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Cultura

'Los empleados', la distopía futurista en la que se verá reflejado

La poetisa danesa Olga Ravn reflexiona en ‘Los empleados’ sobre la condición humana y las condiciones laborales

robot con humano
Imagen de archivo de una persona junto a un robot.

“No sé qué hago en esta nave. Desempeño mi trabajo con total indiferencia, algunos días incluso siento odio hacia las tareas que realizo. Y no lo digo para provocaros. Puede que más bien se trate de una petición de ayuda”. Estas líneas proceden de uno de los testimonios anónimos recogidos de la tripulación de la Nave seis mil, una misión espacial que lleva meses orbitando alrededor del planeta Reciente Descubrimiento, en la que se desarrolla la novela Los empleados de la escritora danesa Olga Ravn, una distopía laboral en la que se verá reflejado.  

El relato del siglo XXII, una aventura espacial en la que la tripulación la conforman humanos y humanoides, nacidos y fabricados, es un relato profundamente humano en el que el lector no pasará dos páginas sin sentir las inquietudes de los protagonistas. ¿Quién no se ha sentido alguna vez como la primera línea de este texto?

El apacible y aséptico entorno de trabajo de una nave capaz de viajar a años luz de la Tierra se ve alterado ante la llegada de unos extraños objetos que ponen patas arriba el ambiente de la nave. La nostalgia terráquea infecta a los humanos y las inquietudes y anhelos hacen preguntarse por su propia condición a los humanoides. El resultado es un cuestionamiento casi generalizado a este extraño sistema en el que viven. 

¿Humanos o humanoides? Solo números, empleados

El contacto con estos objetos despierta esta serie de sentimientos y reacciones que obliga a la dirección de la nave a conformar una comisión burocrática para recoger el testimonio de la tripulación. Esta recopilación de testimonios, sin nombre ni apellido, solo números, terminan conformando la novela dividida en pequeños capítulos que nunca superan las tres páginas. Con esta ambientación, esta estructura y en apenas 140 páginas, Ravn consigue una hazaña narrativa al despertar varios puntos de la conciencia del lector con páginas profundamente evocadoras que muestran la labor de poetisa de la danesa. 

Como los objetos de la nave, la novela tiene la capacidad de tocar distintas fibras a distintos lectores. Algunos verán reflejado su disgusto como empleado, el tedio diario y el insoportable lenguaje impersonal corporativo. “El trabajo no me ha bastado. He perdido mi ser. Cada día mis manos añoran enterrarse hondo en la tierra, hundirse en una seguridad que acoge mi muerte y la hace suya”. Otros se verán apoderados por la nostalgia de los terrícolas “¿Te acuerdas de cuando llovía en la playa, te metías en el agua y estaba más caliente que la lluvia?” “¿Te acuerdas del plátano con nata montada?” “¿Te acuerdas de ir a un concierto?”, se preguntan algunos de los personajes a años luz del planeta azul. 

La novela también acude a algunos de los tradicionales rincones de los clásicos de la ciencia ficción ¿Qué nos hace realmente humanos? Los dilemas éticos a los que la humanidad actual está a un paso de enfrentarse con máquinas que parecen estar acariciando la conciencia, los sueños de los androides con ovejas eléctricas... “Cada vez que veo uno de esos hologramas [de niños] me pongo triste, ya que comprendo de nuevo que yo nunca podré tener un hijo” “Sé perfectamente que no deseáis que nos convirtamos demasiado, sí, ¿demasiado qué? ¿Demasiado humanos? ¿Demasiado vivos? Pero a mí me gusta vivir”.

En el año de la popularización de las inteligencias artificiales, que por primera vez compiten directamente con oficios intelectuales, es inevitable pensar en la reemplazabilidad de muchos de los actuales trabajadores: "No comparto la postura, muy extendida entre varios de mis compañeros, de que la única solución eficaz sería suprimir la parte humana de la tripulación. A lo mejor son los humanos el componente de caos que mantiene vivo el mundo. Aunque sin duda también podríamos arreglárnoslas sin ellos”, menciona uno de los testimonios. 

El lector tampoco es capaz de distinguir si algunos de los testimonios proceden de humanos o humanoides dentro de este contexto empresarial en el que ambos son piezas de un engranaje. Y en ocasiones las impresiones de un humanoide abordan algunos de los aspectos más humanos: “Aquí todos estamos condenados a un sueño de amor romántico, a pesar de que nadie que yo conozca ame de ese modo ni viva esa vida. Y aun así son los sueños que nos habéis dado”. Humanos, humanoides, nacidos o creados, lo único que queda claro es que en la Nave seis mil, todos somos empleados. 

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