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Por qué C. Tangana no es un 'pimp' (por mucho que pose en yate rodeado de chicas en bikini)

Al igual que en el barroco español, el trap presenta el mundo como un teatro en el que hombres y mujeres juegan roles interesados para sacar el máximo beneficio

Hoy voy a hablar de C. Tangana (de nuevo) y no lo hago por animadversión, sino todo lo contrario: porque ‘El Madrileño’ toca las teclas y los temas que a mí más me interesan, siempre vinculados al zeitgeist o espíritu de los tiempos actuales. Sería estúpido por mi parte, por otro lado, participar de las polémicas protagonizadas por alguien hacia quien sintiese hostilidad, puesto que solo los estúpidos echan leña al fuego de las controversias centradas en alguien a quien rechazan. En caso de ser cierto que organizaciones judías se han pronunciado en el pasado contra Madonna por disfrazarse de rabino o que la Iglesia católica ha denunciado públicamente a dicha cantante por aparecer crucificada en un concierto (repito, si es cierto, y no se lo han inventado los medios o la propia Madonna para darse bombo), entonces dichas organizaciones serían simplemente idiotas; tales quejas solo sirven para publicitar el nombre de artistas que quieren llamar la atención por vía de la polémica.

Ya en 1972, David Bowie dijo ser gay -sin serlo de veras- a instancias de su esposa para crear una controversia y promocionar su nombre gracias a la publicidad que ello suscitaría. Desde hace ya mucho tiempo, ofenderse públicamente por lo que hace un artista es caer en su trampa y hacer las veces de su marioneta, y a mí, personalmente, no me gusta ser marioneta de nadie, y menos de alguien que me cae mal. Así pues, aquí no mencionamos a C. Tangana y su famosa foto en un yate para criticarle, sino para explicar la identidad pimp que él trata de encarnar en la imagen de la que todo el mundo habla.

¿Qué es un pimp, pues? El pimp es el chulo de putas, también conocido en los guetos negros de Estados Unidos como el mackman o el mack. Al igual que el macarra español o el 'macro' argentino, dicho sustantivo viene del francés maquereau en referencia al proxeneta (maquereau es el nombre de la caballa, cuyo olor podría recordar a las partes íntimas de hombres y mujeres). C. Tangana se disfraza de macarra otra vez, pero en el sentido más primitivo del término: el de proxeneta. A pesar de dicho significado original, con el tiempo el macarra vino a hacer alusión despectiva a cualquier persona callejera, achulada y, quizás, poco civilizada. De este modo, C. Tangana se hace el pimp en plan de broma para generar polémica, pero, ¿por qué ‘El Madrileño’ no es en el fondo un pimp? Descodifiquemos dicha figura para desentrañar su verdadero sentido, tomando el cebo que Tangana nos ha proporcionado con su foto promocional.

Los 'pimps', generalmente, no son ni guapos ni bellos; ligan porque las mujeres encuentran atractiva su extraña confianza en ellos mismos

Ya dijo en su momento Tony Montana: “En este país, primero tienes que hacer dinero. Entonces, cuando hayas hecho el dinero, tendrás el poder. Y, cuando tengas el poder, tendrás a las mujeres”. Esta fórmula —parte del guion de El precio del poder (1983) escrito por Oliver Stone—, sería secundada por cualquier biólogo darwinista actual y expresa muy bien la ideología de los guetos y barrios bajos del mundo, especialmente los de Estados Unidos (todos ellos con inclinaciones decididamente darwinistas). Ya la canción del rapero Mobb Deep Survival of the fittest cita a Herbert Spencer, identificado tradicionalmente como darwinista social: “La supervivencia del más apto, solo los más fuertes sobrevivirán”). O, en palabras de Notorious B.I.G: “The world is filled with pinps and hoes” (“El mundo está lleno de chulos y putas”).

Trap y barroco español

En el seno de la cosmovisión pimp, al igual que en el barroco español, el mundo no es más que un teatro en el que hombres y mujeres juegan y cumplen roles interesadamente para sacar el máximo beneficio personal posible a costa de las normas y de los demás. En el gueto reina la visión cínica —también típica de la ciencia—, según la cual, las personas operan por puro interés y donde, por tanto, la mejor manera de ligar es contando con estatus y dinero. Y, ¿acaso no tienen parte de razón? ¿Liga alguien lo mismo siendo basurero que siendo juez, por poner un ejemplo prosaico? No hablemos ya de estrellas del pop o celebrities de cualquier tipo.

El pimp no es, sin embargo, aquel que liga porque tiene poder o dinero, sino porque resulta atractivo a las mujeres sin más, probablemente, a causa de una extraña confianza en sí mismo (los pimps, generalmente, no son ni guapos ni bellos). El chulo es un don Juan que se aprovecha de su ascendencia sobre las mujeres para vivir a su costa, no siendo, precisamente, el que paga a las mujeres para que le hagan compañía. Ese último sería, justamente, su contrario, es decir, el cliente o putero, el ser más despreciado por toda prostituta (en inglés llamado despectivamente trick). Aquí el trick no sería solo el putero, sino cualquier hombre que pagase los caprichos de una mujer. De acuerdo con la cultura pimp, el chulo ha de vivir a costa de la mujer y no a la inversa. Visto lo visto, Tony Montana, no sería, pues, ningún pimp, puesto que necesitaría dinero y poder para ligar.

Atendiendo a las palabras de Montana, la filosofía del pimp podríamos rearticularla más bien del modo que sigue: “Primero te haces con la mujer, entonces te haces con el poder, y entonces obtienes el dinero”. La mujer sería un activo explotable como fuente de ingresos para el chulo. Hay que decir que, contrariamente a la creencia popular, el rufián no cobra una tarifa a la prostituta como protector, sino que se embolsa las ganancias totales de esta, para luego administrar el dinero comprando cosas para él, para ambos y para ella, en ese orden. La prostituta, por su parte, accede a dicho trato por amor: admira al proxeneta al parecerle fuerte y extremadamente dominante. Muchas veces dichas prostitutas provienen de familias desestructuradas y han carecido de una adecuada figura paterna, su relación con los hombres siendo una forma patológica de compensar tal falta. De hecho, el chulo y sus prostitutas suelen vivir juntos, a modo de una unidad familiar compensatoria.

Para el 'pimp', el hombre convencional es un ser sometido; no es, a su juicio, más que un calzonazos, subyugado por la voluntad de su mujer

De acuerdo con la sabiduría oral del proxeneta callejero afroamericano (verdadero arquetipo del pimp), conocida como “El Libro”, el mack es aquel que vive a costa de una mujer, ya sea esta secretaria, prostituta o trabaje en la profesión que sea. Lo esencial del pimp no es prostituir, sino hacer que la mujer trabaje para el macarra. Lo que ocurre es que en entornos marginales la prostitución es la fuente más lucrativa y accesible de ingresos. La cultura pimp ve la realidad desde parámetros políticamente incorrectos. Según los chulos (especialmente, allá por los años 60 y 70), son las mujeres las que generalmente viven a costa de los hombres que laboran fuera del hogar mientras ellas disfrutan de los frutos del trabajo masculino. Para el pimp, el hombre convencional es un ser sometido; no es, a su juicio, más que un “calzonazos”, subyugado por la voluntad de su mujer, al tiempo que es explotado económicamente por ella.

Cambio de papeles

El pimp aspira, precisamente, a invertir dicha situación, pasando a ser él el venerado objeto de deseo por el que ha de luchar la mujer con el sudor de su frente. Para lograr dicho fin, el chulo tiene terminantemente prohibido enamorarse. Según este: “Para controlar a una mujer, uno debe aprender a controlarse a sí mismo, y eso exige disciplina”. Es por ello que el pimp nunca ha de sucumbir al deseo sexual, y ha de relacionarse carnalmente con sus mujeres a cuenta gotas. Este es un modo de incrementar su inaccesibilidad y valor a ojos de su “empleada”. Lo esencial para el pimp no es el sexo sino el dinero.

Una de las cláusulas de “El Libro” reza: “No tendrás otros dioses antes que el dinero, pues el dinero puede comprar afecto, respeto y aceptación”. Otra afirma: “No habrás de fornicar en vano, sin recibir nada a cambio; puesto que el comercio justo no es un robo”. Digamos que el chulo aspira a ocupar el puesto de la mujer, que él contempla como privilegiado: si la prostituta cobra al cliente, el chulo cobra a la prostituta. En palabras de los antropólogos Chirstine y Richard Milner, especialistas en cultura pimp: “El chulo ha invertido completamente el juego del hombre que persigue a la mujer”.

Una técnica que emplea el chulo para dominar a sus mujeres consiste en separarlas de sus entornos sociales, aislándolas de la gran sociedad, para así inculcar en ellas una nueva ideología más cercana a sus intereses, los de él. Esto es exactamente lo que hizo en su momento un célebre proxeneta que mutó en gurú espiritual psicópata: Charles Manson. Como Manson, el chulo al uso ha de ser capaz de hacer brotar sus propios pensamientos en las mentes de sus adoradoras. Estas han de asimilar las ideas del chulo como propias, para que, cuando piensen los pensamientos de su dominador, crean que son suyos. Ha de haber, por tanto, un altísimo grado de identificación entre chulo y prostituta.

La foto de Tangana, por otra parte, sugiere la idea de un harén, que es aquello a lo que aspira el pimp. Si este cuenta con tres o más novias en lo que él llama su “establo”, entonces se trata de un chulo de altos vuelos. Cuantas más mujeres estén a su servicio, con más dinero y estatus contará el chulo. En el harén, la prostituta de mayor estatus habrá de vigilar a las otras y así velar por los intereses de su amo. Aquellos proxenetas que cuenten con un harén de entre seis y doce prostitutas poseerá una increíble ascendencia en la comunidad pimp, algo que nos recuerda de nuevo a la foto de 'El Madrileño', en la que aparece acompañado de hasta diez mujeres, todas ellas con un elevado grado de estatus en redes sociales (cuantificado por el número de sus seguidores), algo que incrementa, a su vez, el estatus de Tangana, que aparece en el centro de la imagen.

¿Es Expósito la estrella?

En este sentido, la disposición de todos los presentes en la fotografía es también muy elocuente. Cuanto más central sea el lugar ocupado en la imagen por las personas fotografiadas, más elevado será el estatus de dicha persona, y C Tangana —como pimp impostado o irónico— ocupará, naturalmente, la centralidad de la imagen (aunque, en realidad, la actriz Ester Expósito comparta con él dicha centralidad, entre otras razones, porque tiene muchos más seguidores que Tangana en Instagram: 28,5 millones frente a 1,3. Quizás Expósito sea, en realidad, el chulo o la madame y Tangana nada más que la puta número uno del harén. La composición de la fotografía no lo deja del todo claro).

Los puritanos estadounidenses solo entienden la biblia textualmente, sin inferir ni interpretar; estamos importando muchas de sus mojigaterías, censuras y cancelaciones

Para finalizar diremos que, de nuevo, C. Tangana juega con las ironías, desvinculándose de la burda y tradicional fanfarronería típica del mundo del rap o el reguetón. Su identificación con el pimp no es, pues, más que un juego, y es la limitadísima inteligencia de aquellas personas que solo saben leer textos de modo literal —como los puritanos norteamericanos que solo entienden la biblia textualmente, sin inferir ni interpretar nada (y de quienes estamos importando muchas de sus tonterías, censuras, mojigaterías y cancelaciones)— la que lo convertiría en un simple bravucón.

Pero el sentido de una imagen no está solo en los ojos del que mira, sino también en las intenciones de aquellos que diseñan dicha composición. La estupidez humana no puede servir de filtro último para comprender la realidad. C. Tangana no es un pimp, entre otras razones, porque está pagando a su “harén” (las mujeres que aparecen en su yate con él), si no es con dinero contante y sonante, sí con prestigio, estatus, capital simbólico o, como diría Miranda Makaroff —quien aparece en la polémica foto—, “guayez”. No es un pimp, pues, porque su “posesión” de las mujeres representadas se sustenta, no en su dominancia y aptitud para la seducción natural, sino en su estatus social como “cantante de moda”, que diría Alberto Olmos.

De nuevo, 'Pucho' juega irónicamente a ser lo que no es, descendiendo más profundamente en el arquetipo popular del macarra, primero como persona callejera o quinqui sin más (estrato identitario más superficial del arquetipo macarra), y luego como el maquereau o rufián que vive a costa de las mujeres (el proxeneta o macarra en su significado original). En ambos casos, se trata de identidades vinculadas a la marginalidad que el cantante tan solo manipula en el nivel simbólico a través de la performance. Y como diría un macarrilla de medio pelo: “Son tu envidia u odio las que hacen su fama”.

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