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Opinión

Sánchez es el único político capaz de tropezar 18 veces con la misma piedra

Con las nuevas subidas de impuestos, el Gobierno avanza en la mentira de la función redistribuidora de un Estado hipertrofiado, que se está llevando por delante a las clases medias y bajas

Pedro Sánchez, durante su intervención en el Debate del Estado de la Nación. EP

Siete años después España vuelve a la normalidad democrática. Han sido necesarias una moción de censura, dos elecciones generales, una pandemia y una buena dosis de hipocresía política para ver a nuestra clase política debatir acerca del rumbo y necesidades de España. Esto, sin embargo, no debe hacer que desviemos nuestra atención de lo importante: para conocer lo que ya veníamos conociendo desde hace años, mejor no hacer nada. De esta manera, al menos, no se entorpece la vida de los ciudadanos.

Todo el mundo ha vivido la pandemia y toda Europa está sufriendo la invasión de Rusia a Ucrania. Digo más: España no es de los países más afectados por este conflicto bélico, dado su bajo nivel de relación comercial, inversora y de dependencia económica. Y, sin embargo, las cifras económicas españolas son las peores de toda Europa. A saber: tenemos la tasa de paro más alta de Europa, uno de los mayores endeudamientos públicos, somos los únicos que no hemos recuperado los niveles de riqueza previos a la crisis del Covid19 y tenemos la mayor inflación de todos los grandes países de la Zona Euro.

Escuchando al presidente del Gobierno parece que España es un lugar maldito, asolado por la mala suerte o sometido a los poderes ocultos. Lo que no cuenta, y realmente subyace a la deriva al vacío a la que se dirige España, son los 16 impuestos que ha subido o ha creado desde que Pedro Sánchez es presidente.

Me refiero al IRPF, al IVA, a las cotizaciones sociales, al impuesto de matriculación, a la tasa de seguros, a la tasa Google, a la Tasa Tobin, a la subida de impuestos encubierta que supone el incremento del SMI y un larguísimo etcétera.

Esa es la principal diferencia entre nuestro Gobierno y los de toda Europa. Ahí fuera han podido subir algún impuesto, e incluso poner alguno extraordinario a sectores específicos como consecuencia de la situación actual. Pero también han bajado el IRPF, han sido mucho más ágiles en la concesión de ayudas y, sobre todo, no se han dedicado a atacar sistemáticamente a los creadores de empleo y a las clases medias.

Esa es la principal diferencia entre el Gobierno de Sánchez y el del resto de países europeos: Que aquí se han dedicado a acabar con todo el que no es votante ni va a serlo nunca.

Lo que no cuenta, y realmente subyace a la deriva al vacío a la que se dirige España, son los 16 impuestos que ha subido o ha creado desde que Sánchez es presidente

Las cifras demuestran, una vez más, que el socialismo no funciona. España registró en 2021 la mayor recaudación pública (44% del PIB), el gasto público también se consolida en niveles históricamente altos (52% del PIB) y, sin embargo, la pobreza y la desigualdad se disparan.

Tanto es así que, según el INE, el porcentaje de población en situación de pobreza ya está por encima de los niveles que había cuando Sánchez llegó a la Moncloa y la renta media por hogar ha caído en 100 euros en 2021.

O, dicho de otra manera: La función redistribuidora de un Estado hipertrofiado como es el de España es una enorme mentira que se está llevando por delante a las clases medias y bajas. No sólo se disparan la cesta de la compra y los préstamos. También se hunde la renta de las familias sin que la red estatal (que este gobierno decidió camuflar con el término “escudo social”) haga nada por remediarlo.

¿Recuerdan el ingreso mínimo vital que anunció el Gobierno a bombo y platillo hace años? Aún no llega ni al 50% de los que la han pedido. Lo mismo ocurre con las ayudas a empresas por el Covid19, con los fondos europeos o con el famoso bono cultural que, un año después de haber sido aprobado, el Gobierno ha dicho que con suerte se pondrá en marcha en otoño.

Este notable fracaso ya es preocupante de por sí. Pero la situación se torna alarmante cuando uno imagina las conversaciones de Moncloa:

-Señor. La situación es realmente mala. Nada de lo que hemos hecho ha funcionado, y vamos cuesta abajo y sin frenos. ¿Qué hacemos?

-¡¡¡Más madera!!! Que no quede ni uno en pie. Si nos vamos a pique, nos vamos a pique todo. No es suficiente con controlar precios y hacer de España un infierno fiscal. ¡¡¡Hay que subir aún más los impuestos!!!

-Vale. Pero que quede bien. Impuestos a los ricos.

-Es usted brillante.

Porque eso es lo que ha anunciado Sánchez en el Debate del Estado de la Nación: un impuesto a las eléctricas y otro a la banca. A las primeras, por los “beneficios extraordinarios” que no son tal. Y, a las segundas, por los “beneficios que previsiblemente van a tener” como consecuencia de la subida de tipos. O, dicho de otra manera, lo mismo que llevan repitiendo los ministros de Podemos y la Ministra de Hacienda desde hace meses, sin un solo grado de avance.

En esta columna ya hemos explicado que eso de los “beneficios extraordinarios” de las eléctricas es una enorme falacia (lean) que tiene mucho de marketing político y muy poco de solución a un problema real.

En relación con el impuesto a la banca, merece la pena recordar:

⦁ Que la banca ya está pagando un 30% en el tipo nominal del impuesto de sociedades.
⦁ Que poner un impuesto solamente tiene dos salidas: i) Trasladar ese impuesto al consumidor final; o ii) que la banca tenga menos capital y, por lo tanto, pueda dar aún menos crédito y se reduzca la (poca) inversión que quede en España. Ninguno de ellos es positivo.
⦁ Y, por supuesto, no está de más recordar que la banca española es un sector que lleva varias décadas estancado. Recordemos que el negocio bancario, fundamentalmente, consiste en atraer depósitos para prestarlos en forma de crédito y ganar dinero con la diferencia de remuneraciones. Pues bien, el margen de intereses en 2021 fue menor que en 2005 y, de la misma manera, el resto de variables de la cuenta de resultados (salvo el beneficio neto) también han retrocedido.

Los datos anteriores tienen el agravante de que no tienen en cuenta la inflación. Y, como un euro de 2021 no tiene el mismo poder adquisitivo que en 2005, la banca española tiene unos resultados mucho más pobres que entonces.
La gran pregunta, a la luz de los datos, es clara: ¿De verdad las eléctricas y la banca ganan mucho dinero en España? Y, digo más, ¿de verdad los ricos y las grandes corporaciones se están forrando a costa de la clase media y baja?
Si fuera así, de ninguna de las maneras el Ibex 35 estaría en niveles de 2003 y, por supuesto, no habría caído un 50% con respecto al pico de 2008.

Y no. La bolsa no es de ricos. Las familias españolas tienen invertido en renta variable, bien directamente o bien a través de instrumentos de inversión, más de 500.000 millones de euros según Inverco, casi un 20% de sus ahorros.
Los dos impuestos que ha anunciado Sánchez me recuerdan a la tasa Tobin y a la Tasa Google. Según el Gobierno se iba a recaudar casi 2.000 millones de euros con estos impuestos y, sin embargo, apenas se llegó a los 500 millones el año pasado.

El país estará abocado a repetir la situación de 2012, con una Unión Europea que ya habrá gastado todas las políticas de solidaridad existentes

¿De verdad alguien cree que las eléctricas y la banca van a aportar 7.000 millones de euros más a las arcas españolas sin que ocurra nada por el camino? Para que nos hagamos una idea, esa fue la recaudación del impuesto de hidrocarburos, de los impuestos del alcohol y de la cerveza juntos en todo 2021.

Los ciudadanos estamos sufriendo muy duramente esta crisis. Pero las empresas también. Y, en España, quienes más tienen más pagan. Tanto es así que sólo en IRPF el 0,5% de los declarantes suponen el 20% de la recaudación de este tributo. Quien no se está apretando el cinturón es el Gobierno de España, que con una inflación del 10% y una economía cada vez más cerca de la recesión, ha recaudado 15.500 millones de euros más este año; o, lo que es lo mismo, un 20% más que en los 5 primeros meses del año pasado.

Topar el gas no ha funcionado. Establecer límites a la subida de los alquileres tampoco. Regalar los bonos de Renfe es una medida estética. Y, por supuesto, dar cheques a los más necesitados es sólo una forma de comprar su voto.

Regalar los bonos de Renfe es una medida estética y, por supuesto, dar cheques a los más necesitados es sólo una forma de comprar su voto

La bajada del IVA del 21 al 5% es la medida con mayor impacto sobre la inflación, como afirmó la Ministra Calviño. Precisamente por eso hay que revertir todas las subidas de impuestos que venimos sufriendo los españoles y abordar nuevas bajadas que palíen la situación de familias y empresas.

De cualquier otra manera, el país estará abocado a repetir la situación de 2012, con una Unión Europea que ya habrá gastado todas las políticas de solidaridad existentes.

Necesitamos pensar en el medio y largo plazo. Medidas valientes son los 52.000 millones de euros que ha puesto Macron encima de la mesa para incidir en la construcción de plantas de energía nuclear, o dar marcha atrás con la absurda prohibición de extraer petróleo y gas natural de nuestro territorio a través del 'fracking'. Todo lo demás será pasar de depender de uno a depender de otro y no solucionará los problemas de fondo que tiene España.

Sánchez ya lleva el mismo tropiezo 16 veces. Veremos si el país soportará dos más.

Daniel Rodríguez Asensio es consultor estratégico y presidente de Acción Liberal Think Tank For Freedom

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  • F
    fragase

    Hola: ... y digo yo, si se bajara el IVA del gas al miso tipo que el de la luz, los españoles nos ahorraríamos mucho dinero, y seguro que la inflación también bajaría. ¿o no?.
    Pero claro el estado recaudaría un poco menos para gastarlo en cosas absurdas, lo cual no nos vendria mal.