En los últimos meses se ha reactivado uno de los clásicos del urbanismo madrileño: la transformación de la manzana donde confluye la calle Alcalá y Gran Vía, en la que se encuentran situados algunos activos inmobiliarios pertenecientes al Banco Santander (entre ellos el edificio Canalejas), en un complejo comercial, de ocio y residencial, con hotel incluido. El Grupo Villar Mir, que se ha hecho con una opción de compra sobre los inmuebles, tratará de culminar una operación que ya estuvo cerca de cristalizar a mediados de la pasada década.