Más feliz estando triste (aforismos)

Lo que las esposas nos corrigen a los maridos nos entra por una oreja y sale por otra. Lo que los maridos corregimos a las esposas no sale nunca. No sé qué es peor.

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El acento andaluz tiene una gracia, que escapa a los mecánicos imitadores, porque el oyente nunca sabe dónde va a ir el ceceo o el seseo, la hache aspirada o la ese sorprendente. Se va de sorpreza en zorpresa. Es un acento que rompe los automatismos.

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A la delicadeza de la dama inglesa que pide: «Better by far you forget and smile/ Than that you should remember and be sad», («Preferiría de largo que me olvidases y sonrieras/ a que me recuerdes y estés triste»), yo contesto a la española: «Yo estaré más feliz estando triste/ que contento al olvidar que me quisiste».

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El mayor juvenilista es el viejo que maneja a los jóvenes.

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La capacidad de admirar es tener la propiedad de imantarse.

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Integrista, a estas alturas, es el que acepta el Decálogo íntegramente.

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«¿Por qué la antipatía no figura entre los pecados capitales?», se pregunta Camón Aznar; pero figura: es la soberbia.

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Gajes del ofidio.

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Cirugía estética: más lo uno que lo otro.

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El desdén siempre está equivocado.

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Una vez que uno ha corregido a su prójimo, que éste siga equivocándose te molesta muchísimo menos o ya nada, porque su comportamiento ha dejado de ser un incómodo recordatorio de que eres un cobarde que no se atreve a decirle lo que hace mal. No te parece ni tan mal del todo.

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La alegría: algo que se da.

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La tristeza: algo que se contagia.

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Vocación: cuando la profesión va por dentro.

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Prefiero que digan de mi poema: «¡Es verdad!» a «¡Qué bonito!», aunque tampoco me quejaría.

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Cualquier ventana a la que te asomas –mira– es la cámara oscura de Vermeer.

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Uróboros: el consumismo consume al consumista.

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Al misántropo le consuela muchísimo de madrugar encontrarse las calles tan vacías.

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Cuando escribes sin darte cuenta un aforismo repetido entonces estás seguro de que eso lo piensas de verdad.

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La mejor regla mnemotécnica del mundo es el cargo de conciencia.

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Otro encanto de la gente amable es que cumple al pie de la letra con la semántica: da gusto amarles.

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Política posmoderna: la invasión vertical de los fontaneros.

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Hoy por hoy el derecho humano fundamental es a tener derecho, no importa a qué, con que tengas a quién exigírselo.

El aire acondicionado es la materialización del mal menor. Ojalá una brisa fresca y abrir las dichosas ventanas, pero bueno.

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Te habla para oírse y se le nota, y tú lo entiendes mal porque tú te escuchas mucho mejor en silencio.

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Un think-tank de conservadores tendría que llamarse think-thank. Un think-tank de liberales, un think-thin.

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Me encantaría mandar un mes esta serie de aforismos a Vozpopuli con uno solo y corto y que sea tan bueno que nadie se queje. (Imagino al lector que dice, empático: «No te preocupes, que yo casi siempre me quedo con uno, con suerte».)

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Un poeta no debería decir jamás «inefable» ni un caballero «ineluctable».

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NO mayor desprecio que no hacer aprecio y el silencio es la réplica incontestable, pero para el columnista obligado a entregar una columna al día, tanta dignidad impoluta es un fastidio.

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Al victimismo habría que llamarlo vitrinismo.

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Hoy por hoy el derecho humano fundamental es a tener derecho, no importa a qué, con que tengas a quién exigírselo.

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Decía Confucio que tenemos dos vidas, y la segunda empieza cuando descubrimos que solo tenemos una. La tercera comienza cuando descubrimos que la única es eterna.

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El mar descansa en septiembre.