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Opinión

Salario Mínimo y déficit público

Además de sus efectos negativos sobre el empleo de los colectivos más vulnerables, ampliará aún más nuestro déficit público estructural, que ya es el mayor de la UE

El Gobierno y las CCAA recurren a interinos para gestionar el caos de los fondos UE
Las ministras Nadia Calviño y Yolanda Díaz

Los análisis de las consecuencias de las subidas del SMI se concentran en el impacto de dichas subidas sobre las posibilidades de empleo y las rentas de los trabajadores. Hasta la fecha, sin embargo, no se ha realizado ningún estudio serio de los efectos de estas subidas sobre el déficit público. Este es un análisis que le corresponde ex officio a la Airef y que idealmente debería haberse efectuado con antelación a la promulgación de las medidas. Así lo hizo su homóloga estadounidense, la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés) restringiendo su análisis al ámbito del gobierno federal. A la espera de análisis más rigurosos, se puede utilizar este estudio para intentar una aproximación cuantitativa de estos efectos en nuestro país.

Veamos en primer lugar el lado de los ingresos públicos. La subida del SMI (y de las cotizaciones sociales mínimas) aumenta la renta de los trabajadores que mantengan o consigan empleo sin reducción de jornada a este mayor coste salarial y por esta vía incrementa los ingresos públicos. Por otra parte, esta subida del coste laboral reduce en mayor o menor medida los beneficios de más o menos empresas y autónomos, disminuyendo con ello los ingresos impositivos correspondientes. En el lado del gasto público, la subida del SMI y cotizaciones sociales mantiene o manda al paro a todos aquellos trabajadores que habrían conseguido o mantenido empleo al coste laboral anterior a la subida, acrecentando con ello el gasto en desempleo. La subida aumenta también el gasto público porque incrementa el gasto en personal. Por último, la subida impulsa el gasto público en servicios o subcontrataciones que se suministran mayoritariamente por empresas con trabajadores con salarios cercanos al mínimo, por ejemplo en las áreas de la dependencia, limpieza, restauración, etc.

Podemos utilizar los cálculos del estudio de la CBA para obtener un orden de magnitud aproximado de la cuantía neta de estos efectos sobre nuestro saldo presupuestario. La utilización de estos cálculos no es descabellada porque los principales parámetros que determinan el impacto de las subidas del SMI alcanzan valores mayores o similares en España que en Estados Unidos. Las tres variables esenciales que regulan el impacto de una subida del salario mínimo sobre el empleo son el monto proporcional de dicha subida, la cobertura del salario mínimo (porcentaje de la población asalariada con salarios cercanos al nuevo mínimo) y la razón entre el nuevo salario mínimo y la media o la mediana salarial (el denominado índice de Kaitz). En principio, y orillando otros rasgos estructurales del mercado de trabajo, cuanto mayores sean los valores de estas variables mayor será la destrucción de empleo. Pues bien, el valor de dos de estas tres variables en España es notablemente superior al que alcanzan en Estados Unidos y en otra los valores son similares.

Se puede afirmar que en el sector privado español se perderán al menos unos 150.000 empleos, la inmensa mayoría de ellos de jóvenes y trabajadores poco cualificados

Así, la subida acumulada del SMI en nuestro país en el periodo 2017-2020 ha sido del 45% frente al 30% de subida acumulada efectiva que tendría lugar en Estados Unidos. La cobertura del SMI en España se sitúa en torno al 10%, igual que en Estados Unidos, y el índice de Kaitz en España sobrepasa el 60% frente al 45% que alcanzaría en aquel país. Por otra parte, la mayor proporción del coste laboral que representan las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social en nuestro país y el fuerte incentivo correspondiente para pasar empleo a la economía sumergida acentuarían nuestra caída relativa de empleo. Por todo ello se colige que la caída del empleo en España habría sido sensiblemente superior al 0,9% calculado por la CBA para Estados Unidos (y, por ende, el porcentaje de población asalariada beneficiada por la subida habría sido inferior). Así, se puede afirmar que en el sector privado español se perderán al menos unos 150.000 empleos, la inmensa mayoría de ellos de jóvenes y trabajadores poco cualificados, mientras que los beneficiarios de dicha subida difícilmente llegarían al millón de asalariados. Estas estimaciones son congruentes con los cálculos realizados, entre otras instituciones, por el Banco de España y el Fondo Monetario Internacional sobre el impacto de la subida del salario mínimo de 2017 y 2019.

De lo anterior se infiere que el gasto público en desempleo aumentará más en España, y los ingresos públicos menos, de lo calculado por la CBA para Estados Unidos. Es razonable pensar que el gasto público en personal también aumentará más por la mayor proporción de trabajadores públicos en nuestro país con salarios inferiores o cercanos al mínimo. Por todo ello, la estimación de la CBA del impacto de la hipotética subida del SMI sobre el déficit público de aquel país serviría como un límite inferior al impacto que las subidas realizadas en España tendrán sobre nuestro déficit. Según dicho organismo, caso de llevarse a cabo las alzas propuestas del SMI en Estados Unidos, el déficit público federal aumentaría alrededor de un 5,5% en el transcurso de los 10 años siguientes al alza del SMI. Teniendo en cuenta todo lo dicho anteriormente, además de que las cifras se ciñen estrictamente al presupuesto federal, el incremento del déficit del conjunto de las AAPP en España será con seguridad sustancialmente superior a esas estimaciones.

En fin, ya sea mayor o menor dicho incremento, la intensa subida acumulada del SMI, además de sus efectos negativos sobre el empleo de los colectivos más vulnerables, ampliará aún más nuestro déficit público estructural, que ya es el mayor de la Unión Europea, y consecuentemente exigirá antes o después un esfuerzo de ajuste adicional para corregirlo.

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