Opinión

A qué va Sánchez a Marruecos

Sánchez busca la foto con Mohamed VI en la inmigración y el narcotráfico en la agenda de Rabat
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el rey Mohamed VI de Marruecos en 2018. EFE/Ballesteros

Mientras que en España los que tienen un coeficiente intelectual normal discuten acerca de la impactante victoria del PP o, lo que es lo mismo, del batacazo de los sanchistas en Galicia, y los que no lo tienen lo hacen sobre un pato muerto, Sánchez se ha plantado en Marruecos. ¿Motivo y alcance de la visita? Nadie en nuestro país salvo el mismo Sánchez – y acaso Albares, que ha ido de dama de compañía – lo sabe. Ni el Congreso, ni la oposición, ni la mayoría de los ministros. Ni siquiera la antena del CNI en Rabat. Algo se olía el personal cuando hace pocos días un Falcon salió de Madrid con destino Rabat, pernoctando el avión en dicho aeropuerto, sin que constara ni quién iba ni a qué. Para conocer que ha hecho al presidente salir pitando a Marruecos habría que preguntárselo a Mohamed VI o, en mi caso, a Romerales, llamémoslo así. Es un viejo amigo, reliquia de aquel magnífico CESID que llegó a lo más alto en la comunidad de inteligencia internacional de la mano de su director, el general Emilio Alonso Manglano.

Mientras que en España los que tienen un coeficiente intelectual normal discuten acerca de la impactante victoria del PP o, lo que es lo mismo, del batacazo de los sanchistas en Galicia, y los que no lo tienen lo hacen sobre un pato muerto, Sánchez se ha plantado en Marruecos

Quedo con Romerales en el bar de un céntrico hotel barcelonés – son lugares perfectos para quedar con espías, o al menos eso dicen las novelas – y le espeto a bocajarro ¿A qué carajo ha ido ese tío allí, casi clandestinamente? ¿Qué líos se trae con Rabat? ¿Es por el asesinato de los guardias civiles en Barbate, que Dios tenga en su Gloria? ¿Es por la Mocro Maffia? ¿Por el aumento de elementos salafistas en España provenientes del país vecino? ¿Ha ido a regalarle más lanchas rápidas, las que no quiere comprar a la Benemérita? ¿Quiere que se cierre el grifo a los miles de inmigrantes ilegales que Marruecos nos envía a diario, porque no cabe uno más en Canarias – hay pueblos del archipiélago en los que hay más inmigrantes que nacionales –? ¿Pretende mediar con los productos agrícolas que Marruecos vende sin emplear los productos que se les exigen a los campesinos españoles?

Sería razonable porque los problemas citados son de tal importancia que justificarían una cumbre urgente. Y del aspecto militar me abstengo, porque tendríamos que entrar en las razones por las cuales EEUU ha cambiado de aliado en esta parte del mundo, optando por Marruecos como socio principal. Otro día hablaremos de la operación África Lion propiciada por norteamericanos y marroquíes: seis mil soldados, veinte países africanos e internacionales, veintisiete naciones observadoras, operaciones por tierra, mar y aire, ejercicios de contaminación en marco bélico NBBQ -nuclear, radioactiva, biológica y química -, en fin, la de Dios.

Pero Romerales dice que a Sánchez le da igual y que por esos asuntos no habría movido ni un pie fuera de Moncloa, el único lugar en el que se siente cómodo. Porque a Sánchez cada día le horroriza más pisar no la calle, sino Ferraz o el Congreso. Se ha bunkerizado y no quiere oír nada que no sea el coro de pelotas que le alaban en el Edificio Semillas, sito en el Complejo de Moncloa, donde moran sus consejeros áulicos. Romerales añade que Sánchez no ha ido a Marruecos, es Marruecos quien le ha hecho ir. ¿Es posible que el presidente sea el chico de los recados del reino alauita? Romerales dice que cosas más raras se han visto y me deja con la camisa que no me llega al cuerpo cuando responde que cuando tienes un amo no hay más cáscaras que obedecer. Una cosa me queda clara: Sánchez ha ido a Marruecos a que le den órdenes. ¿Cuáles?¿Y por qué ese sometimiento? Romerales me ha dicho mientras se levantaba para irse: “Materia reservada”.