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Política

“Margarita quiere su Aquarius”: 13 días de crisis diplomática con Arabia Saudí

Pedro Sánchez y Carmen Calvo.

El Gobierno cerró hace una semana la mayor crisis diplomática con Arabia Saudí de nuestra historia moderna. El incendio quedó controlado después de una contundente desautorización del presidente Pedro Sánchez a su ministra de Defensa, Margarita Robles, durante una entrevista en el programa El Objetivo, que presenta Ana Pastor en La Sexta. Las llamas de esta crisis, sin embargo, tardarán mucho tiempo en extinguirse por completo.

La polémica en torno a las bombas de precisión que España se negó a vender a Riad de la noche a la mañana ha roto el clima de confianza entre la monarquía saudí y las autoridades españolas. Y la nueva relación que el rey Felipe VI estaba empezando a construir con el heredero de la casa Saud, Mohamed bin Salman, ha quedado seriamente dañada. Esas bombas fueron un empeño personal del propio Salman cuando se firmó el contrato en 2015. El agravio para los saudíes ha sido, por lo tanto, doblemente grave

El ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, ultima una reunión con su homólogo saudí para dar por zanjado el conflicto. El encuentro tendrá lugar previsiblemente en el marco de la Asamblea General de la ONU, que se celebra estos días en Nueva York.

El rey Felipe VI recibe al príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salmán, el pasado mes de abril.

Vozpópuli reconstruye los 13 días de esta crisis, que es, de largo, la más grave de Sánchez en sus 100 días al frente de la Moncloa. El detonante fue un ejemplo de falta de diálogo interministerial. La red de contactos diplomáticos tejida en los últimos años fue determinante en la resolución del contencioso. Sánchez, en su particular evaluación de daños, pensó que el estallido de un conflicto social en Cádiz era un escenario peor que dar marcha atrás y vender las armas.

1. Planteamiento

El 3 de septiembre, la Cadena Ser informa que el Ministerio de Defensa ha paralizado la venta de 400 bombas de precisión láser del Ejército español a Arabia Saudí. El departamento que dirige Robles, según la emisora, había iniciado los trámites para dejar sin efecto el contrato firmado entre España y Arabia Saudí en el verano de 2015. España se compromete a devolver los 9,2 millones de euros abonados por el país árabe. El argumento de Defensa es que no quiere que las bombas se usen en la guerra de Yemen.  

Las agencias rebotan la información horas después con la confirmación de “fuentes oficiales del Ministerio de Defensa”. La embajada de Arabia Saudí en España pide explicaciones a Asuntos Exteriores, su canal de comunicación habitual, esa misma tarde. En el Ministerio de Borrell nadie conoce la iniciativa.

El 4 de septiembre, el secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Fernando Valenzuela, recaba toda la información de Defensa. La diplomacia española emite señales de alerta por la decisión unilateral de Robles. Valenzuela se entrevista con el embajador de Arabia Saudí en España, el príncipe Mansour bin Khalid Al Farhan Al-Saud.

Valenzuela trata de templar los ánimos sin comprometerse a nada. Dice que la decisión no está tomada y que se está valorando. La reunión no soluciona nada. La embajada de España en Riad telefonea a Madrid y comunica el mensaje que trasladan las autoridades saudíes: sin bombas, no hay corbetas. Arabia Saudí amenaza con romper el contrato para la construcción e cinco corbetas en la bahía de Cádiz por valor de 2.000 millones de euros. Los astilleros de San Fernando se juegan al menos 6.000 puestos de trabajo.

El malestar en Riad va en aumento. Varias empresas españolas, las más importantes, envían cartas a Exteriores y a la secretaria de Estado de Comercio. Denuncian los contratos que pueden perderse y el riesgo de paralización de inversiones. El tema de las bombas ha saltado a la prensa internacional y coloca a Arabia Saudí en una posición muy complicada tras lo ocurrido con el bombardeo a un autobús escolar en Yemen. Más de 20 niños murieron a mediados de agosto. La situación es tan grave que el ministro de Exteriores palestino, Riad Malki, saca el tema en la reunión que mantiene con Borrell ese mismo día en Madrid.

2. Nudo

El 5 de septiembre, Arabia Saudí incrementa la presión diplomática sobre España. La embajada saudí no sólo quiere que le entreguen las bombas que ya ha pagado, sino que además exige una rectificación pública al Gobierno para salvar el contrato de las corbetas. España tiene numerosos resortes diplomáticos con Arabia Saudí tras años de excelentes relaciones. Y los mueve. El director del CNI, Félix Sanz Roldán, trata de mediar en el conflicto. La colaboración en materia de lucha antiterrorista es inmejorable. Pero Defensa no da su brazo a torcer.

La actitud de Robles empieza a exasperar a otros ministros, que no entienden ni el momento ni las formas en las que se ha procedido. “Margarita quiere su Aquarius”. Es una frase que algunos comentan en el seno del Ejecutivo. La ministra, creen, busca un gesto que marque su gestión y que no deje indiferente a nadie.

Exteriores considera que ante las consecuencias, especialmente graves para la bahía de Cádiz y Andalucía, la última palabra debe ser del presidente del Gobierno. Borrell acude a Moncloa para despachar varios temas de la negociación del Brexit y aprovecha el momento para exponer a Sánchez lo que está ocurriendo con Arabia Saudí. La reacción de Moncloa es tibia. Sánchez lanza balones fuera y no se compromete ni a una cosa ni a la contraria

El 6 de septiembre, la Junta de Andalucía, alarmada, empieza a tocar puertas en los ministerios implicados en la crisis. La legislatura andaluza está a punto de terminar y hay elecciones a la vuelta de la esquina. La Junta, también en manos del PSOE, no duda en posicionarse en contra de la decisión del Gobierno central. Y anima a los trabajadores de los astilleros a llevar el conflicto a la calle. La presidenta Susana Díaz asegura que tiene la palabra de Sánchez de que la prioridad es garantizar los puestos de trabajo en Navantia.

Fotografía facilitada por el Comité de Empresa de Navantia.

Moncloa, sin embargo, no da señales de rectificación. El 10 de septiembre, Robles acude al Senado a dar explicaciones, pero alimenta todavía más la confusión. Lejos de rectificar, la ministra asegura que todos los contratos de la anterior etapa del PP están en revisión. Incluido, por supuesto, el de las bombas.

Entre la comparecencia de Robles en el Senado y la primera gran corrección de Borrell el 13 de septiembre, la situación alcanza un punto crítico. Arabia Saudí ya no sólo se limita a anunciar la cancelación del contrato de las corbetas, sino que más o menos amistosamente y sin ningún alarde público advierte por canales oficiales y oficiosos de la suspensión absoluta de la cooperación comercial.

La relación entre Madrid y Riad no es únicamente el metro de la capital saudí, el AVE Medina-La Meca o la venta de armas. España es, junto a Reino Unido, EEUU y Francia, uno de los principales proveedores armamentísticos del reino saudí. Más de 4.000 empresas españoles exportaron bienes por valor de 2.270 millones a Arabia Saudí. España importa, petróleo en su mayoría, más de 3.000 millones.

3. Desenlace

Sánchez, su jefe de gabinete Iván Redondo y su mano derecha para asuntos internacionales, el diplomático José Manuel Albares –aparece en la famoso foto del presidente con gafas de sol en el Falcon- ponen en la balanza los pros y los contras de la decisión que van a tomar. La conclusión es que el golpe de efecto de las bombas se puede volver contra ellos si estalla un conflicto laboral y social en Cádiz con las elecciones andaluzas a finales de este año o principios del que viene.

El malestar en Arabia Saudí es notorio. Hay una relación diplomática muy sólida construida desde los tiempos del rey Juan Carlos. La monarquía saudí tiene profesionales formados en las mejores universidades de Estados Unidos. Saben cómo funciona el mundo y conocen la sensibilidad de los gobiernos hacia sus opiniones públicas. Lo que irrita en Riad es que se haga un anuncio unilateral sin previo aviso. Entre países amigos, según recriminan a los diplomáticos españoles sobre el terreno, estos contenciosos se arreglan de forma discreta para que cada una de las partes pueda responder ante su gente de la mejor manera posible.

En pleno proceso de meditación en Moncloa, los hutí –grupo rebelde al que combate Arabia Saudí en Yemen- emite un comunicado agradeciendo el gesto a España. La guerra de Yemen es un conflicto muy desconocido, que apenas llega con cuentagotas e informaciones sesgadas a la opinión pública española. El trasfondo es la batalla que libran Arabia Saudí e Irán por la supremacía regional. Los hutí están financiados por Irán.

Este grupo dio un golpe de Estado al gobierno yemení internacionalmente reconocido hace más de tres años. De hecho, y aunque mucha gente lo desconoce, la intervención militar de Arabia Saudí y una coalición de países en Yemen está amparada políticamente por la resolución 2216 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Dicha resolución, que España apoyó como miembro no permanente del Consejo cuando se votó en 2015, es una solicitud de ayuda del gobierno yemení derrocado. Arabia Saudí enmarca sus operaciones militares en respuesta a esta petición. El conflicto bélico dura ya más de tres años y ha provocado una enorme catástrofe humanitaria, con miles de muertos, decenas de miles de desplazados y gigantescas bolsas de pobreza.

"Cuando la ministra toma esa decisión, lo que no ve es el impacto que puede tener en una serie de contratos y una relación económica y comercial con un tercer país, en este caso Arabia Saudí, que afecta a la Presidencia del Gobierno"

Moncloa juzga absolutamente creíble la amenaza de cancelar los contratos de las corbetas y arrasar las relaciones comerciales. Se recuerda el incidente de agosto con Canadá. Arabia Saudí expulsó al embajador canadiense en Riad y congeló sus relaciones comerciales por un tuit de la ministra de Exteriores canadiense en el que criticaba el encarcelamiento de un activista saudí.

Sánchez ordena la rectificación. El 13 de septiembre, Borrell anuncia en Onda Cero que España cumplirá el contrato y entregará las armas. Al día siguiente, la ministra portavoz, Isabel Celáa, vuelve a corregir públicamente a Robles, por si quedaba alguna duda, con la desafortunada frase de las bombas inteligentes que no matan yemeníes en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.

El 16 de septiembre, 13 días después de la primera filtración sobre las bombas, Sánchez desautoriza públicamente a su ministra de Defensa y asegura que las armas se venden. El presidente dice en La Sexta que Robles no supo ver el impacto de su decisión en otros contratos y la relación económica con este país.

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