Quantcast

Economía

Los otros sanitarios olvidados en la crisis del coronavirus: las clínicas veterinarias

Los otros sanitarios olvidados en la crisis del coronavirus: las clínicas veterinarias

La mayoría de los hogares en España tiene un hijo. O varios. Y los hay que hasta tienen una mascota. Muchas un perro, otras un gato. En concreto, en España hay 13 millones de mascotas censadas según datos de la Red Española de Identificación de Animales de Compañía (REIAC), y para cada familia su mascota es única, ireemplazable.

Si esos datos se cruzan con los casi cinco millones de personas que viven solas en España, según el INE (Instituto Nacional de Estadística), el resultado de la ecuación es que para muchos españoles sus mascotas son la única familia que tienen. "Para muchas personas sus perros y gatos son como un hijo, y hay que cuidar de ellos".

Quien habla es Javier C., veterinario y propietario de una pequeña clínica para mascotas ubicada en la zona sur de Madrid. "Estamos ante un problema de una magnitud impresionante y, por supuesto, priorizamos a las personas antes que a las mascotas, pero nos sentimos desamparados. La primera vez que el presidente del Gobierno nombró a las clínicas veterinarias fue el martes. No sabíamos si podíamos abrir; nos hemos regido por el Colegio de Veterinarios, que nos dio libertad individual para que cada uno hiciera lo que quisiese".

La situación es paradójica. Por un lado tienen menos afluencia que nunca, pero por el otro la que tienen puede ser crítica y en algunos casos no hay personal humano para atender con garantías si son cuadros complejos

Javier tuvo un pico de trabajo a finales de la semana pasada, cuando se atisbaba lo que iba a suceder, pero a partir del lunes no hay prácticamente trabajo, aunque el poco que hay es de capital importancia. Las clínicas sólo atienden urgencias, y han pospuesto todo lo que se podía aplazar. También, reconoce, ha recibido un aluvión de llamadas de gente que quería saber si las clínicas abrían o cerraban. "Al final la gente tiene miedo de que a sus mascotas les pase algo y no tengan dónde acudir, algo muy comprensible", asegura Javier.

Sin mascarillas ni guantes

La mayoría de los guantes y mascarillas, imprescindibles para evitar riesgos frente al coronavirus y atender con garantías higiénicas a los animales, se ha destinado al personal sanitario de los hospitales. Una medida que Javier comprende. "Lo primero es la salud de quienes se han contagiado, pero la situación es muy mala para nosotros. Estamos muy expuestos. Un compañero de profesión me ha conseguido una caja de guantes, pero contando esa sólo tengo dos. La Guardia Civil lo ha requisado casi todo para los hospitales", asegura. Tampoco tienen desinfectante de manos. "Estamos utilizando alcohol para limpiarnos", reconoce.

Otro problema de suministros está en las dietas especiales para animales con determinadas enfermedades y patologías. "Los veterinarios somos los únicos que podemos administrar dietas especiales para animales con problemas, pero estamos sufriendo problemas para recibir esta clase de alimentos. Determinados piensos especiales que nos llegaban cada 24 horas ahora llegan cada 72 horas", explica.

A pesar de que la gente se encuentra confinada en casa, las urgencias de mascotas no entienden de estado de alarma. "El lunes vino un cliente con un perro con un problema de alergia causado por una oruga. Si no lo atendemos, se muere", concluye Javier.

Caída de hasta el 60% de la facturación

La mayoría de las clínicas veterinarias están regentadas por autónomos como Javier, un colectivo, el de los trabajadores por cuenta propia, que representa en torno a un 98% del tejido empresarial español.

"La facturación ha descendido en mi caso en torno a un 50 ó un 60%. No soy solo yo. Tengo muchos compañeros que están en las mismas. Muchos compañeros han cerrado, otros se han visto obligados a recortar la plantilla. De hecho, ahora mismo estoy yo solo en la clínica atendiendo urgencias. Es la realidad de los autónomos, los que más jodido lo vamos a pasar", asegura.

Una situación paradójica. Por un lado tienen menos afluencia que nunca, pero por el otro la que tienen puede ser crítica y en algunos casos no hay personal humano para atenderla con garantías si son cuadros de cierta complejidad.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.