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Política

El independentismo se ensaña con el Gobierno y ya canta victoria

Puigdemont junto a la directora de campaña de JxCat, Elsa Artadi, y el diputado Albert Batet.

El mundo secesionista, con Puigdemont a la cabeza, celebrado con entusiasmo el varapalo del Consejo de Estado a las pretensiones del Gobierno de impugnar la candidatura de Carles Puigdemont. El propio expresidente de la Generalitat enviaba un tuit en el que reclamaba la dimisión de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, a la sazón, presidenta de la Generalitat desde la implantación del 155. Elsa Artadi, su mano dereha, se sumaba a esta reclamación.

No se esperaban los independentistas un regalo de este calado en vísperas de una sesión de investidura rodeada de incertidumbres y tensiones. Todas las fuerzas separatistas salieron en tromba tras concoer el informe del Consejo de Estado, que no es vinculante, para arrollar la postura del Gobierno central, descalificar las intenciones de Mariano Rajoy y sacar pecho ante lo que consideran ya una auténtica victoria. "Ya no hay marcha atrás, ya no hay que esperar al TC, ya no pueden tumbarnos", señalaba un dirigente de JxCat. 

Todo queda a expensas de lo que decida finalmente el TC, en cuyo seno palpitan diversas sensibilidades y difícilmente se logre conseguir la unanimidad a la que se aspira. Los separatistas dan por hecho de que en esta instancia, el Ejecutivo recibirá otro revés, ya que el Consejo de Estado es, de entrada, más favorable a las posiciones del Gobierno. En el entorno del expresidente de la Generalitat se señalaba que pensaban seguir adelante en sus planes, ahora con más fuerza que antes y sin tantas dudas como las que se respiraban en las últimas horas. 

Toda la presión recaía hasta ahora en los hombros de Roger Torrent. La decisión última sobre la investidura de Carles Puigdemont depende de la Mesa de la Cámara, es decir, del presidente del Parlament. El recurso planteado por el Gobierno sólo le dejaba dos salidas: O escuchar la voz del Constitucional o incumplir la ley y darle el visto bueno al plan de Puidemont. Ahora habrá que esperar qué ocurre en el TC.

JxCat, la plataforma electoral del expresidente fugado, ha presionado con insistencia al titular de la Cámara. "Debe mantener la candidatura del president, pese a las amenazas y coacciones del Estado", ha dicho Oriol Pujol, su portavoz, antiguo periodista del Grupo Godó.

La pelota está en el tejado de Torrent, pero se suaviza el panorama tras la decisión del Consejo de Estado. Algo ayuda. El presidente del Parlament es consciente del calvario padecido por Carme Forcadell, entrando en prisión, alejada de la vida política, temblorosa ante su horizonte judicial, pesa en el ánimo de Torrent, 38 años, dos hijos y pocas ganas de repetir los errores de su predecesora. "Es un independentista visceral pero es sensato. Todo lo ocurrido estos tres meses ha cambiado muchas perespectivas", señala un militante secesionista de Gerona.

En la filas de Puigdemont recelan de Torrent, por ser de ERC y porque se había pronunciado, días atás, en favor de cumplir con lo que dispongan los técnicos jurídicos de la Cámara. Es decir, impedir que el expresident se presente de nuevo en forma telemátrica. 

Las dos grandes fuerzas separatistas de Cataluña ya no ocultan sus rencores mutuos. La runión de la Mesa del Parlament de este jueves sólo duró 30 minutos. Tenía como objetivo fijar la fecha de la investidura y pronunciarse sobre la delegación del voto de los cuatro exconsejeros refugiados en Bruselas. Ni lo uno ni lo otro. Los dos diputados de la facción de Puigdemont exigieron el pleno para el día 31, cuando el propio Torrent había anunciado que sería el 30. "Al president le viene mejor la tarde del 31", explicaron, en tono desafiante. Se impuso finalmente la sensatez y se convocó para el 30, con lo que se le permite un margen de reacción al TC. La fecha límite es el 31. 

La 'bestia negra'

Puigdemont va perdiendo adeptos en el secesionismo. Sus improvisaciones, sus heterodoxas ocurrencias, su personalismo desatado, su falta de contacto con el partido, le han creado muchos enemigos en el PDeCat, la antigua Convergencia, y, por supuesto, en ERC, donde se le contempla como la 'bestia negra'. 

La candidatura de Junqueras, pese a estar en la cárcel, es la baza que acaricia Torrent en el caso de que se desestime finalmente la de Puigdemont. El Consejo de Estado ha animado los espíritus de Bruselas pero hay demasiados cuestiones aún por dilucidar. 

El problema para Torrent, como para todos los independentistas que reniegan del 'fantasma de Flandes', estriba en el hecho de que oponerse a su investidura acarrea, automáticamente, pasar a ser señalado como 'traidor' a la causa de Cataluña. Un 'botifler'. Ese es el juego de JxCat. Nadie osa levantar la voz contra 'lo que ha votado el pueblo de Cataluña', según la letanía que repite insistentemente la cúpula de Puigdemont. Los próximos días van a ser de enormes presiones sobre Torrent, recién llegado a la presidencia de la Cámara. Renegar del dictado del Constitucional y repetir los episodios de los días 6 y 7 de septiembre no parece que estén en su ánimo. 

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