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Bienestar

Cuatro razones por las que usar el baño como sala de lectura es un hábito poco saludable

Hay cuartos de baño que parecen bibliotecas donde periódicos, libros, revistas y teléfonos móviles se convierten en protagonistas de un momento íntimo, asociado al relax, pero que a nuestra salud no necesariamente le hace demasiado bien

Cuatro razones por las que usar el baño como sala de lectura es un hábito poco saludable

Pocos son los momentos para nosotros mismos de los que solemos disfrutar a diario en un tiempo cada vez más caótico. Posiblemente esa sea la razón por la que el cuarto de baño actúa como templo y refugio donde intentar alcanzar una pizca de calma sin molestias e injerencias externas. Por fortuna, no estamos solos en esta dinámica de lectura compulsiva que hace que etiquetas de champú, periódicos, instrucciones de colutorio, libros o un artículo pendiente de una revista acaben siendo pasto de estos instantes de tranquilidad.

Una evolución del tiempo que hace que ahora, redes sociales y smartphones mediante, hasta un 73% de los estadounidenses (que podría ser extrapolable al resto de Occidente) le da por sacar el móvil mientras está en el excusado, cifra que aumenta hasta el 93% cuando hablamos de millenials y de los miembros de la generación Z, según una encuesta llevada a cabo por la empresa Vioguard, especializada en desinfección de sanitarios.

Toda una democrática lección que sacude cualquier tipo de brecha, ya sea de género, de edad, de clase social o de raza, y que nos ecualiza en un sacrosanto espacio de quietud donde nadie nos molesta. Aprovechamos así la coyuntura para ponernos al día con emails, con respuestas de mensajería instantánea o simplemente para ver los últimos vídeos de moda. Por desgracia, cerca de toda esta calma propiciada por un momento absolutamente zen, hay una tempestad por venir que hace que, si estamos pensando en nuestra salud, pasar mucho tiempo sentado en el inodoro es una pésima idea (si nos atenemos a estos criterios saludables).

Para ponerlo en contexto podemos aludir a otra encuesta, ésta desarrollada en 2019 por la empresa británica B&Q, enfocada al bricolaje y a los arreglos domésticos, que sostiene que pasamos unos 416 días de media (en nuestra vida) en el baño, ya sea con el peine, con la maquinilla de afeitar, con el maquillaje o simplemente reposando en la taza del váter.

Más de un año de nuestras vidas condensado en el cuarto de baño y que, si nos ceñimos estrictamente a los dominios del inodoro, no nos viene del todo bien cuando nos enredamos con la lectura, con el teléfono o simplemente pensando en las musarañas y persiguiendo ese equilibrio.

Las cuatro insalubres razones para no leer en el cuarto de baño

No tenemos nada en concreto contra la lectura, pero es quizá la dinámica más habituada cuando acudimos al baño, aunque el teléfono le adelante por la derecha -pero sigue siendo un hábito de lectura, aunque podamos ver vídeos-, pero podríamos sintetizarlo en que sentarse durante largo tiempo en el váter no es algo que implique grandes beneficios.

Una postura forzada, mala circulación sanguínea, lesiones rectales o el riesgo de aumentar el contacto con gérmenes y patógenos son las silenciosas amenazas con las que el inodoro -que no inofensivo- nos acecha y por las cuales no deberíamos pasar largos minutos allí sentados.

Una fuente natural de gérmenes

A nadie se le escapa que la taza del inodoro no es precisamente el lugar más higiénico de nuestra casa y es que por allí, con sus más y sus menos, campan diferentes bacterias y virus como la Escherichia coli, el Norovirus, la Salmonella o el Campylobacter, algunas de las cuales son responsables de diarreas, gastroenteriris o infecciones urinarias. Lo curioso es que también nuestro teléfono móvil puede estar lleno de bacterias, así que juntar a ambos en el mismo campo de batalla no parece una buena idea.

No es que nos debamos preocupar en exceso de estas posibles transmisiones porque nuestro sistema inmunitario está acostumbrado a estas 'peleas' y también porque la transmisión bacteriana de algunos de los protagonistas anteriormente citados está más relacionada con la transmisión boca-mano, sobre todo por una incorrecta higiene.

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Aunque nuestro sistema inmunitario está preparado para luchar contra cierto tipo de bacterias -y la transmisión de éstas es más fácil de mano a boca-, es mejor evitar un tiempo extra en el retrete. ©Gtres.

Sin embargo, cuanto más tiempo permanezcamos sentados en el váter (pensemos en el momento de tener una gastroenteritis) o más fuerza hagamos (por ejemplo, el estreñimiento), más podemos exponer al esfínter a estos agentes.

En cualquier caso, pensemos que el acto posterior a tener el teléfono en la mano mientras estamos en el baño (y sabiendo que luego nos lo vamos a llevar a la cara y a la oreja), después de utilizarlo en el aseo es bastante antihigiénico per se, así que mejor dejarle apartado en estos menesteres. Por cierto, según un artículo de The Guardian, el teléfono y otras superficies plásticas como una tablet o un ebook tienen más probabilidades de 'coger' estas bacterias que superficies porosas como el papel de un periódico o de una revista.

Hemorroides

Las podemos llamar almorranas, que es su nombre común, o hemorroides (que es el nombre científico), pero en resumidas cuentas hablamos de lo mismo: venas hinchadas en el ano y la parte inferior del recto, parecidas a las venas varicosas, que pueden aparecer a lo largo de nuestra vida por diferentes motivos. Es frecuente que surjan sin apenas motivo, como en el embarazo, ya que el útero ejerce una presión adicional sobre las venas que drenan el intestino grueso, pero también, y esto afecta a todo el mundo, por el estreñimiento.

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Pasar mucho tiempo en el baño puede aumentar el riesgo de hemorroides. ©Gtres.

Esfuerzo al evacuar y también una postura forzada (no hay más que ver que el diseño del aro del inodoro está pensado para facilitar la deposición) pueden aumentar el estreñimiento, sometiendo la zona a un mayor estrés y por tanto a incrementar las probabilidades de sufrir hemorroides y, en casos más severos, el riesgo de sufrir un prolapso rectal. Es decir, a más tiempo sentado allí, más probabilidades de mantener esa inadecuada postura y por tanto de que aparezcan las complicaciones anteriormente mencionadas.

Malo para tu circulación

Mantener mucho rato la misma postura en la taza del váter implica que descarguemos todo el peso de nuestro cuerpo sobre las piernas de forma poco natural, razón por la que seguramente más de una vez hayas comprobado que después de mucho tiempo allí, tus piernas y pies dan esa sensación de 'dormirse'. No te preocupes porque es reversible y tiene un nombre científico: parestesia.

Al reducirse la presión arterial, se pierde sensibilidad y aparecen esas sensaciones de hormigueo o entumecimiento, que generalmente se recuperan en un par de minutos después de mover las piernas. Todo esto se produce porque al inclinarte hacia delante (que es la mejor postura para evacuar), generamos presión en los nervios de la pelvis y reducimos el flujo de sangre. Excepcionalmente no es un problema grave, pero si solemos tener bajadas de tensión o problemas circulatorios recurrentes, pasar más minutos de los necesarios sentados en el baño no nos vendrá especialmente bien.

El mensaje contradictorio de ir al baño

Aunque hay estudios que alegan que ir al baño y leer sirve para desestresarnos y nos permite evacuar con más facilidad, como este dirigido por el doctor Ron Shoul, del Bnai Zion Medical Center (Haifa, Israel), también encontramos la otra cara de la moneda: nos distrae y hace que nuestro cuerpo 'olvide' a qué habíamos venido. Al menos eso sostiene el doctor Ugo Iroku, gastroenterólogo en New York Gastroenterology Associates, que en livestrong.com considera lo contrario.

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El hecho de utilizar el cuarto de baño para leer o trabajar manda mensajes contradictorios a nuestro cerebro sobre lo que debemos hacer allí. ©Gtres.

"Estás entrenando a tu cuerpo para que sentarse en el retrete no signifique que es hora de mover tus intestinos", esgrimía. Esto puede provocar estreñimiento y otra sintomatología relacionada con él, como las anteriormente mencionadas hemorroides, que también se producen porque al pasar mucho tiempo sin evacuar, las heces se secan y vuelven más duras, provocando dolor y las patologías antes mencionadas, incluyendo fisuras rectales por tener que realizar ese sobresfuerzo.

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