y eso yo no lo voy a hacer jamás. Además, el manifiesto fundacional de UPyD sigue siendo mi norte.

-¿Sufrió alguna amenaza del círculo próximo a la exportavoz magenta por apoyar el acercamiento a Ciudadanos?

Amenaza no es la palabra. Ella sabía que en ese momento yo no era partidario de la fusión con Ciudadanos. Yo, si acaso, era partidario de abrir unas negociaciones sensatas y correctas y ver si se podía hablar de pactos electorales o postelectorales. Aquello se hizo tan mal que C’s se dio cuenta muy pronto de que esta mujer se estaba cargando absolutamente a UPyD. ¿Para qué iban a pactar con alguien así? Perdieron todo el interés. Tras las elecciones europeas, recuerdo cómo en Bruselas era UPyD quien llevaba la batuta en la relación de ambos partidos. Se tratada de un acercamiento, no de fundirse. Yo defendí un pacto postelectoral. Pero eso a Rosa Díez no le importaba. A ella lo que le preocupaba era si yo daba patadas al hormiguero, porque sabía lo que iba a pasar, y le molestaba mucho que escribiera cosas y las dijera en prensa y públicamente. Pero, claro, en una democracia, donde además el partido se ha convertido en una especie de caja a lo Pol-Pot, el que quería hablar del proyecto tenía que hacerlo por ahí fuera, aunque sólo fuera para respirar. Y lo que ya no soporta Rosa es que además (yo) tuviera razón.

-¿Cómo valora la gestión de Andrés Herzog, candidato a las elecciones generales, en esta última etapa?

-Herzog, al que conocí más que a Maneiro, creo que es muy buena persona. Pero me da la impresión que la política no es lo suyo. Herzog ha estado haciendo el paripé de pantalla de Rosa, poniendo la cara en momentos difíciles. El resultado en la generales ha sido una catástrofe absoluta y creo que él ya lo sabía, pero alguien tenía que poner la cara. Aparte de que, en mi opinión, no tiene vis política y siendo un brillante abogado y una buna persona, uno de los errores muy grandes que introdujo dentro de la dinámica de UPyD es judicializar absolutamente la política de UPyD. La denuncia que se hizo contra Caja Madrid, la primera, fue un acto político muy bueno, que luego había que rentabilizarlo.

"Un tránsfuga es el que traiciona el programa por el que se le votó y eso yo no lo haré jamás"

A partir de ahí, la tarea de un partido político es hacer que la Fiscalía y las instituciones judiciales del Estado cumplan con su cometido, no sustituirlas, que es lo que hace Manos Limpias. Que UPyD se convirtiera en una especie de Manos Limpias, judicializando cada hecho político, eso lo banalizaba, además de arruinar al partido. No es lo propio de un partido político. Un partido tiene que hacer política y establecer unas instituciones que cumplan con su obligación. Y sustituirlas sólo muy de vez en cuando y como efecto simbólico. Herzog, en cambio, es un hombre que ve la política en función de querellas y demandas.

-Ya en un plano más general sobre la política española, ¿cómo ve las actuales negociaciones de pactos entre los principales partidos?

La salida europea y democrática yo la defendí al día siguiente de las elecciones generales y está en las hemerotecas: el pacto a tres, PP, PSOE y Ciudadanos. Éste último da un marchamo de renovación de la política y una capacidad de tutelaje y de vigilancia de los dos viejos partidos, cuya dificultad es la herencia que arrastran. Eso sí que asegura a los ciudadanos que se va hacia un cambio en la política. Pero es que esto es lo normal en Europa. Esto a un alemán no tiene que explicárselo, o a un francés que recuerda la cohabitación de Chirac y Mitterrand. En Europa a nadie se le ocurre que un partido constitucionalista, centenario, que tiene una visión de la democracia occidental, absolutamente homologable, de pronto diga que yo no hablo con quien tiene los mismos fundamentos que yo, entre ellos, la unidad de España, y sin embargo, sí me planteo hablar con el partido autoritario, leninista y populista. Eso choca mucho. Y a mí también, que he sido 30 años miembro del PSOE y que le llevé la maleta a Corcuera en la UGT confederal. Es la antítesis del socialismo que yo mamé y que me enseñaron personas como Ramón Rubial o Nicolás Redondo padre.

"Que UPyD se convirtiera en una especie de Manos Limpias, eso lo banalizaba, además de arruinar al partido"

Volviendo otra vez a Ciudadanos, también le digo que van a estar mucho tiempo en un escenario de enorme fragilidad, porque tienen que romper con su ambigüedad lo más posible, y toda esta historia de pactos no ayuda a eso, sino más bien lo contrario. ¿Van a renunciar o no al contrato único indefinido, por ejemplo? Yo creo que no deberían. Pero este tipo de cosas le pueden debilitar injustamente.

Y para terminar, ¿qué le comentan sus colegas europeos, no ya del grupo de los liberales de ALDE, sobre el panorama español?

No entienden que el diferencial de la democracia española no es desgraciadamente que sea reciente, que no hayamos tenido la revolución liberal (tampoco la han tenido Portugal y Grecia), que seamos periféricos… el problema es que en España se pone en tela de juicio la explosión balcánica y eso en ninguna de las grandes democracias estables es concebible. Se pone en tela de juicio a base de no aplicar la ley o retorcerla. Por ejemplo, un Tribunal Constitucional que dice que no ha habido conspiración en Cataluña porque no se ha reunido la gente para preparar actos contra el bien común. Eso no se entiende. En Francia ha habido un movimiento que ha querido hacer un 9-N en la región catalano-francesa y el Gobierno de la República ha pedido a la Fiscalía General que incoara expediente por atentado contra la nación. Y punto. Mientras, aquí, unos están en el debate de pervertir la democracia con el derecho a decidir y otros con el coqueteo de 'sí, pero no'. Esto es muy difícil de explicar en Europa. Y además, les tengo que explicar que hay un Le Pen de izquierdas, que es el conglomerado Podemos, y un partido conciliador a la usanza, constitucionalista y socialdemócrata que se inclina por ese Le Pen. Esto tampoco lo entienden.

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