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Ricky Rubio, la salud mental y el último gran tabú derribado por los deportistas de élite

Con la retirada del base catalán de la NBA debido a sus problemas personales, se reaviva el debate sobre la importancia de cuidar el aspecto psicológico en la primera línea pública, ayudando estos con su altavoz mediático a atajar esta pandemia silenciosa

Ricky Rubio. EP

El pasado 4 de enero, Ricky Rubio dijo basta. Mediante un comunicado en redes sociales, el base catalán nacido en El Masnou anunció su retirada definitiva de la NBA después de doce temporadas en la máxima élite baloncestística. Un adiós que el propio Rubio ya dibujó el pasado 30 de julio, cuando abandonó la concentración de la selección española para el pasado Mundial celebrado en Filipinas, Japón e Indonesia.

Tras meses navegando por la más dolorosa de las pesadillas, el talentoso playmaker español ha antepuesto, con todo el acierto del mundo, su salud mental al devenir de su carrera profesional. El mensaje compartido, aunque duro de leer e imaginar en qué situación se encuentra Rubio, decía lo siguiente.

"El 30 de julio fue una de las noches más duras de mi vida. Mi cabeza se fue a un lugar oscuro, sabía la dirección que tomaba, pero nunca pensé que no estuviera en control de la situación. Al día siguiente decidí terminar mi carrera profesional.

Algún día, cuando sea oportuno, me encantará compartir mi experiencia con todos para poder ayudar a otros que pasen por algo parecido. Hasta entonces, lo guardaré en privado, por respeto a mi familia y a mí, ya que todavía estoy trabajando en mi salud mental. Estoy orgulloso de poder decir que estoy mucho mejor y mejorando cada día. Quiero lanzar este mensaje a vosotros hoy porque mi carrera en la NBA se ha terminado.

Todo empezó en junio de 2009, noche de draft en Nueva York. Un sueño. Después de jugar 12 años en la NBA, con sus altos y bajos, he labrado un montón de buenos recuerdos y buenas relaciones. Minnesota, Utah, Phoenix y Cleveland, gracias.

Especial mención a Cleveland, mi última casa. Sé que la manera en que ha terminado ha sido duro, nunca pensé que iría de esta forma, pero tenéis una gran franquicia, con Koby y JB que han entendido y respetado al máximo mi situación, preocupados por mí como persona. Gracias a todos."

Lo que para muchos fue una triste sorpresa, para él es un alivio inconmensurable. Solo alguien que ha pasado por un proceso así es capaz de empatizar con la liberación que supone ponerle voz y letra a lo que tu mente grita en silencio.

Ricky Rubio, como tantos miles deportistas de élite, ha tenido que sobrevivir en un mundo cruel, que solo vive del hoy, nunca mira al mañana y tritura el ayer. Jugador más joven de la historia en debutar en la ACB con 14 años, 11 meses y 24 días (sólo superado por el maliense Bassala Bagayoko en 2021, con 14 años, 7 meses y 15 días), Rubio tuvo que lidiar con la presión de tener que ser el mejor desde que tiene recuerdo.

Estrella emergente del Joventut campeón de Copa en 2008, tuvo un efímero pero brillante paso de dos temporadas en el Barça, donde logró la Euroliga y la ACB, amén de dos Copas del Rey. Drafteado en la quinta posición en la lotería del 2009, el impacto de Ricky Rubio en la NBA fue inmediato. Su perfil de dirección, atrevido y descarado a la vez que cerebral y preciso, encandiló a un público estadounidense que depositó en él unas expectativas, a la postre, demasiado pesadas.

Su carrera, vista en perspectiva, ha sido buena. Mantenerse en la élite es siempre un triunfo, aunque la mácula del acierto exterior cercenó una proyección maravillosa. En la era del triple y los bases anotadores, Ricky Rubio nació para encarnar la figura de mitos como Bob Cousy, John Stockton o Steve Nash. Un genio en la era equivocada.

La bajada a los infiernos de Ricky Rubio y el auxilio de la NBA

Era mayo de 2016 cuando la vida zarandeó a Rubio hasta casi terminar con él. Su madre, Tona Vives, falleció a los 56 años tras una larga lucha contra un cáncer de pulmón. Ahí empezó a apagarse el sol de Ricky. La oscuridad tejió su cruel seda por la mente de Rubio, acabando con la alegría y ganas de vivir de un niño maravilla.

Ya entonces quiso dejar el baloncesto, pero la promesa hecha a su madre era más fuerte que su depresión, y siguió jugando. Resurgió en Utah, donde cuajó dos años fantásticos, además de ser MVP del Mundial de 2019 con España, comandando un título tan inesperado que sobrepasó alegrías tales como finales olímpicas o el primer oro en Japón.

En la NBA de hace un lustro, si no más, la salud mental era un tabú para las estrellas. Una barrera invisible aunque poderosa que les privaba de la valentía necesaria para alzar la voz contra sus problemas. Un drama, el de la salud mental, que sufrimos todas las personas por igual, sin importar nuestra condición social, edad, género o modo de vida.

El monstruo de la depresión no entiende ni respeta nada, solo aguarda el momento exacto para penetrar en tu cabeza. Fue DeMar DeRozan, compañero de Draft de Ricky Rubio, quien actuó en primer lugar junto a Kevin Love para batallar por una salud mental justa en el deporte de élite. Aunque hablamos de NBA y baloncesto, el condicionante de silencio absoluto se puede extrapolar al resto de disciplinas deportivas, que ahora empiezan a ver la luz tras muchos años agazapados.

El escolta de Compton (California) anunció en 2018 su lucha contra una larga depresión a la que había ganado. "No importa lo indestructible que parezcamos en la pista, todos somos humanos al final del día", puntualizó DeRozan. El propio Love explicó también que había sufrido un ataque de ansiedad en mitad de un encuentro ante los Hawks, un episodio que terminó con Love "tirado en el suelo del vestuario tratando de encontrar suficiente aire para respirar".

Estos avisos, en boca de jugadores muy respetados en la NBA, pusieron en alerta a una institución que, bajo el mandato primero de David Stern y ahora de su sucesor, Adam Silver, ha tratado, en la medida de lo posible, de entender siempre la posición de los jugadores en todos los ámbitos. Tras reunirse sindicato de jugadores y comisionado, se aprobó la implantación de un gabinete de psicología en cada una de las 30 franquicias de la NBA a partir de 2019.

El proyecto recayó en manos del prestigioso psicólogo William Parham. Antes de DeRozan, Love, Rubio, Álex Abrines (quien también abandonó la NBA por las mismas razones y se reencontró con el baloncesto en Barcelona) o Parham, hubo otros pioneros de la salud mental a ambos lados de la frontera.

Si hablamos de jugadores, el molde lo rompieron tipos como Jerry West, Larry Sanders, John Lucas o Royce White, entre otros, poniendo en el foco los problemas de salud mental que acarrea la élite deportiva. El primer equipo en contratar un psicólogo fueron los Dallas Mavericks de Mark Cuban en el año 2000, quienes firmaron como máximo responsable de su gabinete a Don Kalkstein, ahora gurú respetado en el deporte americano.

Repasando, ¿cuántos miles de jugadores, sin importar el deporte, habrán rendido por debajo de lo esperado, bien sea en el inicio de sus carreras o al cambiar de equipo? El aficionado, aunque cada vez más empático, sigue preocupado por los resultados de su club. Lo que antes resultaba lícito e indiscutible ahora tiene mucho de egoísmo, pues la misma persona que critica a un jugador por su bajo rendimiento no se para a pensar si lo hace arrastrado por los mismos motivos que lo tienen a él sin salir de casa o enclaustrado en sus problemas.

Hoy, Ricky Rubio es más libre que ayer. Mañana, cientos de miles de personas, serán más felices que hoy. Porque contarlo libera y abre la vía de la esperanza, que es el primer paso de una larga y complicada recuperación. Si volvemos a ver a Rubio, que sea únicamente por deseo suyo. Si eso no es posible, le daremos las gracias, de nuevo, por haber compartido su vida con nosotros.

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  • V
    vallecas

    Estoy cansado de ustedes D. Iván, no les soporto, es superior a mis fuerzas, no puedo evitarlo.
    Me importa un bledo la salud mental de personas que tienen 50 millones de euros en el banco.
    Lo único que me faltaba es darle las gracias a un millonario por compartir su experiencia conmigo que no puedo ir al dentista porque no tengo dinero.
    ¡¡Venga ya hombre, ya está bien.¡¡